martes, 17 de abril de 2012

Velarde y Clarín

Por lo que se puede apreciar en los libros de la época, Clarín era un autor claramente opuesto a nuestro poeta Velarde. Sin embargo, no podemos precisar los motivos. ¿Por qué se odiaban?, o ¿sólo era un juego para vender?

Empezaremos por el libro “Solos” de Clarín donde éste mismo afirma sobre su propio libro que “no es indispensable en ninguna biblioteca”, y que “sólo le mueve el afán de recopilar los artículos” que él mismo escribió en la prensa de la época, para “recabar de su editor algunas pesetas”. Y más adelante: “que convencido su editor y él, de que este libro no vale gran cosa”; pero “que lo que poco vale, poco cuesta”.

Por lo que Clarín cuenta, y por lo visto en este libro, los artículos que publica Clarín no son nada, sólo es ansia de ganar dinero poniendo patas arriba a Velarde y a todo el que por su camino se cruzaba: Echevarría, Menéndez Pelayo, Cano, Cavestany

Y sigue: “Editaré los artículos como aparecieron. No estoy dispuesto a borrar nada, ni a escribir glosas que ilustren la materia. Cada nombre escrito es el verdadero; aunque, después, a alguno los historiadores cambien por no ser suficientemente conocido por ejemplo si escribo de Velarde podría ser lo adocenado que el censor quiera, si se le mira como poeta; pero en cambio puede que por error el historiador al referirse al poeta diga: murió como un héroe en defensa de la patria: Daoiz y Velarde son los mártires de nuestra independencia. Y sigue diga lo que diga el erudito futuro, yo no soy responsable de sus equivocaciones”.

En otro párrafo hace una nueva referencia: “Hay quien opina que todo esto de creer que Cano no es un genio, ni Velarde un prodigio, ni medio, no es más que prurito de notoriedad, afán de distinguirse. Pluguiera a Dios que éstos autores fueran más poetas que el mismísimo Apolo; pero no lo son, y como yo no lo puedo remediar, me resigno a que muchos ilustres gacetilleros, optimistas con veinte duros al mes, vivan persuadidos de que yo quiero singularizarme”.

Sigue Clarín diciendo que su libro es “un Cronicón, un montón de artículos en que se hablan de todos los autores buenos y malos. Junto a Echegaray y Ayala veréis a Cavestany y Pina Domínguez; junto a Sellés, a Cano, al lado de Valera y Galdós, a cualquier literato cursi, necio empalagoso; codeándose con Campoamor y Núñez de Arce estarán Velarde, Grilo, Acacio; Rozándose con Castelar, el padre Sánchez.

Ahora bien si cambiamos las tornas y leemos lo que Velarde escribe entre líneas… Como regalo de bodas de la Sra. Dña. Carmen Fernández de Córdoba y Pérez Barrada, Velarde le regaló un abanico en el cual escribió el poema, “Pensamiento”.
Creo a mi poco entender, que en Clarín había algo personal y un poco de envidia, y no porque nuestro poeta le hiciera sombra, más bien, creo que era por las luchas, tanto en el Ateneo como en los corrillos literarios y distintos periódicos, en que tanto uno como el otro escribían artículos.

Velarde en uno de los versos se refiere claramente a Clarín cuando escribe:

Ni dice lo mejor ni lo más bello
El necio, porque mucho vocifere.
Mira los gansos chapuzar con ruido,
Batir la alas y estirar el cuello
Para romper en bárbaro graznido;

Y Clarín le responde en clara alusión y con dardo envenenado: En un abanico.- En abanico cerrado no entran poemas.

Velarde en una carta que manda a Alarcón se refiere a Clarín de forma punzante y queriendo ahondar en la llaga cuando dice:

Mi nombre oscuro, hasta ahora
Otro eco no repitió
Que el de algún clarinetillo
Cascado y difamador.

Clarín reprocha siempre a nuestro poeta que escribe mucho de sí mismo y le contesta: Si muchos poetas tuvieran presente que es mala crianza hablar mucho de sí mismo, ¡cuánto lirismo nos ahorraríamos todos!

Y, más adelante, sigue: “El camelo, moda literaria que quieren resucitar algunos poetastros, nada tiene que ver con la poesía jocosa; no es más que la impotencia que acaba por burlarse de sí misma”.

Como se puede apreciar, el critico ataca a matar aguijoneando por todos los costados con la pluma afilada de su critica que roza el odio sobre la persona más que sobre su obra y sigue diciendo: “el afán de distinguirse que tanto censuran los hombres más vulgares puede ser el instinto de conservación del buen sentido”. Y continúa: “El desencanto que sufren los necios cuando se acercan al hombre grande y ven su pequeñez, se parece al del niño que sube a la cumbre para coger la luna y ve que la luna está mucho más alta”.

Velarde, en los versos que dedica a su pueblo, que tanto ama aunque se haya tenido que ir para progresar como escritor, deja entrever que no quiere fama como clarín quiere hacer ver a todos y escribe:

No quiero glorias
Si he de ganarlas removiendo escorias.
Prefiero a todo triunfo, a toda palma,
A ver mi nombre en pórfido o granito,
Que la hija de mi alma
Lea sin rubor lo que su padre ha escrito.

Para terminar dejo un fragmento del estudio de José M Martínez Cachero publicado en la biblioteca virtual Miguel de Cervantes que dice:
Casi siempre fue la crítica «higiénica» y «de policía» el motivo de los disgustos, seguidos, a veces, de ataques, prolongados en polémica y, en alguna ocasión, conducidos al desenlace de un duelo -realizado (con Bobadilla) o evitado (con Novo y Colson)-. Parece claro que el crítico «Clarín» llegó a padecer manía obsesiva respecto de algunos escritores -caso de los poetas Emilio Ferrari, José Velarde , Antonio Fernández Grilo-, convertidos así en sus enemigos y cada uno de ellos enemigo irreconciliable del crítico

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