jueves, 26 de diciembre de 2013

Carta 22ª de Zorrilla a Velarde

En la playa  (J. P. Narvaez)
Zarauz, 17 Oc[tu]bre [1887]

Mi querido Pepe: enfermo, aburrido y desesperado, por razones que no son para escritas, me salí de mi casa hace dos meses y estuve en Palencia y otros puntos hasta que vine aquí a cumplir malamente a Carmen Guaqui la palabra de hacerla una visita. Aquí me serené un poco, pero este cambio a una calma inacostumbrada trajo un ataque de bilis que me ha tenido unos días en cama y me ha impedido ir al congreso literario, para el cual pedí y pagué mi billete.

Como mis penas y mis afanes son íntimos y del alma, y no pueden confiarse a nadie porque ni tienen consuelo ni pueden tener remedio sino con el fin de la existencia, me los paso yo solo, humillado y oscurecido por voluntad propia.

Yo tengo la mano de Dios puesta sobre el cogote, y jamás levantaré cabeza por castigo expreso de su Divina Providencia, y como contra Dios nadie es valiente, y el suicidio no entra en mis creencias…: «velay Usted», como dicen por aquí.

En estas circunstancias en que mi alma, embargada por un profundísimo hastío, vive casi desesperada, incapaz de producir trabajo que la distraiga, es imposible que yo complazca a la viuda del malogrado Augusto Llacayo, a la cual no puedo yo abrir el infierno de mi corazón.

La escribí una vez, diciéndola q[u]e la biografía de un hombre recientemente desaparecido de entre los vivos tenía que ser escrita por un amigo intimo que pudiera dar detalles personalísimos y familiares que caracterizaran al difunto, y no podría escribirse como la de Sócrates o el padre Mariana. Ella creía que mi nombre serviría de escudo a un trabajo malo mío, y no lo ha querido entender, creyéndose desairada por mí. Ahora bien, yo tengo que hacer un trabajo oral, casi deshonroso y brutal para mi edad, con el objeto de obtener una cantidad no pequeña para dar a fin [de] año otra dirección a mi casa y pagar mis deudas, y no puedo dedicarme a más trabajo que al rápido y forzado que exige el escaso tiempo.

He aquí mi plan (para V. solo). Tengo que estar aquí hasta el 22 al 24 por aguardar cartas de Francia y de esa; el 25 iré a San Sebastian; del 26 al 27 iré a Valladolid, donde estaré dos días; y el 31 [de] octubre o el 1º de no[viem]bre caeré en Madrid. Si los condes de Guaqui vuelven cuando yo o próximamente, me hospedaré en su palacio como siempre y, si no, le avisaré dónde entonces hablaremos de todo.

Entretanto (hasta el 22) he aquí las señas:
Provincia de Guipúzcoa
A D. J. Z. en casa de los Sres. Conde de Guaqui
Zarauz

Y se acaba el papel. Cariños a la señora y que Dios los bendiga como J. Zorrilla.

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008
Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891)

Marta Palenque

viernes, 20 de diciembre de 2013

Carta 21ª de Zorrilla a Velarde

Arco de la Villa (Juan Pedro Narvaez)
21

Valladolid 12 Dic[iem]bre, [18]86

Mi querido nieto en Apolo y en la gratitud que le debo por tanto empeño como por mí ha puesto siempre por escrito y de palabras: le agradezco a V. infinito el artículo q[u]e no ha habido necesidad de poner en el imparcial, que me vuelve la espalda porque no quise darle los versos del Cantar del Romero la noche de su lectura, esto es todo. No pensemos más en él y buenas noches.

Lo de la tauromaquia [se] me ocurrió por haber encontrado el ejemplar de la de Pepe Hillo al arreglar mis papeles, pero no teniendo ya novedad no hablemos tampoco más de ello y discurriremos otra cosa.

Lo que más me aflige es el comienzo de su carta en que mienta disgustos, enfermedades y escaseces que le atormentan y por los cuales ha tenido que retrasarme noticias suyas. Yo estoy también rodeado de pesadumbre, y tan hastiado de la vida como de las letras, y muy próximo ha buscarme un agujero por donde tirarme de cabeza a la eternidad. A mí no me salva ni la bula de Meco, porque yo llevo el infierno dentro de mí mismo, y como yo me tengo [sic] la culpa, según el mundo vulgar, no tengo ni el derecho de quejarme, ni el consuelo de contar mis miserables desventuras.

Mi pena es hoy mayor al no poder ofrecer a V., no consuelos banales de palabras, sino unos cuantos puñados de pesetas con que compartir les escaseces de ambos, porque las mías en el fin de diciembre con las dos estafas que me hacen en Barcelona, [Conque] de mis obras completas ni del cantar del romero, que me le han vendido solo con 50% de rebaja, me han reducido a 25 ejemplares del cantar del romero y a mil duros que dicen que le debo, y que me demandan si me niego a seguir la publicación, bajo la base de que yo sigo dando notas y ellos sigan comiendo de el [sic] producto. ¡Vea V. qué porvenir para el 87! Pero maldita sea mi suerte, como dijo el bruto de Ducazcal, y me cago en mi alma, como yo digo. Si para el mas de enero no arrebaño, no importa cómo ni dónde, unos cantos duros que enviar a V., que a eso y más están obligados los abuelos con los nietos, y si puedo irme ahí y poner un [casucho], ya daré con uno o varios librejos que escribamos juntos y le den a V. al menos la mitad de un pan y el pico de mi discutida y trabajosamente arrancada pensión. Y basta de esto porque obras son amores, que no buenas razones.

Mi sobrino Esteban Escobar, a quien V. conoce, irá a ver a V. a su casa y le buscará en el Ateneo para que le ayude a V. a enviar el ejemplar de los Gnomos a la duquesa a Lisboa, porque el apoderado de su palacio no ha querido ni recibir a Esteban, ni encargarse de enviarle el libro. Ya sabe V. que la soberbia de los señores suelen encargarse de tenerla por ellos sus criados, y yo debo a la duquesa el 1er ejemplar, que si queda en su casa hasta que vuelva puede que le reciba en el valle de Josafat. V. por sí mismo o por alguno de sus íntimos puede averiguar su dirección en Lisboa y Esteban se lo certificará. Ya que yo tengo la pensión del Gobierno, más que nunca quiero ser cortés con la duquesa, no vaya a pensar nadie que lo era mientras ella me pensionaba y ahora hago con ella lo que Ortega Munilla con nosotros. No hay más papel. Adiós cariños, besos, abrazos, y suyo

Zorrilla

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Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891)

Marta Palenque

domingo, 8 de diciembre de 2013

Carta 20ª de Zorrilla a Velarde

Las dos torres (J. P. Narvaez)

20


Valladolid, [Octubre] 12 [18]86

Sr. D. José Velarde

Mi queridísimo amigo: no le he podido escribir a V. antes porque el frío del camino, el temporal endemoniado que aquí reina y las nieblas húmedas [ilegible] me han exacerbado los dolores y me han producido unos reumas en los brazos que ni puedo fijar la atención en nada ni puedo mandar a los dedos rebeldes el servicio de la pluma

De negocios nada le digo, porque Yosoya un bruto abandonado de Dios y del sentido común, y estoy destinado a vivir mal a morir peor, sin haber logrado nunca nada de lo que pueda hacerme cinco horas feliz sobre la tierra.

Dígame V. algo de cómo quedé y me dejó V. con Ángela Medinaceli, que yo supongo que bien, por haber dejado tan buen abogado.

