viernes, 1 de septiembre de 2023

Alegría en Revista de España


Atravesamos el más fecundo periodo editorial. Corren en prensa, ahora, los trabajos a que durante el estío se dio feliz término; trasúdense las novelas mejor recibidas en Francia; imprímense las obras que nuestros autores dramáticos dieron a la escena, y va, en suma, de día en día aumentando el movimiento bibliográfico, aunque siempre en los cortos límites que nuestra pereza y el poco amor a la lectura nos imponen.

Lo primero de que nos creemos obligados a tratar es de La Fuga, canto 3º del poema alegría, original de D. José Velarde.

Supuesto que nuestros lectores habrán leído los cantos que antecedieron , no hay para entrar en examen general de la obra, debiendo limitarnos al juicio que La Fuga nos merezca.

En este canto, como en los dos anteriores, la musa del Sr. Velarde, abandona aquel tono legendario de La Velada, Fray Juan y La Venganza, y amoldando sus pensamientos al gusto moderno, los expresa con una encantadora sencillez, por cierto muy propia del asunto que desarrolla. La fluidez de sus versos, la facilidad de las estrofas, lo delicado de los pensamientos, y más que nada, la elegancia, buen gusto y corrección del lenguaje, son de tal mérito, que a nuestro entender, son expresión de un indiscutible adelanto del Sr. Velarde.

El idilio que narra y describe en su poema Alegría tiene tanta vida, tanta alegría y tanta naturalidad, que lo que describe se ve, lo que narra se siente.

¿A quién no le complacerán las cartas que entre el soldado Perico y su novia se cruzan? Empieza él su carta así:                  

Sabrás cómo he logrado, vida mía
por mi conducta y mi saber, la ganga
de poderme plantar desde este día
dos cintas coloradas en la manga.
Cabo soy; mas no tengas sentimiento
por verme a tal altura remontado,
que a mí no me infla de la gloria el viento.
Quien te quiso soldado,
cabo te quiere, y te querrá sargento.

Esta carta, tierna llena de naturalidad y de gracejo; la que Alegría le responde; la descripción de las faenas del Señó Jeromo, que

Á pesar de cumplidos los setenta,
y trabajar con frio ó con bochorno,
aun el viejo le acusa las cuarenta
á todos los zagales del contorno:

la impresión del mismo al saber el amor de Manuel hacia Alegría, y ver una lagrima en los ojos de aquel, cuyo pecho creía endurecido, y, por último, la fuga de Alegría en busca de su amado Perico, son bellísimos trozos de poesía.

El Sr. Velarde, como poeta lirico, ha dado un gran paso desde la publicación del primer canto de Alegría; ya no insiste en el relato de añejas leyendas, en cuyo empeño se suele tropezar con la monotonía; ya no diluye el asunto en facilísimas, correctas y sonoras quintillas, sino que elige asuntos más propios del gusto actual y los viste de una estrofa que se adapta perfectamente a la idea; y en esta labor, y en esta evolución, resulta cada día más correcto, más original y más brillante.

El poema Alegría, especie de novela en verso, cuadro campestre, cuyas escenas se versifican en Andalucía, será seguramente una producción de las que más influyan en el renombre del poeta sevillano conileño

Fuente: Hemeroteca digital BNE
Revista de España. 11/1888, n.º 124
Foto. Antonio Leal

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