martes, 20 de marzo de 2012

Criticomanía

Horno
ESTUDIO PATOLÓGICO

Llámase criticomanía á aquella monomanía que consiste en juzgar careciendo de juicio, fallando siempre en contra de la cosa juzgada.

En otros tiempos la criticomanía era siempre adquirida como la demencia y la manía; hoy es ingénita como el idiotismo y la imbecilidad. Apunta en el hombre con la palabra; pero al paso que vamos es de temer que dentro de poco, lo primero que haga el recién nacido sea criticar de la leche que mama y de los padres que, sin su permiso, lo echaron al mundo.

De epidémica que fue, ha pasado á ser endémica en nuestro país y como es tan contagiosa, amenaza con hacer de él un manicomio suelto.

De todas sus formas, es la mas grave la literaria, que ataca á los que saben leer, por lo cual, andando el tiempo, la Dirección general de Instrucción pública tendrá que ser refundida en la de Beneficencia y Sanidad.

Muchos maestros de escuela la padecen, pero limitada a la sub-forma llamada gramatical; que no toma en ellos hoy gran desarrollo por el hambre que sufren, que es sabido que no hay como la dieta para alertar enfermedades de carácter, digámoslo así, inflamatorio.

Espero estudiemos metódicamente la afección.


HISTORIA DE LA CRITICOMANÍA GENERAL.- Su origen en la mañana de los tiempos. Hipócrates creyó verla en los Titanes que se rebelaron contra Júpiter.

Los médicos no paganos afirman que el Ángel caído fue el primero que la padeció, comunicándosela al género humano, por medio de aquella manzanita del árbol del bien y del mal, por otro nombre: el árbol de la crítica.

El pueblo hebreo que vio atacado de ella muchas veces, como la prueba aquel poner óbices al Decálogo.

En Grecia y Roma se extendió bastante, pero no llegó á propagarse al vulgo.

Los heresiarcas de todos los tiempos no fueron sinó criticómanos, y lo mismo puede decirse de los filósofos, especialmente de los afiliados á la escuela crítica.

Durante la edad media, como sólo los frailes eran capaces de poner algo en tela de juicio, la criticomanía permaneció aislada en los conventos y conocida con el nombre de ergotismo.

En Bisancio se desarrolló tal epidemia que dio al traste con el imperio de Oriente.

Surgió, en el renacimiento, del claustro donde se hallaba, con Lutero, criticómano furioso que se le contagió al mundo todo.

En el siglo XVIII apareció en Francia, causando la revolución mas tremenda que se ha conocido

Hoy, por ultimo, brota en España; pero no tempestuosa, sino mansa y solapadamente, como emanación de pantano, por lo que se ha hecho endémica y sólo ocasiona males.

CAUSAS.- La ignorancia, una instrucción superficial, el temperamento bilioso ó un natural soberbio, predisponen á contraer la Criticomanía.

El aire viciado de las ciudades populosas, especialmente el que se respira en lugares en lugares donde se aglomera mucha gente, como teatros, casinos, academias, universidades y cafés la ocasionan, así como los accesos de envidia, de orgullo, de celos, y sobre todo el conocimiento de la propia impotencia para producir obras dignas de aplauso.

SINTOMAS.- Varían según la edad, sexo, temperamento, clima, hábitos, etc., etc., por lo que trazaremos un cuadro sintomatológico general, dejando á los observadores el estudio de los casos especiales.

Los criticómanos por lo regular son feos, de mirada torcida de color cetrino, de complexión débil, de movimientos desgarbados, malolientes y enemigos del aseo personal.

La vista de una buena obra literaria les enfurece y se arrojan á ella para morderla y descuartizarla. Entonces escriben mojando la pluma en su saliva, que es cáustica como veneno corrosivo. Algunos químicos explican este fenómeno por la cantidad de ácido sulfúrico que segrega su lengua, y otros opinan que lo que produce el efecto cáustico es un virus especial, parecido al de la rabia, al que llaman virus crítico.