No pudiendo trabajar estos días, me he entretenido en pasar papeles y libros a unos nuevos estantes, y entre muchas cosas inútiles me he encontrado una tauromaquia de Pepe-Hillo, impresa en 1796 en Cádiz, con un retrato del diestro, grabado en madera que no hay narices con que verlo. Yo no recuerdo ya si la tauromaquia de Montes (que se la escribió Serafín Calderón) hace mención de esta de Joseph delgado (alias) Illo y supongo que de ella no hay propiedad ninguna. Me ocurre, si con los tres o cuatro artículos de V. y Navarrete, uno Mío dirigido a los dos, y unas cuantas páginas de barbaridades comparando el antiguo aplomo y la antigua sencillez de la escuela vieja con los quiebros y menos inverosímiles, y la prolongada e insensata faena de los diestros actuales, y dando media docena de zurras a los cronistas taurómacos, y a los diestros y a los empresarios, y a los ganaderos y al público, so pretexto de comentar el arte de torear de Pepe Hillo, podríamos hacer un libro que nos valiese más que todos los que, mal o bien, han de llevar nuestro nombre a la gente venidera. Piénselo V. y si la tauromaquia de Hillo no está reimpresa procurándome no me [ilegible] de toreros que se publicó hace años recién venido yo de Méjico yo le haré a V. un plan muy sencillo para agenciarse [ilegible] a costa ajena que [ilegible] en el mismo modo [ilegible].

¿Cómo está la señora? ¿Cómo los muchachitos?

A mí se me debe de haber muerto el apoderado de Roma, porque ni [a]parece mi sueldo ni contesta nadie a un telegrama con repuesta pagada que envié hace dos días.

No hay más papel. Cariños a todos chicos y grandes, y suyo siempre

Zorrilla.

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Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).

Marta Palenque

sábado, 30 de noviembre de 2013

Carta 19ª de Zorrilla a Velarde

Gabriel de la Riva
19

Viernes 18 [¿1885 Madrid?]

Mi querido Velarde: yo estoy malo y harto ya de tanto disgusto como me llueve. Es preciso que nos veamos.

Ángela ha venido: yo voy a enviarla no más una tarjeta para que sepa dónde estoy, no tengo derecho a otra cosa no habiéndome contestado a la carta última, que ella misma me pedía que la enviara por medio de Mesa, su apoderado aquí, y cuya carta estoy seguro que no ha recibido.

Necesito pues su consejo de V. que es el único que está al tanto de mi posición con ella, sin aclarar la cual no puedo dar paso sin arriesgarme a resbalar.

Mañana sábado iré antes de las 12 a ver a V. si no voy esta tarde antes de esta carta.

Mil cariños y suyo

J: Zorrilla.

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008
Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).
Marta Palenque

lunes, 25 de noviembre de 2013

Carta 18ª de Zorrilla a Velarde

El puente de madera (Narvaez)
18

Miércoles 24 [Madrid, ¿1885?]

Mi querido Velarde: desde el día que estuvo V. en el hotel no tuve mejoría alguna. Como el lunes llovía, no me atreví a ir por la noche a casa de la Duquesa; ayer martes salí, por los enojados negocios que traigo, a ver al abogado y al médico y tuve que acostarme a las seis de la tarde. Son las10 y media y me siento para escribirle a V. porque mi pobre mujer dice, y dice bien, que, no pudiendo hacerme aquí ninguna operación en la boca por la inflamación y la neuralgia, mejor cuidado estaré en mi casa que en un hotel, y esto me lo dice en carta que me trae el inspector de los caminos de hierro, tío de la demoiselle de compagnie de mi mujer, con billete y orden de acompañarme en el tren primero que salga.

Por la letra comprenderá V. mi estado febril: no puedo sujetar la mano, creo que llega la caducidad en tren exprés.

Diga V. pues a la primorosa Duquesa que no me he atrevido a presentarme en sus salones con la cara entrapada y la barba mal echa; su servidumbre me hubiera tal vez tomado por un escapado del hospital, y sus amigos comensales por la estatua del comendador que había pasado por una carbonería en vez de atravesar la [marco] de la casa de Don Juan. Dígale a V. pues a mi gentil amparadora que, con la faz presentable y los versos legibles, ya no la asustaré y haré un poco mejor figura en el mes de noviembre cuando vuelva a ponerme a sus pies, y que, entretanto, a uso de nuestros abuelos, que

la beso las manos,
más que en su palma
no oso yo besar nada
más que su alma.

Y con cariño y besos a los niños y mis recuerdos a la Señora, le envía un abrazo su viejo

J. Zorrilla.

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Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).
Marta Palenque

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Carta 17ª de Zorrilla a Velarde

La fuente nueva (Narvaez)
17


Domingo 20 [¿1885? Madrid]

Mi querido Pepe: anoche al despedirme me dijo Grilo que iba esta noche a casa de la Duquesa y que ahí me esperaba. Si [ilegible] algo va a meter la pata y a echármelo a perder.

He resuelto hablarle claro y no andar con indecisiones. De la Guaqui y la de Vallejo estoy seguro, y si a la Guaqui no le viniera bien el momento se lo pediría ella a su padre el duque.

Esto me parece lo más pronto y lo más derecho, y lo dejamos para el lunes, puesto que Ángela [duquesa de Medinaceli] no sale por la noche y el lunes a primera hora la puedo coger sola.

Yo dije a Grilo que dudaba poder ir hoy por compromisos anteriores y por sentirme malo.

Vd. Si va diga que solo estando malo o teniendo alguna otra dificultad con el Subsecretario de fomento, con quien sabe V. que tenía cita, puedo faltar.

Yo diré aquí lo mismo porque efectivamente tengo que volverle a ver, porque el documento que me ha traído hoy no sirve. Me lo trajo el mismo Picatoste, pero no he comprendido si los criados no lo recibieron o él no quiso subir.

Cariños a la señora y a los muñecos y suyo

Pepe

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Carta 16ª de Zorrilla a Velarde

El Río (J. P. Narvaez)
16 Viernes 29 mayo [1885, Madrid]

Mi querido Pepillo: llegué esta mañana; me hospedo en casa de los Condes de Guaqui. ¿Quiere V. billetes para mi recepción en la Academia? Mañana estaré en casa de 12 a una. Se entra por la Calle del Sordo, núm. 12, jardín.

No tengo tiempo para más. Le quiere siempre

Zorrilla

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Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).

Marta Palenque

martes, 29 de octubre de 2013

Carta 15ª de Zorrilla a Velarde

Conil ( J. P. Narvaez)
15


Valladolid, 20 marzo 18[85]

Mi querido Pepe: tenía entendido que estaba V. en Sevilla, y como no sé si ha cambiado V. de casa le dirijo esta al Ateneo, y por eso tampoco le he escrito a V.

Tuve que venir aquí en septiembre último porque ya comenzaban los concejales a pensar en suprimirme un sueldo que me han señalado de 18.000 rs. del cual me descuentan el 20% por parecerles desaire el vivir en otra parte, y la maldita necesidad me hace apechar por tal exigencia, que es una de las calamidades mayores que me han caído en mi vida encima. Esto es una sentina de chismes y nadie hace nada más que perder el tiempo en visitas y maledicencias: parece que todos son millonarios; por poco buen tiempo que haya a paseo y a tomar el sol en invierno y la sombra en verano, que es la ocupación de los españoles.

No se puede vivir más que en Madrid o en Barcelona; las demás capitales de España tienen costumbre de villorrios.

Yo escribo continuamente insensateces y vaciedades para ganarme la vida, de la cual estoy ya harto. El mes próximo entraré en la academia, con lo cual concluiré de despopularizarme, porque lo único que me abonaba era no ser nada ni tener nada; en siendo académico y recibiendo pensión, yo soy cualquiera, pero hay que vivir. Si no hubiera cometido la torpeza de volverme a casar hubiera dado un ejemplo de salvaje independencia y hubiera siempre tenido las manos y los pies libres, pero a lo hecho… ¡Joderse!

Otro arrastre inevitable: mi entrada en la academia, que será a fines de abril, con un discurso en verso, por el cual me tendrán que volver a echar, aunque con no volver es lo mismo. No puede V. figurarse lo que yo detesto todos esos cuerpos importantes que para nada sirven, pero se tomó mi repulsa por un lado tal, y se metieron en ellos personas a quienes ya no pude decir que no, y mañana envió mi discurso a Valmar, que es quien debe contestarme.

