lunes, 29 de junio de 2020

La poesía del Hogar, A Grilo

Miguel Leal Lobon

           

1897/10/18 El Liberal de Tenerife, diario de la mañana

jueves, 25 de junio de 2020

Pensamiento en La Publicidad

Gabriel de la Riva

       PENSAMIENTO  
¿Has visto cual toman, Carmen,
del mismo terrón a un tiempo,
amargura la retama,
esencia rica el cantueso,
saludable jugo el quino
y la cicuta veneno?
  Pues así del amor toman
los ardientes el deseo,
la estimación los sensatos,
el rencilloso los celos,
la paz el noble y alegre,
y el loco o necio el infierno
  Tú en él hallarás la dicha,
pues si fueras planta, a un tiempo
tomarías de la tierra,
de la vid el sacro fuego,
la dulzura de la caña,
y la aroma del romero
            José Velarde

sábado, 20 de junio de 2020

¿Vivimos en África?

Diego Gil Román

¿Vivimos en África?

Los crímenes y atropellos en los ferro-carriles se suceden de una manera escandalosa.
Tras el descarrilamiento de Antequera, y el asesinato de Mme. Henrion, la modista parisiense, ha sido víctima de una escandalosa expoliación en el tren de Andalucía el célebre y distinguido poeta D. José Velarde, al regresar a Madrid con su esposa e hijos, al cabo de  prolongada ausencia.

Detuviéronse todos en las Cabezas a pasar algunas horas con un individuo de su familia, y al llegar a
aquella capital han tenido el disgusto de encontrar casi vacíos, aunque cerrados, los mundos y baúles, que contenían sus ropas y objetos de valor, como cubiertos y alhajas.
Los ladrones solo les han dejado los vestidos de los niños de corta edad, sin duda por no servirles para nada.
Este hecho, y otros de su índole y de aun mayor importancia, indican la necesidad absoluta de que las empresas ferroviarias vigilen su personal, tomen precauciones extraordinarias para evitar su repetición, y entreguen a los jueces los que resulten culpables.
Al Sr, Velarde y a su consorte no les han dejado sino lo que llevaban puesto, desapareciendo lo mismo la ropa blanca que la interior.
Las empresas de las vías férreas y las autoridades están igualmente interesadas en el descubrimiento y castigo de los criminales que nos deshonran con sus fechorías a los ojos del mundo civilizado.
Los ladrones solo les han dejado los vestidos de los niños de corta edad, sin duda por no servirles para nada.Este hecho, y otros de su índole y de aun mayor importancia, indican la necesidad absoluta de que las empresas ferroviarias vigilen su personal, tomen precauciones extraordinarias para evitar su repetición, y entreguen a los jueces los que resulten culpables.
Al Sr, Velarde y a su consorte no les han dejado sino lo que llevaban puesto, desapareciendo lo mismo la ropa blanca que la interior.
Las empresas de las vías férreas y las autoridades están igualmente interesadas en el descubrimiento y castigo de los criminales que nos deshonran con sus fechorías a los ojos del mundo civilizado.  
El Popular  Diario granadino de la tarde' - Época Tercera Año V Número 1164 17 03 1891

jueves, 18 de junio de 2020

José Velarde, jefe de sección

Miguel Leal

La publicidad  diario de avisos noticias y telegramas. Eco fiel de la opini... Año XXII Número 5729 - 1902 agosto 20

martes, 16 de junio de 2020

Alegría canto por canto en "La Ilustración Española y americana"

Gabriel de la Riva
El Guadalete  periódico literario y de interés general' - Año XXXV Número 10064 03 01 1889

lunes, 15 de junio de 2020

El campo Santo (La Publicidad, Granada)

La publicidad  diario de avisos noticias y telegramas. Eco fiel de la opi... Año XXXIV Número 9376 - 1914 febrero 18

sábado, 13 de junio de 2020

Homenaje a Velarde en el Ateneo Gaditano

Juani Amaya
Velarde.- Dice “La Dinastía:”
El Ateneo de Cádiz ha acordado dar el próximo Jueves una velada en honor de la memoria del insigne y malogrado poeta Velarde, que como se sabe estudió Medicina en nuestra facultad. Aquí contaba con muchos y buenos amigos y está indicado que se honre su recuerdo.
Se leerán varias poesías originales del finado y algunas otras que compondrán distinguidos vates de esta ciudad, entre otros los Sres. Ortega Morejón y Julia.
Uno de los socios del Ateneo se encargará de pronunciar el elogio al poeta. 

