domingo, 15 de junio de 2014

En la muerte de Velarde

Calle José Velarde

Cuando se siente latir
el corazón de pensar
niégase el labio a decir
lo que se sabe sentir
y no se sabe expresar.

Uno más. ¡Velarde ha muerto!
ese es del génio el destino;
de fé vió el mundo desierto
y de su fé, ya en el puerto,
juzgó pequeño el camino.

Noble, y generoso y fiero,
pero de digna fiereza
sintió que en el mundo entero
acaba el hombre sincero
donde la mentira empieza.

Luchó por vivir, luchó
porque juzgaba triunfar
y porque no comprendió
que con el mundo que halló
no sabe el génio luchar.

Del harpa de sus amores
se apagó el vibrar sonoro
y aves y arroyos y flores
consagran doliente lloro
al Rey de sus trovadores.

Porqué la muerte así hiere
al génio, no lo concibe
la mente, que alcanzar quiere
si es que viviendo se muere,
o es que muriendo se vive.

Que encierra tanta amargura
la vida de espinas llena,
que pensar no es gran locura
que vida es fuente de pena,
muerte, esperanza y ventura.

Pero ay! que al tender su vuelo
el ser adorado y fiel,
lágrimas y desconsuelo
deja tan solo en el suelo
a los que quedan en él.

Roba a los amantes lazos
de esposa o madre la calma,
y no vuelven a sus brazos
los hijos, esos pedazos
que son, pedazos del alma!

Arcanos son de la vida,
destinos que Dios decreta!
Hoy el alma dolorida
plegaria eleve sentida
por la gloria del poeta.

Sr. Loma y Corradi

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