Es posible que tenga que ir a esa tres o cuatro días a principio del que viene: dígame V. si vive todavía en la C. de Jorge Juan, o envíeme sus señas para avisarle y que nos veamos. Las de mi casa son Victoria16, pral.

Carlos Fernández Shaw me escribió hace unos días una carta, a la cual le contesté a su casa y no he vuelto a saber más de lo que él me preguntaba y yo le respondía; puede que en su casa hayan cogido la carta y no se le hayan dado; dígaselo V. puesto que, según el papel del Ateneo en que los dos me escriben [Vs] supongo que se ven frecuentemente.

Haga V. presentes mis más cariñosos recuerdos a la señora y enseñe a sus chiquitines a quererme; y me alegro de ver que no se olvida V. como no le olvidará nunca su abuelo

J. Zorrilla

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).

Marta Palenque

lunes, 21 de octubre de 2013

Carta 14ª de Zorrilla a Velarde

Torre Castilnovo (Juan Pedro Narvaez)
14

Barcelona, dic[iem]bre 31, [18]83

Sr. D. José Velarde

Mi querido Pepe: no extrañe V. mi largo silencio, porque los afanes domésticos, los trabajos diarios para ganar pan, y los achaques decadencia de la vejez me tienen indiferente y apartado del mundo.

Pero ni el tiempo, ni los estragos, pueden borrar de mi memoria su nombre, ni de mi corazón el cariño y amistad que le profeso.

Esta va en lugar de la tarjeta de año nuevo, para deseárselo más feliz que los pasados. En una tarjeta no cabían un aun estas cortas líneas; aquella probaría cumplimiento de las formas sociales de la gente bien educada y nada más; esta carta prueba que en medio del hastío y de la soledad que me rodea, y en los cuales yo por mí mismo me he sumido, aún brilla como una estrella en las tinieblas el recuerdo del egregio poeta y del sincero amigo, capaz de perdonarme el silencio de todo un año por las dos palabras con las cuales le testifico que nunca le olvido, que siempre vivo agradecido a sus favores y que pienso y pensaré en él, para desearle venturas, al principio y al fin de todos los años que la vida me dure.

Aunque, Pepillo, buen año nuevo y no olvide que siempre le quiere su viejo amigo

José Zorrilla

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Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).

Marta Palenque

lunes, 14 de octubre de 2013

Carta 13ª de Zorrilla a Velarde

Conil 1958 el rio y la fuente nueva
13

Zaragoza, 26 mayo [1883]

Mi querido Velarde: no me atreví a escribir a V. la repulsa de Jovellar, que me dijo que había pedido ya los que debían llevar y sólo en el caso de fallecimiento o renuncia de alguno podría ocupar su puesto nuestro recomendado. Que él se lo escribiría desde allá al Ministro de la guerra cuando llegara, y como no ha llegado en estado de escribir me parece que su promesa está escrita en la estela del buque que le ha llevado. Ya le dije a V. que el General había cambiado mucho conmigo desde que trajo a don Alfonso. No he podido hacer más: se llevó una nota mía, su carta de V. a mi, y otra nota que él puso delante de mí al margen de la mía.

No necesito yo que V. me diga que se alegra de mi bien, pero no se alegre V. por mi pensión ni por mi coronación, que tiene las noventa y nueve contra las ciento de no realizarse. Hay por Madrid, y sobre todo por su alta atmosfera, un viento contrario al autor de don Juan, y verá V. cómo la pensión no se concede antes de cerrarse la legislatura, y una vez cerrada quedaremos como hace seis años. Lo de la coronación tampoco se realizará sino en el caso en que el coronador sea el Alcalde constitucional, representante del pueblo. En Valladolid no empezaré a cobrar hasta julio, y sé que ya se trata en el Ministerio de estado de suprimirme los cien duros de Roma, so pretexto de que ya el gobierno me los va ha dar por otra parte.

Con que en vista de esto he hecho como Don Quijote mi tercera salida, a enseñarme por las provincias para que vean que aún vivo, y a ganarme, como un saltimbanqui o un sacamuelas, exhibiéndome por los teatros por un puñado de pesetas que me ayuden a pasar el verano y a llevar a los baños a mi mujer que los necesita. Ya que por arriba no puedo conseguir nada, me he echado a pedir limosna al pueblo para quien he escrito y por todas partes me recibe como su padre al hijo pródigo, con los brazos abiertos. Algo es algo y aún no he muerto yo en España. ¿Quién sabe?

Esta es la situación, una prueba de que el gobierno me deja pedir limosna y que el pueblo me la da con gusto, de lo cual deduzco que yo soy el poeta del pueblo, no hay en esto deshonra alguna. Con que ¡a vivir! Y a querernos mucho. No sé dónde voy desde aquí, pero iré a todas las provincias que me quieran oír: como [Narsés] y Belisario, Pepe.

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

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Marta Palenque

jueves, 10 de octubre de 2013

Carta 12ª de Zorrilla a Velarde

Casa de Velarde nº 6
12


Febrero 6 [1883]

Mi querido Joselillo: estoy esperando el telegrama que le encargué a V. que me pusiera avisándome la salida de Jovellar.

Tengo una carta para ésta llena de explicaciones y satisfacciones, que sólo por V. le hubiera dado, para que preceda 24 horas a la recomendación cuando yo me haya reconciliado con Jovellar, sin esto estoy seguro que su recomendado de V. sería desairado.

Yo estaré aquí hasta el 15 al 17. Como por ahí y por aquí me salen mal las cosas. Tendré que emprender una hégira deshonrosa y vergonzosa, para mí y para los que me la dejan hacer, para ganarme unos reales. Si Jovellar se viene a embarcar aquí, aquí le visitaré yo, y, como supongo que Riquelme vendrá un día de estos, le veré y le interesaré por su condiscípulo de V.: las palabras de Riquelme valdrán más que todas mis cartas.

Los de Valladolid me dicen que todavía falta que el Ayuntamiento nuevo apruebe en el presupuesto la partida de mi sueldo, sin lo cual no se me puede pagar. Por lo visto sólo para mí tiene mal de ojo el dinero que en España le dan a cualquier hijo de puta.

La infanta me envió con el Marqués de Nájera las gracias por unos versos muy bonitos y son II0, que la escribí en el álbum.

Núñez de Arce me escribió perdonándome la vida y asegurándome en carta de 15 renglones escrita por amanuense que se acordaría de mí en cuanto hubiera ocasión.

Tengo pues que tirar por otro lado y, aunque aquí tengo mis dificultades para el cobro de la acciones, mi cuñado quedará aquí en mi lugar y yo me voy por ahí a proclamar la bula de la cruzada a favor de mí mismo, por no ir a morir a Francia, resuelto a no vender a los franceses mis obras y a morir sobre el trabajo.

¡Con que mucho ojo! [avíense] y cuente con la carta y sobre todo con la ayuda de Riquelme, a quien, a fuerza de importunarle yo, concluirá por enviar a Orejuela a Manila, si yo no valgo un carajo, lo que es muy probable.

Me quedo solo en casa, mientras se han ido todos a ver las máscaras, para escribir correspondencia atrasada. Esta es la carta nº 19 y ya es de noche.

No tengo más tiempo que para decirle que le quiere siempre su abuelo

José

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).

Marta Palenque

jueves, 3 de octubre de 2013

Carta 11ª de Zorrilla a Velarde

11
[Barcelona 1883]

Mi querido Velarde: he estado fuera de Barcelona siete días y he recibido hoy su carta de V. del 29 pasado.

