c/ Extramuros
Un Español un Francés y el PoetaESPAÑOL
Es sanguinario verdugo.
FRANCÉS
Héroe y gloria de la Francia.
ESPAÑOL
De ambición monstruo insaciable,
Que de su renombre en aras
Familias, pueblos, naciones
Destruye con furia insana.
FRANCÉS
Paladín altivo y fiero
De la honra y de la fama
De su nación, que a la Europa
Sujeta bajo su planta.
ESPAÑOL
Sus huellas, cual las de Atila
Marchitan, secan, devastan;
Un reguero de sepulcros
En la tierra las señala.
FRANCÉS
Brota el laurel de la gloria
En donde fija la planta,
Y el espíritu enervado
En bélico ardor se inflama
Al ser por el rayo herido
Que fulgura en su mirada.
ESPAÑOL
¿ Qué deja sobre la tierra?
La ruina, la matanza,
El incendio, los dolores,
Arroyos de sangre y lágrimas.
FRANCÉS
Hay muertes que dan la vida;
Purificadoras llamas
Que al producir el incendio
Iluminan y no abrasan;
Dolores que recio temple
Prestan a débiles almas;
Escombros que el sol calcina
Y cubre de musgo el agua,
Mejores que los palacios
En donde habita la infamia;
Como hay llanto que redime
Y sangre que al brotar salva.
ESPAÑOL
Todas las malas pasiones
Tienen asiento en el alma:
La ambición le aguijonea,
El orgullo le avasalla,
La soberbia le domina,
El egoísmo le inflama;
Es su justicia el capricho
Y su perdón la venganza;
Para medrar se precave,
Tiraniza cuando manda;
Pospone a su encumbramiento
La ventura de su patria,
Y nuevo Eróstrato impío,
Por gozar de eterna fama,
Vierte a torrentes la sangre,
Inmola la triste Francia
En las estepas de Rusia
Y de Iberia en las montañas,
Trueca en yermo los vergeles,
Los pueblos quema y arrasa,
Los imperios desmorona,
Las religiones profana,
Y apilando humanos restos,
Que con sangre y llanto amasa,
Los hace escabel del trono
Donde osado se levanta.
Allí el incendio le alumbra,
Su gloria el cañón proclama,
En vez de incienso le envuelve
El humo de las batallas
Y contempla el mundo atónito
Su apoteosis satánica.
Hasta que al fin, ¡Dios es justo!
Muere lejos de su patria
Corroído por el cáncer
Que devora las entrañas,
Y por el remordimiento,
Terrible cáncer del alma.
FRANCÉS
En Córcega nace oscuro
Y su valor lo agiganta,
Y en medio del semillero
De pasiones enconadas,
De una sociedad convulsa
Que furiosa se desata
Y a los crímenes se entrega
Y camina desbocada,
Como el sol rompe las nubes
Donde alienta la borrasca,
Y el viento las barre airado
En la bóveda azulada,
Él los ánimos enfrena
Y las pasiones encauza;
En Austerlitz y Marengo
Da gloria eterna a su patria;
Al empuje formidable
De sus huestes entusiastas,
Atónita tiembla Europa,
El Islam pásmase en África,
Nobles príncipes y reyes
Sumisos besan sus plantas;
Los tronos se bambolean
Cuando fulmina su espada,
Por botín da a los soldados
Los reinos que vence y gana;
Esclaviza la fortuna;
La victoria le acompaña;
Díctale leyes al mundo,
Y cuando tal precio alcanza,
La infame traición le vence,
Y va a morir aquel águila
A Santa Elena, una roca,
Como su mente, volcánica;
Entre dos inmensidades
Que con su grandeza igualan,
La del cielo que en su tumba
Rayos tropicales lanza,
Y la del mar, que, rugiendo,
Le entona gigante hosanna.
EL POETA
Ni semidiós, ni verdugo.
Es la poderosa máquina
Que ciegamente obedece
La voluntad Soberana.
Nace humilde y nace oscuro
Y Emperador se proclama
Para probar que es el genio
La primera aristocracia.
Es ambicioso, egoísta
Y tirano cuando manda,
Y al elevarse hasta el trono
Es al pueblo a quién levanta.
Entre horribles convulsiones
El derecho nace en Francia,
Porque todo alumbramiento
Dolor a la madre causa,
Y él lo lleva victorioso
Por la Europa consternada.
Como Atila y Alarico,
Al par que destroza y tala,
A los pueblos enervados
De su postración levanta.
En el libro de la historia,
Por ley fatal impulsada,
Es una mano de hierro
Que escribe una nueva página
Y le abre la puerta al siglo
De la libertad humana,
Merece, como tirano
Y usurpador, odio y saña,
Admiración como héroe,
Como genio lauro y palmas,
Olvido y perdón como hombre,
Y como ley soberana
De la historia, que Dios guía,
El amor de nuestras almas.
José Velarde
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