viernes, 22 de septiembre de 2023

Obras Poéticas

Este libro de obras completas de José Velarde, es el que contiene (en un solo tomo) más poesías del autor, y el primero que conozco con los tomos I y II, además del prologo del Romancero de Colón y los cuatro primeros cantos de Alegría, todo en un solo volumen

El lomo está inexistente pero las páginas están todas, y en muy buen estado.

El libro se adquirió en la librería madrileña de Francisco Beltrán, de la calle Príncipe 16 de Madrid.  

Espero que algún día podamos tener en Conil un museo sobre José Velarde, donde estén este y otros libros del mencionado poeta, además de periódicos y otros documentos, para que podamos los conileños y visitantes ver la obra de nuestro distinguido paisano, y así las generaciones futuras, podrán investigar, y estudiar más a fondo su figura con propósitos de educación y divulgación 

El librero dejó esta nota dentro del ejemplar donde muestra la obra, y donde se puede ver lo que Perez-Rioja y Sainz de Robles escribian del poeta, asi como el contenido y las fechas.

jueves, 21 de septiembre de 2023

El poeta a su musa

Calle Ortega y Gasset 1
(Terraza Titus Bar)
Introducción

I

No seas, no, la víbora maldita
Que muerde y deposita
Dentro del corazón letal veneno;
Ni la ebria bacante desgreñada
Que arrastra desbocada
Honor y vestiduras por el cieno.

II

No sirena que llame engañadora
Con cántiga sonora
A las sirtes fatales de la duda;
Ni el pudor virginal mires esquiva,
Para ir provocativa
Buscando torpe meretriz desnuda.

Consejos

Carmen
A Carmen

I

No me taches de necio o presumido
Si me ves, siendo joven, dar consejos;
Que los que sufren como yo he sufrido,
Antes de ser adultos ya son viejos.

Ni menos pienses que al hablar del mundo,
Lastime con sus males tu inocencia;
Pues sé que no hay delito más inmundo
Que manchar de una virgen la conciencia;

Dentro de poco tiempo, convertida
En hermosa mujer, de niña hermosa,
Entrarás en el campo de la vida,
Como el capullo que se trueca en rosa.

De como nació El Quijote

José Velarde Yusti
Foto donada por Esther Riobo
AL SR. D. L. MONTOTO

I

Era una prisión oscura,
En bóveda terminada,
Bajo tierra socavada,
A guisa de sepultura;
Lúgubre cual la amargura,
Tan húmeda como el llanto,
Triste como el desencanto,
Como la barbarie fuerte,
Silenciosa cual la muerte
Y horrible como el espanto.

A mi Padre

Agustín Velarde (Padre de Jose Velarde)

Tu nombre ¡oh Padre! Sírvame de égida:
Otro no acierta a pronunciar mi lengua
En los recios combates de la vida.

No pido al grande, de mi honor en mengua
Arrimo que en la lucha me sustente...
Valor prestado es un valor que amengua:

Me agravia la merced, y solamente
Tu paternal consejo humilde acato,
Y ante Dios y ante ti bajo la frente.

A mi madre

Calle José Velarde
Al recordarte, madre, aunque maltrecho
Está mi corazón, vivo golpea
La quebrantada cárcel de mi pecho;

Mi labio bendiciones balbucea,
Y truécase en suspiro, en leve brisa,
El grito de furor que en mí bravea.

¡Cuán triste llego a ti! ¿Ves mi sonrisa?
Es del dolor la amarga crispatura,
¡Ay! del dolor que hoy llevo por divisa.

En ti busca consuelo mi amargura;
El hombre es sordo a la desdicha ajena;
Tú, fuente inagotable de dulzura.

¿ Quieres, madre, saber cuál es mi pena?
Mi pena es el vivir. ¡Ay! que la vida
Al tormento del mundo me condena.

Tengo en el corazón tan mala herida,
Que cuanto más la curo más se encona.
¡Ay, déjame llorar, madre querida!

¡Sólo el llanto consuelo proporciona!
¡Las lágrimas del triste son las perlas
que engarza el Hacedor a su corona!

