Extramuros
A mi querido amigo niño de Quince años Juan Antonio Cavestany con motivo del estreno de su magnifico drama
EL ESCLAVO DE SU CULPA
Ay! ¡con cuánto furor, con cuánta pena
Miro sobre la escena
Donde vibró de Calderón la estrofa,
Turba vil de procaces histriones
Con palabras y acciones
De lascivia, de escándalo y de mofa!
No es su burla, la burla que corrige
Y a los vicios aflige
Ni el delicado juego del idioma;
Es el escarnio, el epigrama obsceno,
El torpe desenfreno
Que vengaron los bárbaros en Roma.
Se ha hecho indigno el poeta de Parnaso,
El cómico un payaso:
Entre los dos sus plácemes reparten
Un vulgo necio, y de diversos modos
Injurian entre todos
A la moral, a la razón y al arte.
Voy a buscar al patrio coliseo
El honesto recreo,
La escuela del honor y la cultura,
Y hallo la desnudez provocativa,
La sátira lasciva,
La danza muelle, el vicio y la locura.
Como para vengar bajezas tanta,
Osada se levanta
Con la espada flamígera desnuda
Otra escuela fatal que se extravía,
Pues le sirve de guía
La luz de fuego fatuo de la duda.
Y se goza en pintar desierto el cielo
Sin premio ni consuelo,
Ternura, honor, virtud, llantos y preces,
En erigir en Dios el fatalismo
Y con brutal cinismo
De la miseria en remover las heces.
Y el enervado público se inflama
Y alucinado llama
Virtud al mal, pasión al desenfreno.
Moralidad a la lascivia impura
Y genio a la locura
Armada del puñal y del veneno.
¿Mas cruzo con el látigo estallante
Al grosero farsante
Que a gala tiene su procaz cinismo,
O al vulgo sin pudor que le tolera,
Y aplaude y vocifera
Excitado por torpe sensualismo?
¿Dónde el Cervantes que con rudo azote
En un nuevo Quijote
Mate riendo la locura humana;
Dónde de Herrera el férvido entusiasmo,
De Quevedo el sarcasmo
O el formidable ariete de Quintana?
¿Dónde el Sansón que el profanado templo,
Dejando eterno ejemplo,
Reduzca a polvo con hercúleos brazos,
O dónde el Cristo que al juglar inmundo
Arroje furibundo
De la mansión del arte a latigazos?
Lo ignoro; mas perdida la esperanza,
Virtud que a Dios avanza,
En mi labio la queja y el reproche
Y en el pecho la duda punzadora,
Encuentro en ti la aurora
Que surge de las nieblas de la noche.
Quizás sea ilusión de mi cariño,
Pero al verte tan niño
Pisar con honra el español proscenio,
Al público sacar de su marasmo,
Excitar su entusiasmo
Con el poder magnético del genio,
Y ostentar el laurel sobre tu frente,
Donde el sueño inocente
De la infancia feliz virgen unida,
Volver el arte a su grandeza he visto
Como a la voz de Cristo
Lázaro muerto retornó a la vida.
José Velarde
Diciembre 1877
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