Calle José Velarde
Al recordarte, madre, aunque maltrechoEstá mi corazón, vivo golpea
La quebrantada cárcel de mi pecho;
Mi labio bendiciones balbucea,
Y truécase en suspiro, en leve brisa,
El grito de furor que en mí bravea.
¡Cuán triste llego a ti! ¿Ves mi sonrisa?
Es del dolor la amarga crispatura,
¡Ay! del dolor que hoy llevo por divisa.
En ti busca consuelo mi amargura;
El hombre es sordo a la desdicha ajena;
Tú, fuente inagotable de dulzura.
¿ Quieres, madre, saber cuál es mi pena?
Mi pena es el vivir. ¡Ay! que la vida
Al tormento del mundo me condena.
Tengo en el corazón tan mala herida,
Que cuanto más la curo más se encona.
¡Ay, déjame llorar, madre querida!
¡Sólo el llanto consuelo proporciona!
¡Las lágrimas del triste son las perlas
que engarza el Hacedor a su corona!