Epístola Necrologica

Calle Cádiz
Dirigida al Sr. D. Gonzalo Segovia Yardizone con motivo
de la muerte del Sr. José Fernández-Espino

El mismo soplo que apagó su vida,
Encendió la que existe tras la muerte.
¿ A qué llorar, Gonzalo, su partida,

Si despojado ya del polvo inerte,
Que en el mundo al espíritu encadena,
Goza del justo la envidiable suerte;

En tanto que la vida nos condena
De las pasiones al combate rudo,
A trabajo cruel y amarga pena?

La Fe

Convento de la Victoria
Al cantor de la duda el eminente poeta D. Gaspar Núñez de Arce

I

La musa del dolor llora, suspira,
Toma del niño el tembloroso acento;
Mas no arranca a las cuerdas de la lira
La voz tonante que estremece el viento
Y en tus sublimes cánticos se admira.
Si cantaste la duda consternado,
Del vate la misión dando al olvido,
Es que, más bien que ciego, deslumbrado,
No sordo a la razón, sino aturdido,
El pensamiento tuyo deliraba
Por la fiebre del genio enloquecido.

II

-La fe agoniza, la virtud acaba,
El valor en los pechos languidece,
Se oculta tras el sofisma,
La esperanza al nacer se desvanece
Y Apolo mudo en su dolor se abisma.
Presa de un infernal desasosiego,
Atropellando, en su apetito ciego,
Derecho, libertad y religiones.
Ritos, tronos, altares, leyes, hechos,
Van en vertiginoso torbellino
Rodando aglomerados y deshechos
Al rudo empuje de fatal destino.
Sucede a la razón la ardiente tea
Y en cabañas, y en tronos, y en altares,
Con roja luz vivísima flamea;
Con el ronco bramido de los mares
Todo en profundo abismo se derrumba,
Y es ya la tierra solitaria tumba
Formada por escombros seculares.

Ante un Crucifijo

Cruz de Moreno
A mi Querido Amigo Julián Fuentes

I

Incienso, luz, armonía
Llevar quiero a tus altares,
¡Oh Dios! Que enfrenas los mares
Y enciendes de un beso el día:
Así, que mi alma te envía
Al altar del firmamento,
Como armonía un acento,
Lleno de santo fervor,
Como perfume el amor,
Como luz, el pensamiento.

II

Cuando ante ti reverente
A orar me postro de hinojos,
Asoma el llanto a mis ojos
Y lo infinito a mi mente:
Y siento sobre mi frente,
Nublada por el desvelo,
Bajar en callado vuelo
El hilo de luz fecundo,
Por donde vienen al mundo
Las bendiciones del cielo.

El Otoño

Playa de los Bateles
A mi querido amigo Manuel Benjumeda

I

El otoño es tristeza y agonía;
Todo en él languidece;
El luminar del día
Oblicuos rayos sin calor envía,
Se aparta del zenit y palidece.
En olvidado surco cae la hoja
Que sirvió de pomposa vestidura
Al árbol que de galas se despoja,
Siendo mudo esqueleto en la llanura;
La locuaz golondrina
Aterida de frío,
A más benigno suelo se encamina;
El agua del torrente enturbia el río,
La brisa se hace cierzo, silba y ruge,
El ave calla, se marchita el fruto,
El mar enronquecido sordo muge
Y amenazante aterra;
La nube tiene por el cielo el luto
Y un sudario de nieve por la tierra,
Y en el monte desierto
Oye el pastor temblando la campana
De la ermita lejana
Con fúnebre clamor tocando a muerto.

A Giacinta Pezzana

Pozo c/ Baluarte
I


Naciste en la bellísima comarca,
Donde alcanzó Petrarca
Para su augusta sien el lauro eterno;
Donde Beatriz cruzóse en el camino
Del triste Gibelino,
Cantor del Paraíso y del Infierno.

II

Do pintó Miguel Ángel lo pasado,
Retorciéndose airado,
En la convulsa, mágica Sibila;
Y la cándida aurora en el profeta,
Del porvenir atleta,
Que lleva algo de Dios en la pupila.

Epístola Moral

Los Inventores; El primero de la izquierda Diego Gil

Al Sr. D. Gaspar Núñez de Arce

Cuando un pueblo en los vicios se encenaga,
Enviado por Dios, surge el profeta
Que con el rayo y con la peste amaga,

Y la indomable perversión sujeta,
Como al indócil bruto con el freno
La vigorosa mano del atleta;

Que quién lleva los vicios en su seno,
Así como los brutos al castigo,
Sólo teme al relámpago y al trueno.

