Horno
2Barcelona, 25 febr[er]o [1881]
Mi querido Velarde: le he escrito hace unos días una larga y alegre carta, escrita bajo la agradable impresión de la ultima suya. Temo que no la haya V. recibido, porque se la dejé al estanquero que me certificó el artículo del imparcial y recuerdo que no la eché yo mismo al buzón. Dígame V. si la ha recibido, y si no para reclamarla.
Hoy le escribo a V. en una situación amarguísima: he tenido que enviar a esa a mi mujer a que recoja el último suspiro de su padre, a quien, según telegrama de ayer 24 a las diez, iban a sacramentar a las II. Yo la he dado para irse todos los puñados de duros que aquí tenía; he escrito a Gasset y Artime para que no la retrasen el pago de los artículos y a un mi amigo muy antiguo que ahí tengo, que le habrá llevado mil rs. más . Aquí recogeré [otro] puñado de duros que mandarla, y no creo que la falte, aunque si entran los curas en la casa, todo es poco. Mi suegro debe haberse muerto al ver al primero.
Pero temo que Prendergast vuelva a quitarme mi sueldo, porque tira de él siempre que toma posesión un nuevo ministro de Estado y no conozco a Vega Armijo. Quisiera que V., que es por mí capaz de meterse en todo, se acercara bonita y calladamente a Moreno Nieto para que le previniera en mi favor o hablara a quien lo hiciera.
V. me habla de Balaguer: no hay que fiar ni esperar nada de él. Este es un catalán hablador que, contra el carácter de sus paisanos, no hace nada más que hablar: lo promete todo y se olvida siempre de todo menos de lo suyo. Al llegar el caso de hacer algo dirá que no está bien con el gobierno a pesar de todo.
Dígole a V. esto porque no pierda tiempo con él; siga V. como hasta aquí con él, pero V. vale demasiado para que no sea envidiado por las medianías, por más afortunadas que sean.
A quien puede V. tratar de ver cómo se previene en mi favor es al ministro de fomento, a quien tampoco conozco: éste puede de los fondos del ministerio ayudarme al menos a enterrar a mi pobre suegro y a vestir de luto a las siete personas que de mí dependen. A mí no [se] me ocurre con quién podrá usted hablar de esto, pero se lo digo yo a V. porque no tengo otra persona de mi confianza a quien decírselo. Una limosna sería lo que más me convendría en este momento, porque mis impresores no quieren meter en prensa mi segundo tomo sin ve [venir] y [calentar] el éxito del primero, y como nadie, ni aún el imparcial, dice nada de el ni lo anuncia, yo no puedo usar del crédito que con ellos me daría el éxito. El conde de Toreno, cuando me dejaron a la luna de Valencia entre Cánovas y Prendergast, me dio dos mil pesetas que me impidieron ir al hospital. Si hoy me volviera a dar un socorro me librarían de la vergüenza de enterrar mal a mi suegro y vestir peor a su hija.
Bien entendido que por mi no deba V. de arriesgarse a ninguna humillación: yo tiraré como hasta aquí, convencido de que sólo para mí no hay amparo en mi tierra, pero yo tengo mucho estómago, y como a lo que parece yo tengo que vivir mucho y enterrar a la mitad del género humano, puede que alcance la venida del [petróleo] y esto me consolará y verá quien viva.
Al ateneo he enviado con anuencia de Moreno Nieto mi libro. Si puede V. pujar su venta, hacer poner algún suelto o algún anuncio, no dude que se lo agradecerá su amigo que le quiere, y en cuyo cuarto entran dos personas que le interrumpen
José Zorrilla
Pasaje de la Paz, 12, 2º
Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008
Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).
Marta Palenque
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