Insito en que una carta mía hoy para Jovellar será una carta de Urías. Jovellar está ofendido y quejoso de mí porque no le he visto en trece meses. En la angustia en que me he ahogado y me estoy ahogando hace dos años no he tenido humos para ocuparme de etiquetas ni fórmulas sociales. Sabe V. que al Marqués de Dos Hermanas, que se ha portado conmigo mejor que un hermano, no lo he visto en once meses y no he [a]parecido hace un año por el Ateneo, que siempre es un centro de publicidad. Si yo veo y hablo a Jovellar ya puedo dar vuelta a mi posición con él, pero si recibe una carta mía, la contesta con otra. En cuanto reciba V. esta averigüe cuándo sale Jovellar de Madrid y si sale por este puerto: yo retrasaré mi salida para Valladolid hasta que vuelva. Le enviaré a V. una carta mañana para que le den el manuscrito del Cid que está en un cajón abierto en el hotel de embajadores; V. se lo lleva de mi parte con una carta de recomendación par Orejuela. Le dice V. que la conclusión se la daré yo aquí cuando pase para embarcarse y , entonces es tal vez segura su aceptación.

Yo quiero no engañar a V. ni a Orejuela: conozco [a] mi gente con una carta no se hará nada; sin embargo, se la enviaré a V. mañana, con la otra. No lo hago esta noche porque mi mujer está en cama y yo no he dormido hace dos noches por negocios muy necesarios que traigo entre manos, que me han hecho ir a Tarragona, a Mataró y a Gerona en siete días para deshacer una equivocación que iba a echarme abajo mi pobre empresa editorial, único porvenir que me queda.

Con que hasta mañana y telegrafíeme en cuento sepa lo de Jovellar.

Si humanamente puede un hombre servir a otro, aun a costa de su vergüenza, yo soy ese y Orejuela irá a Filipinas con Jovellar, o le enviará Riquelme.

Sin más suyo

Zorrilla

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).

Marta Palenque

sábado, 28 de septiembre de 2013

Carta 10ª de Zorrilla a Velarde

Casa de José Velarde
10
Barcelona, 27 Enero [1883]

Mi querido Velarde: gracias por su cariñosa carta del 21, que recibo hoy.

Nada me tiene V. que agradecer: yo le quiero a V. como si fuera mi hermano menor, le estimo como a un ingenio de primero línea, por lo cual va ha ser envidiado y roído por la polilla literaria. No hago más que mi deber de hermano mayor con V. y V. puede disponer de cuanto soy y de cuanto tengo, y basta.

Hace año y medio que no veo a Jovellar, que jamás me ha servido en el negocio de mi pensión. El único medio de entrarle es regalándole, antes de que parta, el manuscrito del Cid, que le está prometido y que aún no le he podido dar, porque le necesito para la corrección de pruebas, por estar el original de la imprenta copiado por un italiano en Roma, y por consiguiente con mil errores.

Voy a escribir hoy mismo que me envíen el cajón en que está la 1ª parte del manuscrito del Cid, y cuando Jovellar venga aquí se lo daré completo y le haré la petición. Si se la hago ahora estoy seguro de que ni me contesta.

Si ha pesar de esto quiere V. una carta mía para Jovellar a favor de su amigo, póngame V. un telegrama y se la enviaré.

El amigo Mata y Maneja, que ha venido hoy casi como todos los días, me dice que le dé a V. la enhorabuena por la condecoración. Recíbala V. cordial de los dos, aunque yo no sé si esto le importará a V. o no. Yo tengo la Gran Cruz de Carlos III y me la he puesto dos veces en la embajada de Roma, pero siempre sirve para que la gente comprenda que se vale algo. Ya verá V. como Núñez de Arce se la hace dar y &ª,&ª.

Aquí le queremos a V., comendador o no, y le proclamamos a V. uno de los grandes poetas del universo.

De lo de Orejuela, si no se hace ahora mismo, se hará al fin de mes, porque Riquelme viene aquí de Capitán General: Riquelme es íntimo mío y de Jovellar y, sin que yo tropiece con él, Riquelme hará el negocio. Riquelme, cuando mozo, hizo conmigo dos o tres calaveradas de aquellas de entonces: una he citado en los Recuerdos del tiempo viejo.

Los del Imparcial son unos [jodidos]. No han contestado a una carta en que les pedía mi nombramiento de Cronista y mi designación de sueldo q[u]e les fue dirigida el 19 de No[viem]bre.

Adiós. Un abrazo a la Sra. y muchos, besos a los nenes del viejo Zorrilla.

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).

Marta Palenque

martes, 24 de septiembre de 2013

Carta 9ª de Zorrilla a Velarde

9
Barcelona, 20 Enero [18]83

Mi querido Velarde: recibo su carta de V. y le contesto en la cama, donde estoy lleno de dolores nerviosos.

Ya me supongo que Núñez de Arce no hará nada por V. ni por mí. De mí, por mi parte, no le hable V. más. Yo moleré a los ministros, daré un par de escándalos si Dios me da salud, y veremos de hacer lo que podamos.

Por fin me puso al habla con el Alcalde de Valladolid, cuyas cuatro mil quinientas pesetas no quiero perder. Desde el 15 de no[viem]bre [ del] 82 está en comunicación en la redacción del Imparcial, y si allí no se hubieran jodido en ella y en mí, ya podría estar todo arreglado. Iré a Valladolid a principios de febrero. El empresario me propone dar dos lecturas allí y en Bilbao: si las doy, que ganaré por tanto tres mil rs., le enviaré a V. mil y no le ofrezco más, por que estoy acosado de intereses atrasados del semestre último.

Yo soy amigo de V. en cuerpo, alma y bolsillo: la desventura es que el cuerpo no sirve ya ni para […dido (con Dios h.)], por el alma no da dos cuartos Pateta, y el bolsillo está siempre a las últimas boqueadas, pero tal como yo soy, soy su mejor amigo de V., de Sra. Y de sus muñecos,

J. Zorrilla.

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Marta Palenque

sábado, 21 de septiembre de 2013

Carta 8ª de Zorrilla a Velarde

En la C/ Alta

8 Barcelona, II Enero [18]83

Mi querido Pepillo: ¿se olvidó V. de mí o está V. malo? Yo he estado seis días en cama y he quedado en disponibilidad para ahorcarme.

¿Ha visto V. a Munilla? ¿No hay ya lunes del Imparcial ni un sitio para un artículo del vejete autor del rey Don Pedro?

Con la ascensión de Núñez de Arce al Ministerio, puede V. contar por no pensada la propuesta de las pensiones que debía hacer, de modo que ahora menos que nunca espero la mía.

Estoy dando prisa al planteamiento de mi empresa, pero son tantas las formalidades que hay que llenar, que no creo poderlo lograr hasta fin de mes.

Me he mudado de casa y vivo ahora Calle de Lauria, 66 y 68, piso 2º, izquierda (ensanche) donde aguardo que me diga V. algo.

He recibido una carta cariñosa de Carlos F. Shaw. Dígale V. que no he tenido tiempo de contestarle, pero que agradezco mucho su recuerdo y sigo en mi misma firme intención de formar con V. y con él el más formidable triunvirato para una campaña.

Suponiendo que verá V. al leal Marqués y a su monísima Marquesa, le suplico a V. que les salude en mi nombre mientras les doy noticias directas mías, y les veo al principio de febrero, que iré a Madrid.

Y sin más, respeto a la Sra. Y besos a los chiquitines, suyo siempre amigo agradecido.

J. Zorrilla

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).

Marta Palenque

martes, 17 de septiembre de 2013

Carta 7ª de Zorrilla a Velarde

7

Vidiago, 9 Se[p]tiembre [1882]

Mi querido Velarde: hoy hace cinco días que llegué aquí. ¿Qué será allí?, dirá V. pues es uno de los cien pueblecillos tendidos y colgados por los valles y cañadas y por los cerros de este país montañoso y pintorescamente accidentado, entre cuyos habitantes se conserva aún algo de la Fe, las costumbres y la tradición del viejo tiempo. Yo vivo en una casa que llaman palacio (y que lo fue y es aún), que pertenece a un amigo mío a quien hace 22 años que conocí en Méjico, el primero a quien allí debí un buen consejo, un buen puñado de onzas y desde entonces acá una buena amistad.

