viernes, 22 de julio de 2011

Zaida

Patio C/ Baluarte

ROMANCE MORISCO

Zaida, que al rey de Granada
En red de amor tiene preso,
Á orillas del Darro habita
Un Alcázar tan soberbio,

Que envidia la misma Alhambra
Sus mármoles y arabescos,
Esmaltes y entalladuras,
Techumbres y pavimentos.

Mas si en artesones de oro,
Atauriques pintorescos
Y resaltadas cornisas
Son rico los aposentos,

Nada igual á los jardines
Que el Alcázar forman cercos,
Con sus fuentes de mosaicos
Kioscos y baños turquescos,

Alberca y surtidores,
Arriates de azulejos,
Laberinto de arrayanes
Y bosques de limoneros.
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En una noche de estío
De esas de dulce misterio,
En que al amor y al reposo
Convidan al mismo tiempo,

Del ruiseñor las querellas,
De las flores el incienso,
Las miradas de los astros
Y los suspiros del viento,

Espera Zaida á su amante,
Perdida la mente en sueños
En un pabellón morisco
De enredaderas cubierto.
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Echada está en alcatifas
Y almohadones damascenos.
Lleva brial de seda jalde,
De perlas bordado el velo,

Ajorcas de filigranas,
Sandalias persas de cuero
Y un abanico de plumas
De pájaros del desierto.
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Ya á una blanca margarita
Pide nuevas de su dueño;
Ya las hojas de una rosa
En su frente va rompiendo,

Rosa que, con ser su hermana,
Tiene amarguísimos celos
Del color de sus mejillas
Y el aroma de su aliento.
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Una red de sirgo y perlas
Aprisiona sus cabellos,
Que si fueran desatados
Arrastraran por el suelo,

Y, al mirar, abrasarían
Sus rasgados ojos negros,
Si las sedosas pestañas
No templasen sus destellos.

Rojos y húmedos los labios
Y á la sonrisa entreabiertos,
Cuando los cierra, parece
Que van á estallar en besos;

Y si sueña con amores
Toma su mórbido seno
Del ala de la paloma
El vivo estremecimiento.
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Tiene el candor de la niña,
De la mujer el despejo,
De la reina la arrogancia
Y de heroína el denuedo.

Si la miran, se sonroja
Cual brasa que aviva el viento;
Si la ofenden, ruge altiva
Con abruma con su desprecio;

Y su corazón se mueve
Á todos los sentimientos,
Á los que surgen del mundo
Y a los que bajan del cielo,

Como junco de ribera
Al que estremecen á un tiempo
La brisa que va volando
Y el agua que va corriendo.


José Velarde Marzo, 1882

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