El Guadalete  periódico literario y de interés general' - Año XXXVIII Número 11025 01 03 1892

lunes, 8 de junio de 2020

Indice del Almanaque de la Ilustración para 1880

 Castilnovo, Gabriel de la Riva

PRELIMINARES: Año religioso y santoral, por D. Pedro de Alcántara Suarez.

Año astronómico  
Las Estrellas, por D. José J. Landerer.
ALMANAQUE LITERARIO – Prologo.- Juan de Joanes.- Alonso Sánchez Coello.- Dominico Theotocopuli (El Greco).- Jusepe de Rivera (El Españoleto).- Francisco de Zurbarán.- Don Diego Velazque de Silva.- Alonso Cano.- Bartolomé Estéban Murillo.- Don Juan Carreño de Miranda.- Claudio Coelo.- D. Francisco de Goya y Lucientes, por D. Pedro de Madrazo.
Va a venir; monólogo, por D. Eusebio Blasco.
La Niña de Gómez Arias; leyenda, por D. José Velarde.
Don Juan de Austria y Antonio Perez, por D. Adolfo de Castro.
La visión de Fr. Martin (Witemberg, 15 …), por D. Gaspar Nuñez de Arce.
Las Cenizas de los Comuneros (capítulo de un libro inédito), Por D. Cesáreo Fernandez Duro.
Doña María de las Nieves, por D. José Fernandez Bremon.
La Copa de Oro (tradición), por Don Manuel Reina.
Los diarios de Madrid leídos fuera de España, por D. Ángel Fernández de los Rios
Cuento de un Gigante, por D. Leopoldo Cano y Masas.
Las Fiestas de mi pueblo, por Don Emilio Castelar.
LA LIRA MEJICANA- El Rústico y el Monarca (romance morisco), por D. J.J. Pesado.
Las Aves viajeras.- Temítocles.- El Cólera morbo, por D. Manuel Carpio.
La piedad divina, por D. Alejandro Arango y Escandon.
Hernan Cortés, por José María Roa Bárcena.
La guerra civil, por D. José peon Contreras.
El Guadalete  periódico político y literario - Año XXV Número 7275 24 12 1879

miércoles, 3 de junio de 2020

Fernando de Laredo en "El Guadalete" de Jerez

 Castilnovo, Gabriel de la Riva
Variedades
EL NUEVO POEMA

En el ateneo obtuvo el domingo una entusiasta y merecida ovación el joven poeta sevillano* D. José Velarde, con la lectura de su nuevo poema Fernando de Laredo. Es esta una producción donde abundan, no solo brillantes descripciones llenas de vida y colorido, sino pensamientos sublimes, trascendentales, que revelan en su autor u profundo espíritu de observación y análisis.
El Sr. Velarde, a leer su último poema donde se muestra muy superior a sus anteriores trabajos literarios, trae a la memoria aquellos modelos notables de sencillez y corrección que  formaron el sello distintivo de la clásica escuela sevillana.
El joven poeta fue entusiastamente aplaudido y con ardoroso cariño felicitado por el distinguido auditorio que asistió a la velada literaria del Ateneo.
He aquí ahora tres descripciones que escogemos entre otras no menos delicadas y perfectas del nuevo poema, oído con extraordinario aplauso y celebrado por todos en la velada.

Ya de la choza en el ahumado techo
su nido abandonó la golondrina
de barro, plumas y granzones hecho.
Sólo el abrojo de acerada espina
crece en campos que azotó el ventisco,
y los rebaños cuando el sol declina,
famélicos retornan al aprisco.
Ya gárrulo, al volar, no mece el viento
hojas, flores y espigasen los prados,
y en vano pugna el sol sin ardimiento
por disipar las brumas y nublados.
La raíz de las plantas se soterra
sin encontrar el jugo de la vida
congelado en el fondo de la tierra,
y arranca por raudo torbellino
muere al fin la hoja seca, convertida
en alfombra crujiente del camino.
El ave teme desplegar el vuelo,
en la colmena enciérrase el enjambre,
el hombre en el hogar busca consuelo,
y trocados, en fin, la hartura en hambre,
en páramo el verjel, el agua en hielo,
la luz en sombras y en fragor la calma,
parece que gravitan sobre el alma
los nublados que cruzan por el cielo.
…………………………………………
………………………………………....
Huido, en tanto el sol tras de la sierra,
la oscura noche, del malvado asombro,
va tendiendo un manto por la tierra.
Sigue el lebrel, latiendo y rastreando,
al labrador que, con la azada al hombro,
alegre torna hacia el hogar cantando.
Deja al pasar en el brumoso ambiente,
resoplando la acémila cargada,
anchas columnas de vapor hirviente.
Camino del establo, la boyada,
que siente libre la cerviz del yugo,
ramonea en los árboles sin jugo,
sacudiendo la esquila destemplada;
el mochuelo en el nido se imcorpora,
abre los ojos, a silbar empieza,
y la alondra, que oyéndolo se azora,
esconde bajo el ala la cabeza
y se duerme soñando con la aurora.

