Desde Sta. Catalina
La noche es oscura y fría:
Baja el lobo de la sierra
Cauteloso olfateando
Y al viento dada la oreja.
Cual fuegos fatuos relucen
Sus ojos en las tinieblas,
Y con paso no sentido
Al callado redil llega.
Descuidados los pastores
La Natividad celebran,
Y el perro deja la guarda
Atraído por la cena.
De pronto tristes balidos
A los pastores despiertan.
Que ¡al lobo! gritan y azuzan
Los perros contra la fiera.
Pero tarde: llega el lobo
A su cubil con la presa,
Y tiéndese jadeante
Clavando la zarpa en ella.
En una casa mezquina
De entrada oscura y estrecha,
Sobre un mostrador echado
Está un hombre de faz seca.
Ojo avizor, oído atento,
Como el lobo cuando acecha,
Todos los sentidos pone
De su tugurio en la puerta.
Ábrese, al fin, lentamente,
Y una pobre mujer entra,
Que la manta de su lecho
En manos del hombre deja.
-Esta noche tendré frío
- Dice al bajar la escalera, -
Mas los hijos de mi alma
Cenarán, que es Noche-Buena.-
Aun más desgraciado el pobre
Que las tímidas ovejas,
No tiene contra los lobos
Ni perros que le defiendan.
José Velarde
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