Copyright foto: Colección Particular Pérez de la Cerda
Velilla escribía dramas; Cano y
Cueto, novelas y leyendas; Álvarez Surga, discursos académicos y rimas
sentimentales, y Felipe Pérez, sátiras y epigramas. Cual más cual menos, todos
soñaban con escalar el Píndo, y a todos escuchaban embebecidos los escribanos y
procuradores: Estevarena,
Velilla, Y pons, Emilio Bormas, Moreno y Torcuato Pérez. Los literatos oían hablar de pleitos como quien oye llover. Los curiales no perdían una silaba de los versos que aquellos leían y recitaban. Tratábamos Omni scibili; pero se empezaba con versos y comedias, y se acababa con comedias y versos. De tarde en tarde pasaban por allí Juan Antonio Cavestany, niño que a poco fue aplaudido en los teatros por su comedia El esclavo de su culpa; Antonio Machado, en cuya cabeza ardía el pensamiento de la creación de El Folk-Lore Andaluz, obra en que colaboraba el inteligente Guichot y Sierra; José Gestoso, enamorado de la Sevilla monumental y artística, a la cual había de rendir sus potencias y sentidos; Mario Méndez, de hermosa palabra y de inteligencia clarísisma; Dánchez Mogel, que hablaba siempre retumbando, José Velarde, médico y poeta que, a tomar pulsos y ver lenguas sucias, prefirió buscar consonantes y escribir versos muy entonados.
Velilla, Y pons, Emilio Bormas, Moreno y Torcuato Pérez. Los literatos oían hablar de pleitos como quien oye llover. Los curiales no perdían una silaba de los versos que aquellos leían y recitaban. Tratábamos Omni scibili; pero se empezaba con versos y comedias, y se acababa con comedias y versos. De tarde en tarde pasaban por allí Juan Antonio Cavestany, niño que a poco fue aplaudido en los teatros por su comedia El esclavo de su culpa; Antonio Machado, en cuya cabeza ardía el pensamiento de la creación de El Folk-Lore Andaluz, obra en que colaboraba el inteligente Guichot y Sierra; José Gestoso, enamorado de la Sevilla monumental y artística, a la cual había de rendir sus potencias y sentidos; Mario Méndez, de hermosa palabra y de inteligencia clarísisma; Dánchez Mogel, que hablaba siempre retumbando, José Velarde, médico y poeta que, a tomar pulsos y ver lenguas sucias, prefirió buscar consonantes y escribir versos muy entonados.
- ¿No asistió Rodríguez Marín en la
tertulia?
- Vivía a la sazón en Osuna, su tierra
natal, y bajaba pocas veces a Sevilla. También, también lo tuvimos con
nosotros. Entonces andaba atareado en colegir cantares populares; pero ya había
dado gallardas muestras de ser gentilísimo poeta y escribir con extremadas corrección
y pulcritud.
- Velilla ponía en el cuerno de la
luna al cóncavo y retumbante Quintana; Velarde disputaba por Núñez de Arce; ……
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