En época reciente Antonio Machado
en el poema “La tierra de Alvargonzález”, por ejemplo,
Campos de Castilla (1912), sería quien volvería a la misma forma
popular del romance. El mismo Machado, como después Celaya en “España en marcha”
y en otras composiciones de
Cantos iberos,
utilizó también el verso hexadecasílabo. Pueden encontrarse precedentes de esta
medida silábica en Machado. Entre los poetas más destacados que igualmente se
sirvieron de esta misma forma métrica evocadora se podría citar a Rosalía de
Castro, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Rubén Darío y Alfonso Reyes. En
definitiva, Celaya conoce las combinaciones métricas menos rigidas del romance;
pero además está muy consciente de la eficacia expresiva más bien fundada en el
lenguaje hablado. Por eso en
tranquilamente
hablando tachaba a Nuñez de Arca y José Velarde de “tan retóricos” y a Bécquer
de “tan inteligente,/ tan pobre de adornos,/ tan directo, vivo”. La aspiración
de Celaya: “quisiera ser el Bécquer de un siglo igual a otros”.
Así al hermanar formas estróficas
tradicionales con un lenguaje de sabor coloquial y espontáneo, siempre expresivo,
Celaya en “España en marcha” adapta cualidades del romance al gusto del pueblo
como una expresión directa del espíritu popular, y, a la vez, afirma los valores
de la patria, los de la Oposicíon en este caso. Visto desde su forma y fondo,
el poema, así como todas las composiciones de
Cantos iberos, es sin duda un logro artístico que no compromete la
calidad poética. Este planteamiento estructural del libro juega un papel
significativo en el hecho que varios de los poemas de la colección, entre los
cuales se incluye “España en marcha”, se hayan prestado fácilmente a un arreglo
musical. A esto se debe el éxito de estas composiciones.
Fuente: Internet Archive
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