Tú eres poeta, como yo, y testigo
Del mal que a la virtud mina en su base,
Y no debes llorar; canta conmigo,

Aunque el dolor tu corazón traspase,
Y sea nuestro canto un anatema,
Lluvia de fuego y huracán que arrase,

Ha de ser inmortal nuestro poema;
Que bien se expresa lo que bien se siente,
Y cuando la virtud es nuestro emblema,

A Juan Antonio Cavestany

Extramuros
A mi querido amigo niño de Quince años Juan Antonio Cavestany
con motivo del estreno de su magnifico drama

EL ESCLAVO DE SU CULPA

Ay! ¡con cuánto furor, con cuánta pena
Miro sobre la escena
Donde vibró de Calderón la estrofa,
Turba vil de procaces histriones
Con palabras y acciones
De lascivia, de escándalo y de mofa!

No es su burla, la burla que corrige
Y a los vicios aflige
Ni el delicado juego del idioma;
Es el escarnio, el epigrama obsceno,
El torpe desenfreno
Que vengaron los bárbaros en Roma.

La Poesía y el Poeta

Detalle Cruz de Moreno
A la memoria del insigne poeta D. Gabriel García Tassara

I

Ciega a los rayos de la luz del día,
La imbécil muchedumbre
Dice, Gabriel, que ha muerto la poesía,
Cual si pudiera el sol perder su lumbre,
Su canto el ave, el aura su gemido,
Su nieve la alta cumbre,
La flor su aroma y su calor el nido.

II

¿Acaso los instintos, las pasiones,
La fe y el amor tierno
Se han helado en los tristes corazones
Bajo la nieve de aterido invierno,
Y ya no tiene el corazón humano
El movimiento eterno
Y el ronco rebramar el Océano?

A S. A. R. la Infanta Mercedes de Orleáns



A S. A. R. LA INFANTA
DOÑA MERCEDES DE ORLEÁNS
CON MOTIVO DE SU BODA

De esmeraldas, diamantes y rubíes
Te ofrecerán espléndido atavío;
Y yo tan sólo lirios, alelíes,
Purpúreas rosas, campesinas flores
Aun bañadas de gotas de rocío,
Donde la luz se quiebra en más cambiante,
Y vividos colores
Que en ópalos, zafiros y diamantes.

En vez del esmaltado pebetero
Donde arde rica esencia, del romero
Que recogí en el monte y del tomillo
Te traigo un hacecillo,
Que te envuelva al arder en mil cendales
Perfumados y azules;
Que en medio de sus blancas espirales
Parecerás un ángel entre tules.

Y por ser, aunque rica, muy pesada
Corona de oro de diamantes llena,
Traigo, para adornar tu sien nevada,
Una de verde mirto y verbena
Por pastoriles manos fabricada.

La poesía del Hogar

Conil desde el mar

A Grilo con motivo del nacimiento de su hija Magdalena

I

Con respeto y amor tu hogar contemplo,
Que al encanto dulcísimo del nido
Une la augusta majestad del templo.

En él no atruena el mundanal ruido,
Ni el mefítico ambiente se respira
De este social pantano corrompido.

De tierna madre, que de amor delira
Por el ser de su ser, se escucha el canto,
Dulce como el acorde de tu lira,

Tempestades


A mi querido amigo y maestro el insigne poeta
Don Manuel Cañete

I

Como produce estancamiento insano,
Si es duradera, la apacible calma,
Amo la tempestad embravecida,
Que esparce los efluvios de la vida
Al romper en los cielos o en el alma.

II

El rugiente Océano,
Cuando lo azotan roncos vendavales,
Se corona magnífico de espumas,
Cuaja en su seno perlas y corales
Y vida emana levantando brumas.
El pantano sereno,
Traidor oculto bajo verde lama,
Asilo es del reptil y forma el cieno,
Que, impalpable, mortífero veneno
Por la tranquila atmósfera derrama.

A la inundación de las Provincias de Levante

Titus Bar
I


IDILIO

No acaba allí jamás la primavera:
El cierzo se entumece
Al dar en la cercana cordillera,
Y templado del sol en los fulgores,
Al llegar a los valles se adormece
Sobre un lecho de espigas y de flores.

