Teodomiro o la cueva del Cristo se titula una leyenda en verso, debida al distinguido poeta José Velarde. Este Teodomiro es el célebre godo, que después de la derrota del lago de Sanda fundó y sostuvo un pequeño reino en Orihuela, cuya independencia fue reconocida por los árabes. El señor Velarde no ha escogido para asunto de su leyenda este hecho notable; antes falseando la historia sin el menor escrúpulo, hace morir a Teodomiro en el primer encuentro que tuvo con los invasores, siendo gobernador de Andalucía. Enlazando con este hecho un supuesto amor que el célebre conde don Julián profesa a Clodosvinda, esposa de Teodomiro, y una ruin venganza que de los desdens de esta pretende tomar el desairado conde, ha forjado el señor Velarde una leyenda no muy interesante ni ingeniosa, pero digna de estima por algunos pasajes bellamente versificados, entre los cuales merecen notarse la carta de Teodomiro al rey Rodrigo, la descripción de la batalla entre árabe y cristianos y la escena final de la leyenda.
Leyendo esta producción se advierte al punto que ha cuanto a mayor altura se remonta el señor Velarde, es cuando sigue fielmente los pasos de su maestro y protector señor Núñez de Arce. Tal se observa en la carta de Teodomiro, que no se desdeñaría de firmar el ilustre autor de La selva oscura, tanto por la alteza de las ideas y sentimientos que en ella se manifiestan, como por la gallardía de los robustos tercetos en que está escrita. Pero en otras ocasiones, el señor Velarde se abandona un poco y escribe versos incorrectos o duros, o combinaciones métricas tan inarmónicas como la que se halla en la dedicatoria de la leyenda. Esto no impide, sin embargo, que considerada en conjunto merezca aplauso esta producción, así como las tres composiciones sueltas que se le han agregado para completar el tomo.
También se ha publicado en estos días un folleto que contiene ocho poesías liricas del joven poeta don Plácido Langle, premiadas en un certamen celebrado en Almería. Como el que esto escribe formó parte del Jurado que otorgó el premio al señor Langle, no pueda formular juicio alguno acerca de tales producciones.
M. de la Revilla.
Fuente: Hemeroteca digital BNE
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