Tiene este amigo negocios en Inglaterra, grandes relaciones en aquella maldita isla, y una afición inmoderada a todo lo inglés,. Tiene un palacio amueblado y alfombrado con muebles y tapicería inglesas, y come y vive como si fuera inglés. Yo que respeto las costumbres, los caprichos y las manías de todos mis amigos, que tengo por este un respeto especial y una gratitud de hombre leal, no me atrevo a decirle que voy a perder el estómago, y el poco caletre que me queda, con tanta trufa, pescado, caza y legumbres en conserva inglesa, que es de lo que se compone su comida diaria. Y no porque con todo esto me obsequie a mí, sino porque él se trata de esta manera desde hace muchos años y no tiene en la atestada despensa más que latas y botes ingleses, de los cuales hace uso diario.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Carta 6ª de Zorrilla a Velarde

Aldaba C/ José Velarde

Barcelona 15 Marzo [1882]

Sr. D. José Velarde

Mi querido amigo: una afección en los ojos y una operación que he tenido que hacerme en la cabeza me han impedido escribir, pensar en nada y volver a Madrid a tiempo. No he podido escribir nada para el bueno de Moreno Nieto, ni aún el miserable artículo del Imparcial hace dos meses, y eso que este lo necesito para vivir.

Como no leo nada, ni he vivido en el mundo desde que volví de esa, no sé nada de lo que en el mundo pasa, pero sé que van las cortes a abrirse de nuevo y le escribo estas cuatro letras para recordar a V. a Fernández Flores y a Vidart la palabra que me dieron, la protección que me brindaron y el amparo que de ellos espero.

Yo iré a Madrid el 19 o el 20 (a cencerros tapados porque aún estoy malo) y no quiero darme a la luz ni que nadie me vaya a recibir mientras no hable con [Vms].

Por si ha mudado V. de casa, o los otros dos amigos, escribo a cada uno en particular. Suplico a V. que no lo tomen ni me lo achaquen a porfía inoportuna, ni ha inmotivada desconfianza, sino al deseo de ponerles al corriente de mi situación y de ponerme ya a sus órdenes como tenemos convenido.

Yo iré a parar (porque mi cuñado quitó mi casa de la calle Jacometrezo35) a casa del pintor D. Ramón Padró, Calle del Baño, 12, 4º estudio, en donde puede V. dirigirme por escrito lo que quiera, y yo avisaré a V. de mi llegada.

Suyo siempre su agradecido amigo y abuelo en Apolo, q[u]e le quiere

J. Zorrilla

domingo, 8 de septiembre de 2013

Carta 5ª de Zorrilla a Velarde

Aldaba C/ José Velarde
5

Diciembre 19, [18]81, Madrid

Mi querido Velarde: recibí a tiempo una cariñosa carta, y dolores de vejez, que ya me acosan, y negocios de familia, que me traen a mal traer, me han impedido ir a ver a V., porque no quería contestarle por escrito.

En primer lugar mil y mil gracias por haberme dedicado sus preciosos romances de la Ilustración. V. en su carta me llama maestro, pero con sus romances da al maestro cuchillada. Nunca he hecho yo en las mías descripción tan exacta, tan rica y tan verdadera al tratar asunto campestre ni cortesano. Me doy, pues, por muy honrado y favorecido con su dedicatoria, y declaro, sin que nadie a ello me obligue, que cedo el paso y me quito el sombrero ante el nuevo poeta que viene a quitarme el puesto en el género descriptivo. Un ¡viva! Cordial y un ¡gracias! Sincero y a otra cosa.

Antes de ayer fui a ver a Luis Vidart, a quien supliqué que reuniera a V., a Fernández Flores y a Bremón con él para convenir en la fórmula más adecuada para que yo diera a Vms. Por escrito un testimonio público de mi gratitud: supongo que aún no se ha podido por algo efectuar esta reunión, y hoy escribo a V. esta, porque he recibido una por el correos que tal vez me obligue a salir de Madrid dos o tres días antes de lo que creía.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Carta 4ª de Zorrilla a Velarde


4

Barcelona, Abril 9 [18]81

Mi querido Velarde: esta sirve de presentación a D. Manuel de Mata y Maneja, que es un segundo yo.

Sostenedor en mi ausencia de mi fama de y loco trenzado,  me saludó en este Ateneo barcelonés con una poesía que, durante su lectura, me pareció mía. Llevo desde entonces con él una amistad fraternal y he debido a su familia una cordial hospitalidad. Suplícale a V. pues le lleve al ateneo y le presente a todas nuestras notabilidades literarias. Verá V. que es un hombre tan modesto como inteligente: trátele V. como si fuera yo mismo y hágale conocer a Campoamor, Sellés, Echegaray &. Yo le he dicho de V. perrerías e infamias; pero algo hay q[u]e disculpar a un viejo loco que le quiere a V.

De mis negocios no le digo a V. nada; pero si Alvareda [sic] vuelve a Madrid y las inundaciones de Andalucía dejan diez reales en caja…

Suyo siempre, su mejor amigo y aplaudidor

J. Zorrilla.

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).
Marta Palenque

domingo, 1 de septiembre de 2013

Carta 3ª de Zorrilla a Velarde

Calle Cádiz
3
Barcelona 9 Abril [1881]

Mi querido Velarde: D. Manuel Mata y Maneja le presentará a V. una carta mía de recomendación. Para que no crea V. que es un compromiso le escribo a V. aparte estas cuatro letras para decirle que la recomendación es verdadera y que es una persona a quien deseo servir. Es individuo del Ateneo barcelonés y tiene por ello derecho a ir al de Madrid; aquí le miran un poco de reojo porque no quiere escribir en catalán, pero escribe bien en castellano y es decidido partidario de V. y mío, y amigos… Dios nos los dé, no importa en dónde.

Yo sigo haciendo expediciones y amigos en Cataluña. Ayer volví a Figueras, en donde me han colmado de regalos, y tengo que volver a satisfacer al casino Menestral, sociedad de obreros, que me dio una serenata y un baile del país

Todo esto es sembrar para recoger, porque aunque los regalos son valiosos, como esto nunca se puede reducir a dinero, de esto recojo apenas de sesenta a cien duros en cada parte. Como V. ve es bien poco, pero me ayudo con ello y creo que vale más que pedir prestado.

No puedo más porque es muy tarde y tengo los ojos malos.

Si ve V. a Vent[ura] Ruiz Aguilera, dígale V. que recibí su carta en Figueras, pero que en estas expediciones no tengo descanso de un minuto y que le enviaré la décima que me pide; pero esto me parece, como todo el centenario, una carajada de la cual vamos a salir con las manos en la cabeza, por parodiar poscentenarios que se han celebrado antes que el nuestro; pero a bien que no somos nosotros los inventores de él.

¿Cómo está la señora? Me alegraré que ya esté fuera de cuidado. Hágale V. presentes mis más afectuosos recuerdos y no olvide a su amigo que le quiere siempre

José Zorrilla.

(No haga V. caso del papel, porque he perdido la llave del pupitre y no he hallado más q[u]e este.)

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).
Marta Palenque

miércoles, 28 de agosto de 2013

Carta 2ª de Zorrilla a Velarde

Horno
2

Barcelona, 25 febr[er]o [1881]

Mi querido Velarde: le he escrito hace unos días una larga y alegre carta, escrita bajo la agradable impresión de la ultima suya. Temo que no la haya V. recibido, porque se la dejé al estanquero que me certificó el artículo del imparcial y recuerdo que no la eché yo mismo al buzón. Dígame V. si la ha recibido, y si no para reclamarla.