Es aquel un jardín todo armonía:
Canta el jilguero en la floresta umbría,
La codorniz entre la mies granada,
Tierna arrulla la tórtola cuitada,
De pino en pino errante,
Y, el trémulo fulgor de las estrellas,
El ruiseñor amante
Entona sus dulcísimas querellas.

A Murillo

Antiguo Mercado de Abastos
I

Los dulces tonos con que apunta el día,
Del campo florido los colores,
Los vívidos cambiantes y fulgores
En que quiebra a la luz la pedrería,
Todo cuanto es matiz, destello o brillo,
Hasta el sol de la hermosa Andalucía,
Resplandece en los lienzos de Murillo.
En ellos interpreta
El humano ó divino sentimiento,
Con la luz, con la fe, con el aliento
Del pintor, del cristiano y del poeta.

A la muerte de José Moreno Nieto

C/ San Sebastian
I

Pasó por la sociedad
Con la pobreza por cruz,
La mente llena de luz
Y el corazón de bondad.
¡Cuántos hoy en orfandad!
Llora el artista al hermano,
La religión al cristiano,
La cátedra al profesor,
La tribuna al orador
Y la patria al ciudadano.

Nada que iguale al pensar
De este Centro del saber,
Que fue su amor, su placer,
Su templo, casi su hogar.
¿Quién le dejó de admirar
Y de amarle, si le oyó?
¿Quién del sabio no aprendió?
¡Cuánta ciencia que aquí brilla
Es fruto de la semilla
Que su palabra sembró!

El Trabajo

Zurciendo redes (Fontanilla)
I
Cuando el fiat de la nada
Salir hizo el Universo,
Y a un soplo de Dios los seres
En la tierra aparecieron,

A la fuerza poderosa
Del instinto obedeciendo,
El águila, al sol mirando,
Salvó las nubes de un vuelo;

Encrespada la melena,
Corrió el león al desierto,
El jabalí a la montaña,
Y la gamuza a los hielos;

El pez surcó el Océano,
Perseguido y persiguiendo;
Púsose astuto el raposo
Bajo el zarzal en acecho;

Carta Joco-Seria

AL INMINENTE POETA EGREGIO NOVELADOR Y ACADÉMICO PRECLARO
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN
Aranjuez, corriendo el día   
De tu santo y tu patrón,     
Año ochenta y tres del siglo
De las luces y el vapor   

Aunque este romance afrente
A los que al Cid Campeador
Hizo la homérica musa
Del noble pueblo español;

Convencido de que en prosa
Escribiría peor,
En versos y a vuela pluma
Voy a escribirte, Alarcón.

Y por no causarte enfado
Con el obligado << Dios
Te dé cien días cual éste, >>
Haré de fe profesión.

Apuntes de Nochebuena


El Portillo
A mi querido amigo Juan López Valdemoro

I

EL INVIERNO

I

Tan sólo aquello que entristece ó daña
Con vida y fuerza en el invierno frío,
El ciprés, el abrojo y la cizaña.

Seco está el bosque y el nidal vacío,
La fuente pura convertida en hielo,
Muda la alondra, desbordado el río;

Pensamientos


La Tertulia c/ General Gabino Aranda

A la señorita Doña Carmen Fernández de Cordoba y Perez de Barradas
Versos escritos en el abanico que, como regalo de boda le envió el autor
 
I

Como en toda alma grande es la poesía
El ser primero que el amor engendra,
Mis versos mirarás con simpatía.
En tu alma, bella Carmen, los acendra;
No los desdeñes por su aspecto grave;
Tienen, míralos bien, como la almendra,
Cáscara dura y corazón suave.

II

La mariposa y la flor
Sólo viven para amar,
Y mueren por el amor.

El Trovador

Parra

A MI QUERIDO AMIGO FRANCISCO ALVAREZ Y ARANDA

I

                                            Natura
Arrogante, esbelto, airoso,
Rosado y blanco color,
Los ojos azul de cielo
Y tan vivos como el sol,
La cabellera ondulante
Acariciando el jubón,
Y rubia cual las espigas
Que el seco julio tostó,
Pendiente el hierro del cinto,
En el bonete el airón
Y el laúd tañendo ufano,
Errante va el trovador,
De monasterio en castillo,
Entonando su canción.
Se ignora quien fue su madre;
No se sabe si nació

Teodomiro o la Cueva del Cristo

Conil

A MI PUEBLO

I

¿Que más fortuna
Que nacer español, oír en la cuna
El clamor de la mar alborotada,
Y abrir los ojos a la luz del día
Donde halle la mirada
Un cielo con el sol de Andalucía?