Auscultando el corazón, no se percibe latido alguno. Su corazón, si lo tiene, no funciona. Su cabeza da á la percusión un sonido á calabaza seca que denota absoluta carencia de sesos.

No es menor el desarreglo de los sentidos. Empiezan por no poder ver obra buena, y concluyen por no ver nada claro: aunque usen gafas, todo lo ven del color de la ictericia que los mata. Sordos á los dulces acentos de la amistad y de la alegría, á los suspiros del amor, á los cantos y rumores apacibles, oyen sólo los rugidos de la soberbia, los gritos de la venganza y los rechinamientos de dientes de la envidia. Pervertido su olfato, todo les huele á sí mismos y les huele mal. De igual suerte, perturbado el gusto, todo les sabe á sus propias obras, ó sea á retama y á acíbar. Su tacto, en fin, es torpe: tienen propensión á arañar, y como sudan bilis, lo que tocan lo manchan.

Son tan coléricos como miedosos; perciben mal las ideas, carecen de memoria, no forman juicios, su idealidad y reflexión son nulas, su voluntad hacer daño, su lenguaje jerigonza; se dicen adalides de la estética y sólo encuentran belleza en si mismos y en sus obras, ó sea en la fealdad absoluta.

CURSO.- Es crónico, con exacerbaciones en las épocas de gran movimiento literario y de estrenos de obras dramáticas.

DIAGNÓSTICO.- La criticomanía sólo se confunde con la rabia; pero ésta la produce la mordedura de un animal rabioso, y aquella es espontánea en el hombre.

PRONOSTICO.- Grave, porque no puede recobrar el juicio quién no lo pudo perder, por la sencilla razón de no tenerlo. Lo único que se puede pronosticar con seguridad, es que los criticómanos han de sufrir muchas penas en este mundo y muchísimos tizonazos en el otro.

ASIENTO Ó LOCALIZACIÓN.- Quiénes localizan la afección en el hígado por la mucha bilis que segrega, quiénes en la cabeza á pesar de hallarse vacía, quienes en el corazón aunque paralizado. Nosotros entendemos que no puede localizarse.

TRATAMIENTO.- Dudándose del asiento de la afección, tiene que ser general. Empero aunque se hallase localizada donde algunos presumen, ¿cómo trepanar ú horadar una cabeza y rellenarla de sesos, cómo llevar al corazón los reóforos de un electro-iman para darle movimiento, y cómo, en fin, arrancarle los hígados á un cristiano? Desechemos toda operación.

Ante todo debe procederse al tratamiento causal. Si la causa ha sido la ignorancia, enséñese al paciente á leer y escribir con corrección, y á pensar, si tuviese con qué.

Apártese á los enfermos de los focos de infección, cafés, teatros, etc., y procúrese distraerles con amoríos, afecciones de familia y obras de caridad si ataques de soberbia ó reconcomio de envidia produjeron la enfermedad.

Combatióse en otros tiempos, con ventaja, por el método Browsais, con sangrías hechas, en vez de lancetas, con florete ú otro instrumento cortante y punzante de gran tamaño.

El método expectante que hoy está en uso (la indiferencia), da malos resultados.

Aconsejamos la flagelación, término medio entre la expectación y la sangría.

Como revulsivos se usan con buen éxito artículos que hacen el efecto de sinapismos y cáusticos.

Si el ataque no es muy fuerte, se le dan á leer al enfermo sus propias obras, que como tienen la propiedad de producir náuseas y vómitos, le hacen arrojar mucha bilis.

Por último, en los accesos de furia, póngase al criticómano una mordaza que le impida hablar y morder y amárresele los brazos para evitar que escriba.

José Velarde
11/10/1880 El Imparcial

El imparcial este articulo lo titula Estudio Gatológico
Y en Veinticuatro Diarios: Estudio Cabológico
Yo pienso que es una errata y su verdadero nombre sería: Estudio Patológico

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