Hoy le escribo a V. en una situación amarguísima: he tenido que enviar a esa a mi mujer a que recoja el último suspiro de su padre, a quien, según telegrama de ayer 24 a las diez, iban a sacramentar a las II. Yo la he dado para irse todos los puñados de duros que aquí tenía; he escrito a Gasset y Artime para que no la retrasen el pago de los artículos y a un mi amigo muy antiguo que ahí tengo, que le habrá llevado mil rs. más . Aquí recogeré [otro] puñado de duros que mandarla, y no creo que la falte, aunque si entran los curas en la casa, todo es poco. Mi suegro debe haberse muerto al ver al primero.

jueves, 22 de agosto de 2013

Carta Iª de Zorrilla a Velarde

A Dávila
I

Barcelona, 19 febrero 1881

Mi querido Velarde: su carta de V. me ha hecho llorar, pero ¿qué menos podría yo hacer que dar a V. las gracias públicamente por la pública defensa que de mí hizo en su primer articulo?

Tengo el convencimiento, y lo creo en conciencia desde la primera poesía que de V. leí, de que es V. el primer poeta de la segunda mitad del siglo XIX.

Tiene V. la belleza de la forma, la corrección, de la palabra, la armonía de la versificación, y el lujo meridional de ideas de los mejores tiempos de su tierra.

Yo, que tengo sobre todos mis contemporáneos la ventaja de no tener envidia, ni soberbia, ni pesar del bien ajeno, tres vicios de nuestra época, le vi a V. surgir con el placer más sincero; y si hay alguno al que pueda llamarle regosijo de las musas es a V. que rebosa poesía por todos los poros. Sus versos de V. trascienden al azahar y las magnolias de las riberas del Wad-al-kebir: tiene la tendencia a cuajarse en forma clásica sin dejar de ondular y flotar vaporosos en el vago ambiente del indeterminado romanticismo; están llenos de pensamientos profundos y trascendentales, servidos en la salvilla de trasparente y valioso cristal de roca de una amenidad y franqueza de[dicción] que se bebe sin sentir como la ambrosía; no tiene V. aún género determinado, vacila V. aún entre el entusiasmo que se deja arrastrar libre, valiente y espontáneo por la propia inspiración y el vulgar instinto de seguir la corriente de lo que da dinero, bajo la forma en [que] el vulgo lo acepta. Hoy hace V. doloras, mañana dice V. «poemas»… Ni las doloras son dignas de V., que pica más alto, ni los poemas lo son, en la acepción clásica de la palabra. Poema es una voz griega que significa una composición que consta de todas las partes de que debe constar: un epigrama, un epitafio, un madrigal es un poema en este sentido; los que han introducido esta palabra como título de las modernas composiciones lo han hecho furtivamente, porque el vulgo crea que rayan en la altura del poema, que es el épico no más y que no es lo que hoy se hace; poema es toda composición, pero no se aplica más que al poema épico, a la gran narración de un hecho en cuya acción luchan los dos opuestos intereses de dos razas, de dos religiones, de dos banderas, de las cuales la vencedora crea una raza, una fe y una enseña nueva que tremola sobre la ruina, la gloria y la memoria de la raza vencida. Esto es un poema, es decir epopeya, y nosotros no tenemos más que Granada y Méjico: yo no supe hacer la primera, y García Gutiérrez no es ya hombre para la segunda.

domingo, 11 de agosto de 2013

En la carcel

Fosil

Tendido en el duro suelo
De un húmedo calabozo,
Duerme un criminal, tan malo
Como feroz es su rostro.

De guitarras y zambombas
Despiértale al alboroto,
Y - <<¡ Madrecita del alma! >> -
Dice, rompiendo en sollozos.

José Velade

viernes, 26 de julio de 2013

Articulogía

Playa de la fontanilla

Sesenta mil satanases te lleven a ti y a tus refranes. Dime ¿dónde los hallas, ignorante, ó como los aplicas, mentecato, que para decir yo uno y aplicarle bien sudo y trabajo como si cavase?

Si no con estas razones del hidalgo manchego al socarrón de Sancho, con otras parecidas, aunque doradas como píldoras para quitarles todo amargor, increpaba yo hace algunos días á un condiscípulo mío que no pudiendo digerir el digesto, se ha dado á escribir artículos a troche y moche

- Tu eres el mentecato – me contestó – al tomar por de tanta monta asunto tan baladí. Si me escuchas con paciencia y yo acierto á explicarme, vendrá al cavo á convenir conmigo en que no hay oficio mas fácil que el de articulista, como no sea el de empleado, pues con aprender cierta rutinilla, allá van artículos á porrillo, sin tener que dar tortura al caletre con estudios y cavilaciones.

domingo, 21 de julio de 2013

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891) Marta Palenque



«Mal que pese a cuantos quieran vestirse con ajenas galas, juntos correrán los nombres de Zorrilla y Velarde» (L. Montoto, Estafeta literaria, 1913)

El libreto Dauriat a Lucien: «Cuando os hagáis rico, entonce podréis vender versos» (H. de Balzac, Ilusiones perdidas, 1837-1843)




El nombre del poeta gaditano José Velarde está unido al de José Zorrilla, pues fue el impulsor de Recuerdos del tiempo viejo (1880-1882, 3 Vols.), deshilvanado y heterogéneo libro de memorias compuesto por las cartas que, dirigidas en un principio a Velarde, vieron la luz en Los Lunes de El Imparcial a partir de octubre de 1879. Zorrilla le dedico la obra: «Al egregio poeta Don José Velarde en prenda de amistad y agradecimiento, José Zorrilla. Barcelona, Iº de enero de 1881» y narró en los preliminares las circunstancias de este decisivo estimulo. Cuenta aquí la triste situación económica que atravesaba el 27 de junio de 1879, cuando recibió la noticia de que la pensión asociada a los Lugares Píos italianos (la disfrutaba desde 1871) había sido suprimida. Pidió entonces ayuda o trabajo a los editores Montaner y Simón, al arzobispo de Valencia, al empresario del Teatro Español y al ministro de fomento (conde de Torono), pero solo obtuvo promesas y poco dinero. El mejor apoyo vino de Federico Balart, a través de cuyas gestiones comenzó a publicar artículos pagados en Los Lunes de El Imparcial. A la vuelta de las vacaciones estivales, sus influyentes amigos y protectores movieron los hilos para que volviese a cobrar la pensión, aunque disminuida. Zorrilla siempre justificó este sueldo como una suerte de desagravio por haber perdido el derecho sobre sus obras más famosas (Don Juan, El zapatero y el rey), escritas antes de la ley de propiedad de 1847. el recorte le obligó a trabajar con más ahínco. La nueva corrió por Madrid y fue conocida muy pronto por escritores, artistas y el público general. En este momento entra en escena José Velarde, quien, gran admirador del poeta y escandalizado por su suerte, envió una carta abierta a El Imparcial, el 29 de septiembre de 1879, denunciando el hecho:

¿Cómo premia la patria los merecimientos de su esclarecido hijo?

Hoy que la edad le agobia y el trabajo le fatiga, le ha retirado la modesta asignación con que vivía y lo ha abandonado a la miseria, sin duda para que ciña a un tiempo a sus sienes la corona de laurel de la poesía y la espina del martirio.

Zorrilla contestó expresándole su satisfacción y comenzó a relatarle su vida, desgranando peripecias e infortunios: «La primera carta del bravo Velarde me dio pie para contar lo pasado en el cementerio al borde de la tumba de Larra: y por este recuerdo, como quien tira del hilo de una madeja enredada, fui yo tirando de mis pobres recuerdos del tiempo viejo hasta formar con ellos el mal devanado ovillo de lo contenido en este libro. La carta remitida por Velarde a El Imparcial se copia al frente de Recuerdos del tiempo viejo cuando se edita como volumen y su nombre se repite como receptor en las primeras epístolas. Desde este momento se convierte, además en el interlocutor de una correspondencia privada a través de la cual podemos profundizar en la biografía de zorrillesca.

