domingo, 31 de diciembre de 2023

José Velarde en Córdoba

Notable poeta,- se encuentra en esta capital, donde piensa detenerse unos días, el laureado poeta sevillano conileño, residente en Madrid, Don José Velarde, autor de los inspirados pomas –Fray Juan- y –Fernando de Laredo- que mucho enaltecieron la alta reputación que le ha colocado ya entre nuestros primeros vates. El señor Velarde poeta de lozana fantasía y sin rival en la descriptiva. Lo saludamos cordialmente desde nuestras columnas, y deseamos que alienten su brillante numen las hermosas perspectivas de nuestro suelo, muy fecundo en bellezas y tradiciones.

Diario de Córdoba de comercio, industria, administración, noticias y avisos: Año XXXV Número 10263 - 1884 abril 25

Fuente biblioteca virtual de prensa historica

jueves, 28 de diciembre de 2023

José Velarde en el Diario de Manila: Número 238 -1886


QUERIDO AMIGO Y PAISANO: Encabeza V. su folletico con el siguiente magnífico soneto de nuestro amadísimo Manuel del Palacio:

UNA COGIDA.

Suena el clarín: la multitud se agita;
Ya está en el circo la asombrada fiera;
Impávido el jinete que la espera,
Su atención y su enojo solicita.
-<<¡Menos vara, morral!>>- un chusco grita.
-<<¿Se ha enamorado usted de la barrera?>>
El hombre avanza, y rápida y certera
A su encuentro la res se precipita.
Como roca del monte desgajada
Rueda el jinete, y ebria de furores
Cébase en él la fiera ensangrentada,
Mientras, ahogado el ¡ay! de sus dolores,
La imbécil muchedumbre, entusiasmada,
Repite:-<<¡Picadores! ¡Picadores!>>

Hermosísimo soneto, en verdad, como de quien es; pero prefiero este de nuestro adorado Zorrilla:

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Certamen sobre la Vida es Sueño de Pedro Calderón de la Barca

Para el aniversario de la Muerte de Calderón, en  La Ilustracion Española y Americana se publica este certamnen donde escribieron: Ventura Ruiz Aguilera, Manuel de Palacios, José Zorrilla, Narciso Campillo, Emilio Ferrari, Juan Jose Herranz, Carlos Frontaura, Jose Velarde, Marcos Zapata, Leopoldo Cano y Masas, y Eugenio Selles.

Velarde escribió:

No es la vida una ficción
Aunque así nos la hagan ver
Las falacias del placer
La fortuna y la ilusión.
Estos mismos sueños son,
Del existir, realidad;
Y como en eternidad
La muerte, al fin, se convierte,
Tan solo es sueño la muerte;
Sólo la vida es verdad.
José Velarde

jueves, 14 de diciembre de 2023

El Invierno

A MI QUERIDO AMIGO
JUAN LÓPEZ VALDEMORO

I

Tan sólo aquello que entristece ó daña
Con vida y fuerza en el invierno frío,
El ciprés, el abrojo y la cizaña.

Seco está el bosque y el nidal vacío,
La fuente pura convertida en hielo,
Muda la alondra, desbordado el río;

Y para colmo de tristeza y duelo,
El viento ruge, brama el Océano,
Y en lluvias y rayos se desata el cielo.

Velarde en Fomento

Fomento.
Real Decreto precedido de exposición creando una estación enológica central en el Instituto Agrícola de Alfonso XII

Ultramar.- nombramientos y ceses
Otros nombrando jefes de administración de tercera clase a los que lo son de segunda en la secretaría de dicho ministerio, D. José Velarde y D. Ismael Ojeda.