II

Jamás olvido
El modesto lugar donde he nacido:
De trafalgar las olas arrullaron
De mis primeros sueños la honda calma,
Y después despertaron
Rugiendo a las pasiones de mi alma

La niña de Gómez Arias


A MI QUERIDO AMIGO Y MAESTRO DON ANTONIO SÁNCHEZ MOGUEL

¿A dónde irá, caballero
En su yegua jerezana,
Tan de noche y de camino,
El mancebo Gómez Arias?

No a buena parte, le juro,
Cuando el semblante recata,
Recela de quien le mira
Y todo le sobresalta.

Recelo engendra el delito,
Busca sombra la acechanza;
Que la virtud no huye el rostro,
Ni teme conciencia honrada.

El último beso


Carrillo del pozo en c/ Hospital

AL EMINENTE PINTOR SEVILLANO DON JOSÉ VILLEGAS

INTRODUCCIÓN


Cuando el pesar me acongoja,
O la duda me atormenta,
O en mi corazón la envidia
Hiel escupe y le envenena,

En vez de romper en llanto,
En invectivas o en quejas,
Me refugio en mis memorias
O en mis sueños de poeta.

¿Pasión o locura?


Extramuros
A Lola

Canto primero

El doctor que a mis males hace guerra
( En quien tengo una fe de mahometano),
Me dijo cierto día :- Amigo, es vano
Que pretenda curarse en esta tierra;
Si quiere verse pronto bueno y sano,
Váyase a tomar aires a la sierra.

(I) habiendo alcanzado con este poemilla tan prosaicamente escrito, allá en mis albores de poeta, más pláceme que con cuantas obras he dado después a la luz, y constándome que todavía hay quien lo retiene en la memoria y lo recita con cariño, se me ha hecho cargo de conciencia descartarlo de este libro, y más aún desfigurarlo a fuerza de lima.

Dejando en la ciudad el cuerpo en calma,
Fatigáis vuestra mente, y es forzoso,
Evitar otro ataque peligroso,
Dando al cuerpo trabajo y paz al alma.-
Y yo, que hasta al error tengo respeto,
Cuando sale de los labios de un sujeto
De años muchos y clara inteligencia,
Siguiendo el buen consejo de la ciencia,
Marché con voluntad muy decidida
A un pueblo que no nombro, con objeto
De alargar la carrera de mi vida.


La desconfianza

Patio c/ Baluarte

A........

¿Conociste a la huérfana Leonora?
Pues era bella como tú, alma mía;
Pues, como tú, tenia
En las mejillas, tintas de la aurora
Algo del cielo en los azules ojos;
Ricas hebras de sol por cabellera,
Preciado almíbar en los labios rojos,
La seducción de la mujer primera
De formas y apostura esculturales
Y el sello de ideal melancolía,
Que guiado por las artes celestiales,
Dio murillo al semblante de María

El hogar

Zaguán c/ Baluarte

POEMA DEDICADO A MI QUERIDO AMIGO
MANUEL CANO Y CUETO

CANTO PRIMERO

EL SUICIDIO

En una tarde de otoño
Triste como la desgracia,
Como el desaliento fría,
Como la tumba callada,
De su quinta de recreo,
Apartado en una estancia,
Meditabundo y sombrío
Federico de Peralta,
Con trémula mano escribe
En papel de orla enlutada

Meditación ante unas ruinas


La Chanca

AL Sr. D. GASPAR NÚÑEZ DE ARCE

EN TESTIMONIO DE GRATITUD, DE RESPETO Y CARIÑO

I

Saliendo de su lánguido desmayo,
Naturaleza toda resucita
Al fecundo calor del sol de Mayo.
Las entrañas benéficas visita
De la madre común vivido rayo,
Y las semillas que ateridas duermen,
Hinchadas rompen su corteza dura,
Y se hace planta el germen,
Y brota, y crece, y cubre la cañada
De una mullida alfombra de verdura,
De arabescos de flores recamada
Todo obedece al mágico conjuro;

El vendaval se trueca en blanda brisa;
Vestido el cielo de su azul más puro
Se mira absorto en el cristal del río,
Y en el alba a la flor con su sonrisa
Le manda una diadema de rocío;
La yema se hace pámpana frondosa,
Rojo y dorado tul la densa bruma,
La oscura larva blanca mariposa,
La nieve arroyo, el arroyuelo espuma,
El brote tallo y el capullo rosa;
Entona al anidar su cantinela
El avecilla que de amor se abrasa;
El insecto parece flor que vuela
Agitando unos pétalos de gasa;
Naturaleza toda canta en coro,
Y arrastra el aire en sus revueltos giros
Aromas, y suspiros,
Y cascadas de luz en ondas de oro.

