jueves, 21 de septiembre de 2023

Pensamientos


La Tertulia c/ General Gabino Aranda

A la señorita Doña Carmen Fernández de Cordoba y Perez de Barradas
Versos escritos en el abanico que, como regalo de boda le envió el autor
 
I

Como en toda alma grande es la poesía
El ser primero que el amor engendra,
Mis versos mirarás con simpatía.
En tu alma, bella Carmen, los acendra;
No los desdeñes por su aspecto grave;
Tienen, míralos bien, como la almendra,
Cáscara dura y corazón suave.

II

La mariposa y la flor
Sólo viven para amar,
Y mueren por el amor.

III

El fuego del amor, Carmen divina,
Más vale y dura más cuanto más lento;
Prefiere el que conforta al que ilumina,
A las llamas fugaces del sarmiento
Las brasas duraderas de la encina

IV

Amor templado y firme
Al alma presta
Vida en el decaimiento,
Paz en la guerra;
Como la fuente,
Que en Agosto está fría
Tibia en Diciembre

V

Ten de amor y virtud el alma henchida,
La virtud purifica los amores,
Y el amor es la esencia de la vida,
Como la miel es la esencia de las flores.

VI

Amor, en el alma honrada
Se hace virtud singular,
Como la espuma irisada
Se hace perla condensada
En lo profundo del mar.

VII

Silencio y soledad el amor quiere;
El tuyo guarde misterioso sello,
Que amor ruidoso en el bullicio muere.
Ni dice lo mejor ni lo más bello
El necio, porque mucho vocifere.
Mira los gansos chapuzar con ruido,
Batir la alas y estirar el cuello
Para romper en bárbaro graznido;
Mientras lanza su arrullo de terneza
La tórtola encogiéndose en el nido
Y ocultando en el buche la cabeza.

VIII

Tengo entendido
Que los que no han amado
Mueren de frío.

IX

Bendice, Carmen bella, estos momentos
En que el llorar y suspirar te abruma;
Que entre lágrimas dulces y lamentos
Nace y crece el amor, como la espuma
Al choque de las aguas y los vientos.
¡El amor, el amor! Próvida llama
Que ilumina la tierra, la perfuma,
Y en procreadores ímpetus la inflama.
Fuerza débil, del malvado yugo,
Del pobre hacienda , de los cielos guía,
Y del estéril ser único jugo,
¡Bendecido el amor, que se gloria
En dar a la mudez lengua de fuego,
Al oído cerrado melodía,
Y visiones beatíficas al ciego!

X

Ama aunque sufras; no valen,
Para el noble corazón,
Todos los placeres juntos
Lo que una pena de amor.

XI

¿Has visto cuál toman, Carmen,
Del mismo terrón, a un tiempo,
Amargura la retama,
Esencia rica el cantueso,
Saludable jugo el quino
Y la cicuta veneno?

Pues así del amor toman
Los ardientes el deseo,
La estimación los sensatos,
El rencilloso los celos,
La paz el noble y alegre,
Y el loco o necio el infierno,
Tú en él hallarás la dicha,
Pues si fueras planta, a un tiempo
Tomarías de la tierra
De la vid el sacro fuego,
La dulzura de la caña
Y la aroma del romero.

José Velarde

Madrid, julio de 1886.

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