El Correo: Año XIII Número 4296 _ 16/01/1892
Biblioteca Virtual de prensa histórica

Foto:Scard Bermu

martes, 12 de diciembre de 2023

Fragmentos de los cantos de los Vedas

Calle Salmonete
Fragmentos de los cantos de los Vedas

I

Nada más grande que yo.
De mí pendientes están
Los seres, como las perlas
Suspendidas del collar,
Soy aroma en las flores,
En el sol la luz vital,
En los labios la plegaria
Y en los pechos la bondad.
Yo soy la simiente eterna,
Quien la vida a todo da,
Principio y fin de las cosas
Y espíritu universal.
Entre todas las especies
Soy una especie sin par;
Entre los cuatro elementos,
El fuego ardiente y voraz;
Entre los astros radiantes,
El eterno luminar;
Entre los montes, el cano
Himalaya colosal;
Entre las sierpes, aquella
Que enroscada al mundo está;
Entre los ríos, el Ganges;
Entra las aguas, la mar,
Y entre todas las palabras
La divina, la verdad.

II

Cuando ni cielo ni tierra,
Ni ser ni no ser había;
Cuando ni el agua ni el fuego,
Ni la muerte ni la vida,
Ni el placer ni los dolores
Eran verdad ni mentira,
Dios sólo consigo mismo
Y sin alentar vivía.
-¿Quién soy yo?-se preguntaba-
Y en la extensión infinita,
Oscura, callada y sola,
Nadie a su voz respondía.
Y girando en torno suyo
Atribulado la vista,
Sintió miedo al ver que solo
A si mismo se veía.
¡Por eso es miedoso el hombre
Si en la soledad se mira!
Pensó entonces, y se dijo:
-¿Por qué el terror me domina
Si fuera de mí no hay nada?-
Y del espanto se libra;
Pero, en vez de miedo, entonces
Sintió tristeza infinita.
¡Por eso el hombre está triste
Si en la soledad se mira!

José Velarde

Este fragmento se publicó en La Ilustracion Española el 8 de octubre de1891

miércoles, 6 de diciembre de 2023

Serenata

Copyright foto: Colección Particular Pérez de la Cerda

Serenata


Ardiendo la mariposa
Muere en la llama que la cegó,
Como abrasado en el fuego
De tus miradas me muero yo.
Los ojos abre,
Por caridad,
Aunque me ciegue
Su claridad.
En mi los fija
Con ilusión
Y muera, ardiendo,
Mi corazón.


Por ti en mi pecho las penas
Como las olas vienen y van,
Y rugen y se estremecen
Como las llamas de un volcán.
Sigue en mi alzando,
Por compasión,
Las tempestades
Del corazón.
Darme la calma
Fuera crueldad,
Porque en mi vida
La tempestad.


Como el panal, niña mía,
Tus rojos labios destilan miel,
Y dan aroma a tu aliento
Jazmín y rosa, nardo y clavel.
Tu habla es un canto,
Canto de amor,
Que abrasa en celos
Al ruiseñor.
Un beso, un beso
Que tú me des,
Morir después

José Velarde (inédita) La Ilustración Española y Americana 30-noviembre 1892

lunes, 4 de diciembre de 2023

El Educacionista


La fuente del haya
(De Lamartine)

Fuente murmuradora y cristalina
Que de la roca, por tu impulso abierta,
Surges, rodando en limpia cascada
Sobre la verde y florecida hierba;

Roto el tazón pulido de alabastro
Donde caías desatada en trenza,
Tu veneno se escapa y va a perderse
A los húmedos bajos de la selva.

No arroja ya por las nasales fosas
Tu delfín, coronado de la hiedra,
En luminosos arcos espumosos
El caudal de tus aguas plañideras;

Ni tienes otro amparo que la sombra
Del haya que en ti viéndose contempla
Cómo su corazón carcome el tiempo,
Su sabia enfría y su ramaje seca.


En otoño sus hojas amarillas
Caen en ti como lluvia de tristeza,
Y el húmedo verdín va de tu estanque
Corroyendo las mal unidas piedras.

Mas tú no dejas de brotar, fecunda
Como esas almas pródigas y tiernas
Que, maltratadas, su dolor olvidan
Por consolar la desventura ajena.

Sobre tu rota pila recostado,
Miro cómo te filtras en la tierra,
O detienes tu curso rumoroso
En las guijas que al paso redondeas.