…………………………………….
…………………………………….

Acechando la presa, en la espadaña
rompe el ave nocturna en un silbido,
al que responde el lastimero aullido
del perro del pastor en la montaña.
Lenta se ensancha al declinar la luna,
perdiendo en luz lo que en tamaño crece,
como, menguando en hora, se engrandece
quien baja al lodazal de la fortuna.
Todo queda después en calma
que más miedo produce y más espanto
que las grandes tormentas en el alma.
Ni vierte el cielo su nocturno llanto,
ni luce un resplandor, ni el viento zumba;
denso nublado el horizonte cierra,
y al modo de la losa de una tumba
cubre de sombras y de horror la tierra
………………………………………..
………………………………………..

Por no apartarse de la iglesia santa,
el cementerio humilde de la aldea
en medio de los vivos se levanta.
De negro barro y de ladrillo rojo
un muro sin reboque le rodea.
que ya del tiempo destructor despojo,
a trechos está unido por bardales
de apisonada tierra, donde crecen
la pita, la chumbera y los zarzales,
y donde en verano florecen
espinos majoletos y rosales.
La puerta, sin pintura y carcomida,
al abrirse o cerrarse para el muerto
parece que solloza dolorida,
exclamando: “Venid, que este es el puerto
donde acaban los males de la vida.”
Dentro, la vanidad aparatosa
las cenizas en mármoles no encierra,
pues dulcemente el campesino posa
en el regazo de la madre tierra
sin sufrir ni aun el peso de una losa.
Cubierto por el césped de verdura,
aquel paraje destinado al duelo
no lleva espanto al alma ni amargura.
A no ser por la cruces de madera
que señalan las fosas en el suelo,
un huertecillo alegre se creyera,
pues cubren los sepulcros y el osario
el limonero, el brótano y la higuera;
y no hay más ciprés, que se eleva con anhelo
por encima del mismo campanario,
para indicar la senda que va al cielo
*Donde pone sevillano debe poner: Conileño
'El Guadalete  periódico literario y de interés general' - Año XXVII Número 7625 09 021881

lunes, 1 de junio de 2020

Fray Juan en "El Guadalete" de Jerez

CANTO SEGUNDO
Diez años han transcurrido desde que Fray Juan abandonó su patria buscando olvido a la pasión que abrasaba su alma; ni los rudos trabajos, ni la larga ausencia, hicieron mella en su vivir, ni acallaron los ímpetus de aquella pasión pura y fugaz que una vez traspasó su corazón y al retornar a los campos de verde esmeralda de olivares, donde negrea la aceituna pendiente de sus aromas que el mirlo picotea silbando al posarse entre ellas; vislumbra a su través el terruño y la iglesia parroquial.

En este templo cristiano
Todos cumplen sus deberes;
A requebrar la mujeres
No va ante Dios el liviano
El curioso busca en vano
Esplendores y grandezas;
Sólo inspira su pobreza
Recogimiento y ternura
Y sólo en su nave oscura
El pecador llora y reza.

Llega el fraile a su aldea natal, su cobijo es la iglesia bajo cuyas naves dióle el bautismo el nombre de cristiano y en la penumbra del atardecer cae de hinojos a los pies de un Niño Dios, de cera, cubierto de arrebol la faz que el pueblo venera y lo encuentra más bello que el sol; así como a Madona del Carmelo, vestida de terciopelo tachonado el manto de lentejuelas.

La iglesia casi en ruinas
Ostenta como primores
En sus altares las flores
Que llevan las campesinas.
Y coronado de espinas
Lleno de sangre y sudor,
Se ve en el altar mayor,
De una lámpara a la luz,
Agobiado por la cruz
Al Divino Redentor.

