viernes, 22 de septiembre de 2023

Obras Poéticas

Este libro de obras completas de José Velarde, es el que contiene (en un solo tomo) más poesías del autor, y el primero que conozco con los tomos I y II, además del prologo del Romancero de Colón y los cuatro primeros cantos de Alegría, todo en un solo volumen

El lomo está inexistente pero las páginas están todas, y en muy buen estado.

El libro se adquirió en la librería madrileña de Francisco Beltrán, de la calle Príncipe 16 de Madrid.  

Espero que algún día podamos tener en Conil un museo sobre José Velarde, donde estén este y otros libros del mencionado poeta, además de periódicos y otros documentos, para que podamos los conileños y visitantes ver la obra de nuestro distinguido paisano, y así las generaciones futuras, podrán investigar, y estudiar más a fondo su figura con propósitos de educación y divulgación 

El librero dejó esta nota dentro del ejemplar donde muestra la obra, y donde se puede ver lo que Perez-Rioja y Sainz de Robles escribian del poeta, asi como el contenido y las fechas.

jueves, 21 de septiembre de 2023

El poeta a su musa

Calle Ortega y Gasset 1
(Terraza Titus Bar)
Introducción

I

No seas, no, la víbora maldita
Que muerde y deposita
Dentro del corazón letal veneno;
Ni la ebria bacante desgreñada
Que arrastra desbocada
Honor y vestiduras por el cieno.

II

No sirena que llame engañadora
Con cántiga sonora
A las sirtes fatales de la duda;
Ni el pudor virginal mires esquiva,
Para ir provocativa
Buscando torpe meretriz desnuda.

Consejos

Carmen
A Carmen

I

No me taches de necio o presumido
Si me ves, siendo joven, dar consejos;
Que los que sufren como yo he sufrido,
Antes de ser adultos ya son viejos.

Ni menos pienses que al hablar del mundo,
Lastime con sus males tu inocencia;
Pues sé que no hay delito más inmundo
Que manchar de una virgen la conciencia;

Dentro de poco tiempo, convertida
En hermosa mujer, de niña hermosa,
Entrarás en el campo de la vida,
Como el capullo que se trueca en rosa.

De como nació El Quijote

José Velarde Yusti
Foto donada por Esther Riobo
AL SR. D. L. MONTOTO

I

Era una prisión oscura,
En bóveda terminada,
Bajo tierra socavada,
A guisa de sepultura;
Lúgubre cual la amargura,
Tan húmeda como el llanto,
Triste como el desencanto,
Como la barbarie fuerte,
Silenciosa cual la muerte
Y horrible como el espanto.

A mi Padre

Agustín Velarde (Padre de Jose Velarde)

Tu nombre ¡oh Padre! Sírvame de égida:
Otro no acierta a pronunciar mi lengua
En los recios combates de la vida.

No pido al grande, de mi honor en mengua
Arrimo que en la lucha me sustente...
Valor prestado es un valor que amengua:

Me agravia la merced, y solamente
Tu paternal consejo humilde acato,
Y ante Dios y ante ti bajo la frente.

A mi madre

Calle José Velarde
Al recordarte, madre, aunque maltrecho
Está mi corazón, vivo golpea
La quebrantada cárcel de mi pecho;

Mi labio bendiciones balbucea,
Y truécase en suspiro, en leve brisa,
El grito de furor que en mí bravea.

¡Cuán triste llego a ti! ¿Ves mi sonrisa?
Es del dolor la amarga crispatura,
¡Ay! del dolor que hoy llevo por divisa.

En ti busca consuelo mi amargura;
El hombre es sordo a la desdicha ajena;
Tú, fuente inagotable de dulzura.

¿ Quieres, madre, saber cuál es mi pena?
Mi pena es el vivir. ¡Ay! que la vida
Al tormento del mundo me condena.

Tengo en el corazón tan mala herida,
Que cuanto más la curo más se encona.
¡Ay, déjame llorar, madre querida!

¡Sólo el llanto consuelo proporciona!
¡Las lágrimas del triste son las perlas
que engarza el Hacedor a su corona!

Epístola Necrologica

Calle Cádiz
Dirigida al Sr. D. Gonzalo Segovia Yardizone con motivo
de la muerte del Sr. José Fernández-Espino

El mismo soplo que apagó su vida,
Encendió la que existe tras la muerte.
¿ A qué llorar, Gonzalo, su partida,

Si despojado ya del polvo inerte,
Que en el mundo al espíritu encadena,
Goza del justo la envidiable suerte;

En tanto que la vida nos condena
De las pasiones al combate rudo,
A trabajo cruel y amarga pena?

La Fe

Convento de la Victoria
Al cantor de la duda el eminente poeta D. Gaspar Núñez de Arce

I

La musa del dolor llora, suspira,
Toma del niño el tembloroso acento;
Mas no arranca a las cuerdas de la lira
La voz tonante que estremece el viento
Y en tus sublimes cánticos se admira.
Si cantaste la duda consternado,
Del vate la misión dando al olvido,
Es que, más bien que ciego, deslumbrado,
No sordo a la razón, sino aturdido,
El pensamiento tuyo deliraba
Por la fiebre del genio enloquecido.

II

-La fe agoniza, la virtud acaba,
El valor en los pechos languidece,
Se oculta tras el sofisma,
La esperanza al nacer se desvanece
Y Apolo mudo en su dolor se abisma.
Presa de un infernal desasosiego,
Atropellando, en su apetito ciego,
Derecho, libertad y religiones.
Ritos, tronos, altares, leyes, hechos,
Van en vertiginoso torbellino
Rodando aglomerados y deshechos
Al rudo empuje de fatal destino.
Sucede a la razón la ardiente tea
Y en cabañas, y en tronos, y en altares,
Con roja luz vivísima flamea;
Con el ronco bramido de los mares
Todo en profundo abismo se derrumba,
Y es ya la tierra solitaria tumba
Formada por escombros seculares.

Ante un Crucifijo

Cruz de Moreno
A mi Querido Amigo Julián Fuentes

I

Incienso, luz, armonía
Llevar quiero a tus altares,
¡Oh Dios! Que enfrenas los mares
Y enciendes de un beso el día:
Así, que mi alma te envía
Al altar del firmamento,
Como armonía un acento,
Lleno de santo fervor,
Como perfume el amor,
Como luz, el pensamiento.

II

Cuando ante ti reverente
A orar me postro de hinojos,
Asoma el llanto a mis ojos
Y lo infinito a mi mente:
Y siento sobre mi frente,
Nublada por el desvelo,
Bajar en callado vuelo
El hilo de luz fecundo,
Por donde vienen al mundo
Las bendiciones del cielo.

El Otoño

Playa de los Bateles
A mi querido amigo Manuel Benjumeda

I

El otoño es tristeza y agonía;
Todo en él languidece;
El luminar del día
Oblicuos rayos sin calor envía,
Se aparta del zenit y palidece.
En olvidado surco cae la hoja
Que sirvió de pomposa vestidura
Al árbol que de galas se despoja,
Siendo mudo esqueleto en la llanura;
La locuaz golondrina
Aterida de frío,
A más benigno suelo se encamina;
El agua del torrente enturbia el río,
La brisa se hace cierzo, silba y ruge,
El ave calla, se marchita el fruto,
El mar enronquecido sordo muge
Y amenazante aterra;
La nube tiene por el cielo el luto
Y un sudario de nieve por la tierra,
Y en el monte desierto
Oye el pastor temblando la campana
De la ermita lejana
Con fúnebre clamor tocando a muerto.