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).
Marta Palenque

sábado, 13 de julio de 2013

Alma de mar (fragmento)


En las tardes de verano,
No ha mucho tiempo, solía
Encontrar allí un anciano
Que, como yo, se aplacía
Contemplando el océano.

El imperio de su faz,
Su nerviosa contextura
Y su voz áspera y dura
Contrastaban con la paz
De su vida y su dulzura;

Y supliendo la alta ciencia
Y el estudio de los sabios
Con el genio y la experiencia,
Cada frase era en sus labios
Una profunda sentencia.

A pesar de nuestra edad,
Nos puso en intimidad
El mismo amor de los dos
A la hirviente inmensidad
Que sirve de espejo a Dios:

Y aunque muy niño, al olvido
Dando amor, juegos y enojos,
Le escuchaba embebesido,
Con el alma en el oído
Y abierto, sin ver, los ojos

sábado, 6 de julio de 2013

Cartuja de Miraflores

XI

Cartuja de Miraflores

El ave teme desplegar el vuelo,
en la colmena enciérrase el enjambre,
el hombre en el hogar busca consuelo,
y trocados, en fin, la hartura en hambre,
en páramo el verjel, el agua en hielo,
la luz en sombras y en fragor la calma,
parece que gravitan sobre el alma
los nublados que cruzan por el cielo.

José Velarde

Este poema pertenece al libro Burgos : catedral, Cartuja, Huelgas : curiosidades, cosas notables de Burgos y sus cercanías

sábado, 29 de junio de 2013

Burgos : catedral, Cartuja, Huelgas : curiosidades, cosas notables de Burgos y sus cercanías

La Chanca Conil
VIII
Castillo. Arco de S. Martin y S. Esteban. Edificios militares

La noche, la edad media
tendió sus negras alas sobre el mundo,
¡pero qué labio habrá que la reproche
si el porvenir fecundo
se engendró en las tinieblas de esa noche?

José Velarde

Este poema pertenece al libro Burgos : catedral, Cartuja, Huelgas : curiosidades, cosas notables de Burgos y sus cercanías

Prólogo al libro de Augusto Llacayo: Burgos

Huerta Jardal
Burgos: Catedral, Cartuja, Huelgas: curiosidades,cosas notables de Burgos y sus cercanías

Lector amigo:

A pluma mejor cortada que la mía hallábase destinado el empeño de darte a conocer la noble figura del autor de este libro; pero años, achaques y tribulaciones afligiendo el ánimo del inmortal Zorrilla, que era el llamado a entenderse contigo, le llevan a descargar tal peso sobre mí, con lo que todos venimos a quedar mal, él sin gusto, tú descontento, yo abrumado y la memoria de Llacayo sin aquel brillo, estimación y grandeza con que la hubiera sublimado el ingenio de tan insigne vate.

Por mi parte te juro que, a no ser por la intima amistad que a Llacayo me unía, y por el respeto y cariño que a Zorrilla profeso, no hubiese aceptado esta encomienda; aunque si salgo mal de ella, no saldré al menos sin tu perdón, que a dármelo te obligan mi humildad y tu nobleza.

Frisaba Llacayo cuando yo conocí con los treinta de su edad. Era de mediana estatura, de buena complexión y de gallardo porte. Hablaban de su talento su despejada frente y el brillo de su ojos; de su dulzura y nobleza, el amable juego de su varonil fisonomía. Franco y generoso, abría su corazón a la amistad y al entusiasmo con la espontaneidad del niño; pero sin formar de este las veleidades, antes bien alimentado y acreciendo sus sentimientos con firmeza estoica y caridad cristiana.

miércoles, 26 de junio de 2013

Velarde y el pregón de la feria de 1976


El 5 del 5 de 2005 recibí una carta que decía:

Mi querido Pepe:

Las fotocopias que te envío de parte de la obra de J. Velarde, no tienen continuidad, pues se ve que lo que elegí en mis lecturas en la Biblioteca Nacional (Madrid) fué una selección de lo que me gustó más.
Está todo incompleto, pero no tiene "desperdicio".
Me alegro de vuestra iniciativa por "hacer justicia" a nuestro ilustre paisano
Un abrazo

Juan Basallote de Alba

En dicha carta venían, además de los poemas incompletos que me decía, el pregón de la feria de Conil del año 1976 y en cuyo margen derecho decía:

Año 2005 - A Pepe Gil, pues pienso que no conoció mi Pregón de la Feria de Conil y en el que "recuerdo" siempre a JOSÉ VELARDE. Un abrazo

El pregón decía así:

sábado, 15 de junio de 2013

Toros y Cañas

TOROS Y CAÑAS

I

Todo en la ciudad es fiesta,
regocijo y algazara,
y ecos de guzlas, clarines,
atabales y dulzainas.

Verdes juncias y romero
alfombran calles y plazas,
en terrados y alminares
hay banderas desplegadas,

y colgaduras de seda
con rapacejos, y franjas,
y bordados y divisas
engalanando las casas.

En apretados cordones
ó en tropel las gentes ganan,
luciendo vistosos trajes,
la plaza de Vivarambla,

donde moros y cristianos,
el hierro trocado en gala,
hoy con júbilo celebran
fiesta de toros y cañas.
Titus Bar y Fuente Nueva

jueves, 6 de junio de 2013

Juegos del Alma

Pozo del Prado Castilnovo
La llama del sentimiento,
si la toca la razón,
se convierte en fuego fatuo,
que ni da luz ni calor.

El pensamiento más frío,
si toca en el corazón,
se enciende en llama que brilla
y calienta como el sol.

Feliz viva en su cordura
y tibieza el pensador
que al cariño pone tasa
y freno a la inspiración.

A ser tan cuerdo, mil veces
la insania prefiero yo,
y á ser tan tibio, abrasarme
en un incendio de amor.

José Velarde

Heraldo de Madrid 19/1/1895

miércoles, 29 de mayo de 2013

El Campo Santo

Campanario Centro Cultural Sta.Catalina

Por no apartarse de la iglesia santa,
El cementerio humilde de la aldea
En medio de los vivos se levanta.
De negro barro y de ladrillo rojo
Un muro sin revoque le rodea,
Que ya del tiempo destructor despojo,
A trechos está unido por bardales
De apisonada tierra, donde crecen
La pita, la chumbera y los zarzales,
Y donde en el verano reflorecen
Espinos majoletos y rosales.

sábado, 27 de abril de 2013

A Dios

No pretendo comprenderte
Ni llegar a definirte;
Tan sólo aspiro a sentirte,
A admirarte y a quererte:
Quien vaya a Ti de otra suerte
Luchará con la impotencia,
Te busca la inteligencia
De lo infinito en el fondo,
Cuando estás en lo más hondo
Y oculto de la conciencia.

Tú, Dios, formaste, al crear
Del universo el palacio,
Con un suspiro, el espacio,
Con una lágrima, el mar;
Y queriéndonos probar
Que quien te adora te alcanza.
Como señal de bonanza
Has dibujado en el cielo
La aurora, que es el consuelo,
Y el iris, que es la esperanza.

Tu purísimo esplendor
El universo colora,
Como el beso de la aurora
Los pétalos de la flor;
Y si tu soplo creador
En el caos se derrama,
El mismo caos se inflama,
Y entre nubes y arreboles,
Brotan estrellas y soles
Como chispas de la llama.

Así, cuando nada era,
A tu voz, jamás oída,
Tomó movimiento y vida
La naturaleza entera;
Surcó el río la pradera,
Dio la flor fragancia suma,
La luz disipó la bruma,
Y tu aliento soberano
La ola hinchó del Océano
Y la coronó de espuma.

Mas con ser la suma esencia,
Es tu arrogancia, humildad,
Tu riqueza, caridad
Y tu justicia, clemencia;
Pues quiso tu omnipotencia
Las flores por incensario,
El monte por santuario,
Por águilas, golondrinas,
Por toda corona, espinas,
Por todo trono, el Calvario.

