sábado, 20 de febrero de 2021

Sobre las corridas de toros


 Copyright foto: Colección Particular Pérez de la Cerda
SOBRE
LAS CORRIDAS DE TOROS
En El Imparcial se lee un artículo de un escritor distinguido, D. José Valarde. Defiende las corridas de toros en oposición al elegante escritor también de nuestra provincia, don José Navarrete.
Recuerda a este cuando en su juventud era parcial de las corridas de toros, y con toda galanura dice con recuerdos de carácter de nuestras costumbres locales:
¿Cómo ha podido usted olvidar aquellos tiempos, en que alegrada la sangre por el néctar sanluqueño, abandonada la casaca con bombas por la chaquetilla de dril, sustituida la gola por encendida corbata, y cambiado el espadín por nudoso garrote, se encaminaba usted a la plaza acompañado de la gente neta del casino de la Plaza San Antonio, o de los célebres pollos del Solano: y sentado en un cajón, donde se atracaba de langostinos y almendrados de canela, tiraba usted el hongo a cada triquitraque, bien a Bocanegra cuando coleaba a un barbero de Córdoba, bien al Cuco cuando Banderilleaba un Saavedra de Utrera, bien a Domínguez cuando recibía con todas la reglas del arte a un Lessca de Sevilla?
Vanos amigo Navarrete, la verdad ¿no le alegra usted, como a mi, las pajaritas al recordar aquellos tiempos?
Aún me parece ver a usted rodeado de la gente de más Caliá de aquella bendita tierra, almorzando menudo en La Parra. La privadilla o el Candil; ayudando a partir ostiones a un desenfadado coquinero del Puerto de Santa María, sorbiéndose las cañaillas por docenas, acompañando con palmas y olés, la copla de jaleo, o la gorgoriteada jabera que con voz trémula y desgarrada entonaba aquella resalada moza de ojos,
            Negros como mis faitigas
            Grandes como mis Jachares.
¿Se acuerda usted de su tez moreno mate como palma tostada con unos lunarillos de huevos de perdiz: de su moño colgante y peineta de a tercia: del circulo de nenes que sien a sien ornaba su frente, semejando una greca pompeyana; de sus labios de cereza llenos de mieles y risa; de la viva ondulación de su alto seno oprimido por amar lo y flores de pañolón de espuma anudado a su talle de avispa, de su pié menudo, mejor calzado que el de todas las diosas del Olimpo y más ligero que el de una corza, de su crujiente falda de de percal celeste, con mas rizos, trenzados y moños que lujosa palma de día de Ramos, de su alegría, capaz de volver al sentido común al filosofo más condenado de su gracia, en fin, mas picante que aguijones todos de todas las abejas del Ática?
¿Cómo ha de haberla Vd. Olvidado? Imposible. Es aquella misma que comparaba a un amigo nuestro chiquitín y gordinflón con una cajetilla de pitillos del Mahonés, y la nariz arremangada de otro con la rabadilla de un pato; la misma que pregunto a un señor flaco y alto de dos varas y pico, si era de una pieza o estaba empalmado como taco de billar: la misma, por último, que advertida por un estudiante timorato de que no le mirase siquiera cuando le encontrase con su señor padre, militar de humor atrabiliario y bigotes de a cuarta, como les hallase juntos en la plaza de San Antonio, paróse ante ellos, cogió por las guías del mostacho al irascible caballero y le dijo cumpliendo con la advertencia recibida:¡ Ay el bigote santo del padre de mi niño!
El Sr. Velar le quiere impugnar a Navarrete luego por sus censuras de las fiestas  de toros. En vano aquel escritor quiere ridiculizar a los que opinaba de otra manera.
El arte del toreo es indefendible ante la filosofía. Más aun; hasta dentro del toreo mismo hay que convenir que es la degeneración grosera del verdadero y elegante toreo antiguo. Se acabó el esplendor y la gala de estas fiestas. Hoy no es mas que un informe y monótono espectáculo, donde el primor y la gallardía ha desaparecido ante picadores que no hacen más que entregar caballos y toreros que dan diez pinchazos malos para ver si aciertan con una buena estocada.        


La Palma : Diario de avisos, mercantil, industrial, agrícola y literario:  - 1886 junio 23



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