A Fray Juan, calada su capucha, se le oye quedo, muy quedo rezar; la luz de la lámpara que esta próxima a espirar, reverbera a intervalos  sobre la severa faz del Cristo y no se nota otro rumor que el del vendaval que azota los ventanales.
De repente aquella calma se interrumpe; lamentos de dolor violento arrancan del fondo del alma del fraile y una mística embriaguez se convierte en desvarío del mal que creyó vencido.

Vuelvo después de diez años
Ya tranquilo el corazón
Y ahogada aquella pasión
En un mar de desengaños.
Y otra vez sueños extraños
Exalta mi fantasía
Y elevado a idolatría
Mi amor ha vuelto a estallar,
Solamente al contemplar
La reja donde la veía

En vano sus fuerzas ya agotadas, sus carnes demacradas por el ayuno y el cilicio que la fustigó; en vano de implorar sobre la tumba de su difunta madre podía deshacerse de una infiel que a su pesar lo abandonó por su padre.

La fiebre devoradora
Invade su cuerpo yerto
Y exánime, casi muerto,
Le sorprende allí la aurora.
Poco a poco se incorpora
Al volver en su sentido.
Y al arrastrarse aturdido
Buscando el confesonario
La esquila en el campamento
Rompe en fúnebre tañido

Rechina lentamente la pesada puerta del templo dejando entrever por sus resquicios los albores matutinos, y en esa semiluz del amanecer entra en la nave desierta hermosa mujer de altiva frente, esbelto porte y quebrado color; penitenta que fija en Dios sus negros ojos orlados de círculos morados que solo el dolor dale tinte.

Oculta la feligresa
Su triste faz bajo el manto,
Besa el hábito del santo
Y se arrodilla a sus pies.
Padre, murmura después;
Pecadora contumaz,
Vengo aquí a buscar la paz:
Y es de su voz el murmullo
Aun más dulce que el arrullo
De la paloma torcaz

Y entre sollozos y amargos pesares que embargan el alma de la penitenta, deposita arrodillada a los pies del confesor los secretos del dolor que agudo puñal traspasó su corazón y el ansiado remedio que busca, le pide para sosegar su intranquila existencia.

Aun no era, Padre, mujer
Cuando un hombre conocí,
Y al conocerle sentí
Mis alas de ángel caer.
Era cuando empieza a ver
La niña por otro prisma
Y su alma en sueños se abisma
Y sin motivo está triste
Y a su muñeca no viste
Para vestirse a si misma.

Tras breve pausa, para dar tregua a enjugar las lágrimas que a raudales vencían sus ojos, enjugándolas en fino pañuelo de rico olan y reprimir los gemidos de su pecho, indecisa y con dolorido acento, prosiguió su confesión.

Mi padre, como una esclava
En un claustro me encerró,
Y en matrimonio me dio
A un hombre que yo no amaba.
Mi amor en la guerra estaba
En aquel terrible instante
Y habrá ¡oh Dios! Quien no se espante
Pensando en lo que he sufrido
Al hallar que mi marido
Era el padre de mi amante.

Al fraile le invade el terror; los gemidos luchan en lo hondo de su ser; titánicos esfuerzos hace para no gritar en la tortura inmensa que le oprime, ¡Clara sois vos! Viene el  deber en pos y quebrando por el dolor en alto grado fija su vista en Dios,

Y sigue: Al hombre aquel
A ver no he vuelto jamás
De pena murió??, quizás!!!
Creyendo a su amada infiel
Yo impura sueño con el
Vos santo y de vos tan dueño
Decid; ¿cómo una pasión
Se arranca del corazón
Y se destierra del sueño?

Sientése el fraile ahogarse en su desventura… huye… le faltan brios… y pronunciando el nombre de Dios rueda exánime y sin vida a los pies del altar.

“Socorro” quiso gritar
La penitenta angustiada,
Mas fijando su mirada
En el semblante del Santo
¡Es él! Gritó con espanto
Y dio en tierra inanimada.

En tanto escarbando el suelo
La casa el gallo alborota
Sale del surco la alondra
Cantando al alzar el vuelo;
El obscuro azul del cielo
Se trueca en vivo arrebol
Mira a Oriente el girasol
Suena la esquila en el monte
Enciéndese el horizonte
Y surge radiante el sol.
Por la transcripción,
Isabel García Pérez
Jerez, Agosto, 1929  


El Guadalete  periódico literario y de interés general - Año LXXVII Número 24440 18 08 1929