Naciste en un pueblo blanco junto
a la orilla del mar, en un Zaguán de macetas
con claveles y azahar.
Conil te vio crecer y jugar por sus calles,
aunque marchaste de aquí
¡tu pueblo nunca olvidaste!
Escribiste a ese inmenso mar
que de noche te dormía, con el rugir
bravío cuando el temporal venía.
Te gustaban esas aguas azules y esa arena
que brillaba, las conchas y caracolas que
en la orilla encontrabas y los viejos "jabigueros"
que en su barca navegaban.
Te fuiste a la capital, pero escribías a tu pueblo,
querido José Velarde
Porque ¡siempre siempre! te sentiste... conileño
LOLI BRENES
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