Conil ( J. P. Narvaez)
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Valladolid, 20 marzo 18[85]
Mi querido Pepe: tenía entendido que estaba V. en Sevilla, y como no sé si ha cambiado V. de casa le dirijo esta al Ateneo, y por eso tampoco le he escrito a V.
Tuve que venir aquí en septiembre último porque ya comenzaban los concejales a pensar en suprimirme un sueldo que me han señalado de 18.000 rs. del cual me descuentan el 20% por parecerles desaire el vivir en otra parte, y la maldita necesidad me hace apechar por tal exigencia, que es una de las calamidades mayores que me han caído en mi vida encima. Esto es una sentina de chismes y nadie hace nada más que perder el tiempo en visitas y maledicencias: parece que todos son millonarios; por poco buen tiempo que haya a paseo y a tomar el sol en invierno y la sombra en verano, que es la ocupación de los españoles.
No se puede vivir más que en Madrid o en Barcelona; las demás capitales de España tienen costumbre de villorrios.
Yo escribo continuamente insensateces y vaciedades para ganarme la vida, de la cual estoy ya harto. El mes próximo entraré en la academia, con lo cual concluiré de despopularizarme, porque lo único que me abonaba era no ser nada ni tener nada; en siendo académico y recibiendo pensión, yo soy cualquiera, pero hay que vivir. Si no hubiera cometido la torpeza de volverme a casar hubiera dado un ejemplo de salvaje independencia y hubiera siempre tenido las manos y los pies libres, pero a lo hecho… ¡Joderse!
Otro arrastre inevitable: mi entrada en la academia, que será a fines de abril, con un discurso en verso, por el cual me tendrán que volver a echar, aunque con no volver es lo mismo. No puede V. figurarse lo que yo detesto todos esos cuerpos importantes que para nada sirven, pero se tomó mi repulsa por un lado tal, y se metieron en ellos personas a quienes ya no pude decir que no, y mañana envió mi discurso a Valmar, que es quien debe contestarme.
Es posible que tenga que ir a esa tres o cuatro días a principio del que viene: dígame V. si vive todavía en la C. de Jorge Juan, o envíeme sus señas para avisarle y que nos veamos. Las de mi casa son Victoria16, pral.
Carlos Fernández Shaw me escribió hace unos días una carta, a la cual le contesté a su casa y no he vuelto a saber más de lo que él me preguntaba y yo le respondía; puede que en su casa hayan cogido la carta y no se le hayan dado; dígaselo V. puesto que, según el papel del Ateneo en que los dos me escriben [Vs] supongo que se ven frecuentemente.
Haga V. presentes mis más cariñosos recuerdos a la señora y enseñe a sus chiquitines a quererme; y me alegro de ver que no se olvida V. como no le olvidará nunca su abuelo
J. Zorrilla
Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008
Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).
Marta Palenque