Fray Juan

Campanario desde el Campanario

Canto Primero

I

Noche horrible! El noto zumba,
Rompe la nube en granizos
Y en relámpagos rojizos,
Y sordo el trueno retumba:
El torrente se derrumba
Convertido en catarata;
Troncha el viento y arrebata
El roble añoso en la sierra,
Y se estremece la tierra
Y el rayo fulgura mata.

II

Al batir la choza el viento
Teme el pastor por su vida;
Aúlla el lobo en su guarida
Al par medroso y hambriento;
La campana del convento
Conjura la tempestad,
Y alza la comunidad
Arrodillada en el coro
El canto ó más bien el lloro
Que mueve el cielo a piedad.

La Venganza



LA VENGANZA
José Velarde
POEMA
---
A MI QUERIDO AMIGO EL EMINENTE ACTOR

DON RAFAEL CALVO

I

Hay frente al moro una aldea,
A la mar tan inmediata,
Que en las olas se retrata
Cuando crece la marea.
Admirada se recrea
La vista en aquel lugar,
Donde Dios quiso juntar,
A los encantos del suelo
Las maravillas del cielo
Y las grandezas del mar

II

Tan vivo allí se arrebola
El cielo, al salir el sol,
Que da envidia su arrebol
Al carmín de la amapola;
Y es de ver la misma ola,
Que en la arena de la playa
Rumorosa se desmaya,
Cómo, no lejos, rugiente,
Va a estrellarse en la rompiente,
A los pies de la atalaya.

La Velada


Pozo c/ Baluarte

                                                      
A MI QUERIDO MAESTRO EL EMINENTE POETA
DON RAMON DE CAMPOAMOR

Allá del Norte en la región sombría,
Perennes en los valles son las nieblas,
En los montes altísimos la nieve
Y en el fondo del alma la tristeza.

Pálido el sol se duerme sobre el lago,
O las nubes preñadas de tormentas,
Y es el día crepúsculo medroso
Que da en la noche cuando nace apenas.

Levántase la gótica abadía
Del río caudaloso en la ribera,
Y cual nido de halcón inaccesible,
El castillo feudal en la alta peña

Fernando de Laredo


Zaguán c/ Cádiz

Al Ateneo Barcelonés
Canto Primero

I

En un valle feraz de Andalucía,
A los pies de granítica montaña
Que en altura a los Alpes desafía,
Hay un pueblo tendido en un ribazo
Que en las ondas clarísimas se baña
De un río que penetra en su regazo.

Ni aun en sueños la mente se figura
Lugar de más grandeza y hermosura.
Mil picachos, perdiéndose en la esfera,
Recortan el espléndido horizonte;
Es invierno en la cúspide del monte,
Y en el fondo del valle primavera;
Amenaza el alud, en la alta cumbre
Por quebradizas rocas sostenido,
Al llano con su inmensa pesadumbre;
Rauda la catarata se despeña,
La luz quebrando y con feroz rugido,
De tajo en rambla y de barranco en breña,
Completando lo bello del paisaje
Los juegos caprichosos del celaje
En múltiples colores encendidos,
Y el pueblo que se oculta como un nido
En la verde espesura del follaje.


El año campestre

Pilas de la Fuente Vieja
AL GRAN POETA ZORRILLA

I

¡Ya en el alto campanario
Vuelve a anidar la cigüeña
Ya florecen los almendros,
Ya viene la primavera!

En vez de anunciar borrasca
En bandadas las cornejas,
O los grajos chilladores
Revolcándose en la arena,

Pinzones y pitirrojos
El soto y el bosque alegran,
Y alondras y cogujadas,
Los surcos y las veredas.

