Allá por los días que ahora recuerdo, feneció José Velarde. Sus versos fluidos inspirados, pronosticábanle lugar eminente entre nuestros escritores. No pudo lograrle, porque cuando la fama empezó a sonreírle se le llevó la muerte con cruel apresuramiento. La primera de sus composiciones Meditación ante unas ruinas, leída en el Teatro Español, produjo gran efecto. recordemos que Rafael Calvo leía o recitaba con arte maravilloso composiciones de Campoamor y de Núñez de Arce. ¡Gran labor era aquella de para difundir la poesía nacional! Así se comprende que entonces se vendieran en unos cuantos días algunos millares de poemas, y que la juventud alentase con aplauso y devociones fervorosas la obra de los favorecidos por las musas.
Después de la Meditación, compuso Velarde otras producciones, tomando siempre por modelo al autor del Idilio, y cuando mayor afán sentía por piar la cumbre, cayó como tantos otros, en plena juventud, sin otro premio para sus afanes que las caricias mentirosas de la ilusión.
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