lunes, 31 de julio de 2023

Ante un crucifijo, publicada completa en "El Jardin"

Incienso, luz, armonía

Llevar quiero a tus altares,
¡Oh Dios! Que enfrenas los mares
Y enciendes de un beso el día:
Así, que mi alma te envía
Al altar del firmamento,
Como armonía un acento,
Lleno de santo fervor,
Como perfume el amor,
Como luz, el pensamiento.

II

Cuando ante ti reverente
A orar me postro de hinojos,
Asoma el llanto a mis ojos
Y lo infinito a mi mente:
Y siento sobre mi frente,
Nublada por el desvelo,
Bajar en callado vuelo
El hilo de luz fecundo,
Por donde vienen al mundo
Las bendiciones del cielo.


III

No pretendo comprenderte,
Ni llegar a definirte;
Tan solo aspiro a sentirte,
A admirarte y a quererte.
Quien vaya a ti de otra suerte,
Luchará con la impotencia;
Te busca la inteligencia
De los astros en el fondo,
¡Y tú habitas lo más hondo
Y oculto de la conciencia!

IV

Sin ternura y sin amor
La mente desatentada
Te busca en lo que anonada,
En lo que infunde terror:
En el rayo asolador,
En la batalla cruenta,
En el volcán que revienta,
En el esquilón que brama,
En el torrente, en la llama,
En la noche, en la tormenta.

V

Y el corazón te va a hallar
A donde ve sonreír,
Y hay que amar, y bendecir,
Y lágrimas que enjugar;
Y te mira palpitar,
Prestando vida y calor,
En cuanto respira amor,
En el iris, en la bruma,
En la aroma, en la espuma,
En el nido y en la flor.


VI


No te anuncia el huracán.
Ni del trueno el alboroto,
Como el sordo terremoto
La aparición del volcán.
Tus pasos por doquier van,
Difundiendo la alegría,
Nuncios de luz y armonía;
¡Que sólo la bella aurora
Puede ser la precursora
Del astro que enciende el día!

VII

Cuando los cielos escalas
Llevas soles por joyel,
Y te forman un dosel
Los ángeles con sus alas;
Los mundos te ofrecen galas,
Y tú los huellas triunfal,
Envuelto en leve cendal
Del color de los zafiros,
Y en música de suspiros
Y de liras de cristal.

VIII

Como en el yermo la palma,
Como el astro en el vacío,
Pones en la flor rocío
Y sentimiento en el alma.
Truecas la tormenta en calma,
Y en dulce sonrisa el lloro,
Y llevando tu tesoro
A donde el hombre el estrago.
Con flores de jaramago
El erial bordas de oro.

IX

Mas ¡ay! que mi fantasía
De pintarte forjó el sueño,
Y no te alcanza en su empeño
Por ser humana y ser mía;
Que si a ti sus alas guía,
Y cual la nube ondulando
Altiva se va ensanchando
Y a grandes alturas sube,
Al fin, como sólo es nube,
Se va al subir disipando.

X

¿Y ante ti cuál no se abruma,
Si la de más poderío
Tan sólo encierra el vacío
Como el crespón de la espuma?
¡Qué el filósofo presuma
Alcanzar tu majestad!
¡Qué te niegue la impiedad!
El pensamiento atrevido,
Como en el aire el sonido,
Se pierde en tu inmensidad.

XI

Si alguien quiere tu creencia
Arrojar del pensamiento,
Eres tú el remordimiento
Y te lleva en la conciencia;
Con ansia busca en la ciencia
Cómo empañar tu corona,
Mas la ciencia no le abona,
Y entre dudas y entre asombros
Ve que deshecha en escombros
Su Babel se desmorona..

XII

En vano te envuelve en luz
Y te da pomposo nombre,
Cuando de ti sabe el hombre
No alcanza a más de la Cruz;
Y si extiende su capuz
La noche en su corazón,
Que no busque salvación
En sus abstracciones fijo,
Que mire hacia el crucifijo;
Allí está la redención.

XIII

Tú, Dios, formaste, al crear
Del universo el palacio,
Con un suspiro el espacio,
Con una lagrima el mar:
Y queriéndonos probar
Que quien te adora te alcanza,
Como señal de bonanza,
Has dibujado en el cielo
La aurora, que es el consuelo,
Y el iris, que es la esperanza.

XIV

Tu purísimo esplendor
El universo colora,
Como el beso de la aurora
Los pétalos de la flor;
Y si tu soplo creador
En el caos se derrama,
El mismo caos se inflama,
Y entre nubes y arreboles,
Brotan estrellas y soles,
Como chispas de la llama.

XV

Así, cuando nada era,
A tu voz jamás oída,
Tomó movimiento y vida
La naturaleza entera;
Surcó el río la pradera,
Dio la flor fragancia suma,
La luz disipó la bruma,
Y tu aliento soberano
La ola hinchó en el Océano
Y la coronó de espuma.

XVI


Mas con ser la suma esencia,
Es tu arrogancia humildad,
Tu riqueza caridad
Y tu justicia clemencia;
Pues quiso tu omnipotencia
Las flores por incensario,
El monte por santuario,
Por águilas golondrinas,
Por toda corona espinas,
Por todo trono el Calvario.

José Velarde

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