A orillas del mar


A ORILLAS DEL MAR
José Velarde
A ORTEGA MUNILLA
Fotos de A. Cubiles

              I

Siempre que me hallo en la tierra
Hermosa donde nací,
Que aun á los moros aterra,
Alzada frente a la sierra
Del imperio marroquí,

Me suele el sol encontrar,
Cuando declina y desmaya,
Absorto viendo llegar
Á la arena de la playa
Las roncas olas del mar.

Ya sigo la blanca estela
De la bien ceñida nave
Que al dar al viento la vela,
Sobre las espumas vuela
Rozándolas como un ave;
Ya á algún pájaro marino
Que va tras el pez sin tino,
Zambulléndose en las olas,
E imitando con su trino
Dulcisimas barcarolas.

Ávido aún de belleza
Escalo el coronamiento
De una antigua fortaleza,
Que hunde en el mar el cimiento
Y en las nubes la cabeza;

Y á medida que adelanta
Mi ascensión, se me figura
Que la atlántica llanura
Lentamente se levanta
Suspendida de la altura.

Bien me pongo a contemplar
Los árboles de un pinar
Que parecen, inclinados
Ejércitos derrotados
Que van huyendo del mar

Estático de placer
Miro en las aguas caer,
Como en hirviente crisol,
El rojo disco del sol
Que se ensancha al descender,

Y al disiparse sus huellas
De amaranto y de carmín,
Aparecen las estrellas
Temblorosas, blancas, bellas,
Como flores de jazmín.

 


Llama en esto a la oración
El destemplado esquilón
De la ermita donde mora
La Virgen, dominadora
Del furibundo aquilón,

Y al escuchar el sonido,
El adusto marinero,
Que quizás juraba fiero,
Calla y se quita, vencido,
De la cabeza el sombrero;


Pues no existe en derredor
Marinero ó pescador,
Que al desamarrar la lona,
No le rece con fervor,
Una salve a su patrona;

Virgen santa, que presume
De no usar otra presea
Que de corales no sea,
Ni otro incienso que el perfume
Embriagador de la brea.

  



Y que por ricos ex-votos
Y por galas en su altar,
Quiere los vestidos rotos
De los náufragos devotos
Á quienes salva del mar.




 
             II

En las tardes de verano,
No ha mucho tiempo, solía
Encontrar allí un anciano
Que, como yo, se aplacía
Contemplando el océano.

El imperio de su faz,
Su nerviosa contextura
Y su voz áspera y dura
Contrastaban con la paz
De su vida y su dulzura;



Y supliendo la alta ciencia
Y el estudio de los sabios
Con el genio y la experiencia,
Cada frase era en sus labios
Una profunda sentencia.

A pesar de nuestra edad,
Nos puso en intimidad
El mismo amor de los dos
A la hirviente inmensidad
Que sirve de espejo a Dios:

Y aunque muy niño, al olvido
Dando amor, juegos y enojos,
Le escuchaba embebesido,
Con el alma en el oído
Y abierto, sin ver, los ojos.



 Una tarde en que la historia
Del valiente pueblo ibero
Trajimos a la memoria,
Jurando culto a su gloria
Y rencor al extranjero,

Con el habla estremecida
De quien tiene el alma herida
Por la pena o por el odio
-Oye -dijo- el episodio
-<
Más terrible de mi vida. >>-





Y temblando, absorto, mudo
Y con el rostro ceñudo
Permaneció largo rato,
Hasta que vencerle pudo
Y comenzar su relato.


 





                   III

-
Hasta el vengativo anhelo,
Encuentra dulce consuelo
O se convierte en amor
Cuando el alma mira al cielo;

Más allí los ojos guío,
Y el odio en el pecho mío
Se resuelve sin cesar,
Ya templado, ya bravío,
Siempre grande como el mar.

 






En vano vencerlo quiero;
Pues hallo dulzura en él,
Como las abejas miel
En las flores del romero,
Más amargas que la hiel.

Y es que esclava de ley dura
Desde el pecado de Adán,
En toda humana criatura
Fermenta la levadura
Maldecida de Satán,

 




Y hay heces en lo más hondo
Del alma del ser más bueno,
Como hay pestilente cieno
Depositado en el fondo
Del arroyo más sereno

IV

El primer recuerdo mío
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Es haber visto a mi madre,
Una noche de agua y frío,
Besando con desvarío
El cadáver de mi padre;