José Velarde

"A Dios" es un fragmento del poema  "Ante un crucifijo"

A Carmen desde Paris en el día de su cumpleaños

jueves, 11 de abril de 2013

La ciudad rinde homenaje a su poeta, Jose Velarde

El acto contó con la colaboración del Club de las letras de la Universidad de Cádiz
La Casa de la Cultura de Conil ha acogido un acto de homenaje al poeta local, José Velarde, que fue presidido por el Alcalde, Juan M. Bermúdez, quien en su intervención, destacó la figura del poeta, así como "la importancia de este ilustre conileño, cuya obra descubrió los rincones y paisajes de su pueblo natal al resto del mundo con una exquisitez en las formas y una delicadeza en el fondo, propias de un gran autor coetáneo de Zorrilla y de otros autores de renombre contemporaneos a el"
El regidor municipal también destacó que Velarde se rodeó de famosos escritores de la época y "su figura no ha transcendido tanto o ha sido tan conocida, sin embargo su obra está a la altura de esos autores con los que le unía una gran amistad como se deduce de los intercambios espistolares que con ellos mantenía".
 Para el Concejal de Cultura, Juan Ramón Holguín, el acto que se celebró dentro de la programación de Cultura del mes de Abril dedicada a los libros y llamada Abril libros mil, "cubrió todas las expectativas y se suma a las iniciativas ya realizadas con anterioridad por el consistorio conileño".
Por el Club de las Letras de la Universidad de Cádiz intervino su presidente, Jose Antonio Hernádez quien habló de José Velarde como "insigne gaditano y conileño cuya obra poética fue de impecable factura". también intervino en el acto José Luis Rubio, autor de la revista poética Azahar.
Presentó el acto Pilar Pérez
Este artículo se publicó en Diario de Cádiz y la Voz de Cádiz

domingo, 31 de marzo de 2013

Encuentro Literario

El Club de las Letras de la Universidad de Cádiz se reune en Conil en torno a la obra del poeta conileño José Velarde Yusti el Viernes dia 5 a las 18 horas en la Casa de la Cultura

sábado, 16 de marzo de 2013

Veladas teatrales

Recortes de prensa  "Veladas Teatrales", donde Pedro Bofill hace una cronica del drama Pedro El Bastardo
 Enlace donde puedes leer el drama Pedro el Bastardo

jueves, 21 de febrero de 2013

De tinta y oro

Juan Pedro Narvaez
CULTURA


La voz digital 10 agosto 2008
De tinta y oro

Desde la Edad Media hasta nuestros días, los toros han sido motivo de inspiración para un buen número de escritores españoles y extranjeros

PABLO MTZ. ZARRACINA

Tres toques de clarín. Se abre el antro / y el silencio domina a la apiñada / multitud, que esperaba. Salta al centro / de la arena el animal soberbio, / que, con ojos furiosos, mira en torno / hiere con la pezuña el resonante / suelo, mas aún no ataca a su enemigo. / Gira, amenazadora, su cabeza / de un lado a otro y mide el primer tiento. / Su flanco azota con la cola, y rojo / rueda el ojo espantado por su órbita».

El autor de estos versos nació en la taurinísima Londres en 1788. Su nombre era George Gordon y se anunciaba en los carteles como Lord Byron. Se tiene noticia de que el poeta romántico asistió a una corrida de toros en el Puerto de Santa María en 1809, durante un viaje a España que también lo llevó a ciudades como Sevilla, Jerez y Cádiz.

A lo largo de la Historia han sido muchos los escritores y los artistas que de un modo u otro se han ocupado del mundo de la tauromaquia. Es una evidencia y también uno de los argumentos que suelen volar sobre el tapete cuando surge la recurrente discusión sobre la permanencia de las corridas de toros. Visto fríamente, se trata de un razonamiento un tanto extraño, ya que no suele detallarse si las obras de esos artistas son buenas o malas, cuestión que sin duda sería de alguna importancia. Tampoco se aclara si en todas esas obras el autor se muestra decididamente a favor de todo lo que ocurre en la plaza. A Byron, por ejemplo, la suerte de matar no le hizo mucha gracia y así lo reflejó en un pasaje de Las peregrinaciones de Childe Harold, un poema por otra parte lleno de interés.

sábado, 9 de febrero de 2013

Sevilla


No tiene rival Sevilla
En hermosura y grandeza,
Y es tan gloriosa en las armas
Como inmortal en las letras.

Un dios echa sus cimientos,
La hace fuerte Julio César,
La gana el moro y la adorna,
Un santo la recupera,

Y Don Pedro de Castilla,
Con sus justicias acerbas
Y sus dulces amoríos,
De tradiciones la siembra.

miércoles, 30 de enero de 2013

Centenario IV del Descubrimiento de América

Azulejo de la farola de la Plaza Sta.Catlina
Nuestros grabados
Centenario IV del descubrimiento de América

Retrato de D.ª Isabel la Católica.- Sepulcro de los Reyes Católicos en la capilla Real de la Catedral de Granada.

El retrato de la excelsa reina D.ª Isabel la Católica que publicamos en el grabado de la plana primera es copia de un cuadro original de Rincón, pintor de cámara de los Reyes Católicos, y que existió en un convento de religiosas, de Baza, poseyéndole después, en Madrid, el S. Duque de Abrantes, como patrono de aquel convento.

De dicho cuadro sacó varias copias, al óleo, el actual señor Conde de Donadío, y de una de éstas, dedicada por su ilustre autor el malogrado poeta D. José Velarde, es fiel reproducción el grabado que ofrecemos hoy a nuestros lectores.

Aseguran que este retrato de la Reina Católica es el más auténtico, al par que el más cercano a la época del descubrimiento de América; y por estas razones, así como por la especial circunstancia de no haber sido grabado hasta hora, que sepamos, lo hemos preferido a los demás de la magnífica Reina.

Como podrá observarse fácilmente, la obra del pintor de cámara de los Reyes Católicos tiene mucho parecido con la cabeza de la Reina en la Rendición de Granada, de Pradilla, quien debió de preferirla sin duda para su famoso cuadro a los otros retratos ya divulgados.

En este enlace de La Ilustración Española y Americana encontrarás este escrito y en la página anterior el grabado.

sábado, 19 de enero de 2013

José Zorrilla y Velarde por Rafael Fuentes




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CRÍTICA

José Zorrilla: Recuerdos del tiempo viejo

Presentación de Esperanza Aguirre. Prólogo de Fernando García de Cortázar. Edición e introducción de Eduardo Torrilla. Fundación Dos de Mayo / Espasa. Madrid, 2012. 507 páginas. 23,90 €

06-05-2012
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Tras su retorno a España después de un largo periplo por Hispanoamérica, José Zorrilla, casado en segundas nupcias con una joven actriz, célebre pero completamente arruinado, buscaba desesperadamente un apoyo económico con el que sostener su casa. Su íntimo amigo Federico Balart explica cómo contribuyó a sacar de este mal trance al laureado poeta, tal como lo relató en el número monográfico que el periódico El Imparcial le dedicó con motivo de su muerte el 24 de enero de 1893, junto a firmas tan insignes como las de Menéndez y Pelayo, Pardo Bazán o Benito Pérez Galdós:
“Por la noche —escribe el propio Balart-, me fui a casa de Eduardo Gasset, a quien encontré solo en su despacho fumando el cigarro de la sobremesa, frente a un enorme jardín de canarios que ocupaba el centro de la habitación.
“-Deme usted setenta y cinco duros —le dije por primer saludo.
“Gasset se levantó, me echó el brazo por la espalda, me llevó a su mesa de escritorio, abrió un cajón donde había en abundancia monedas y billetes y me dijo volviéndose a su contemplación ornitológica:
“-Tome usted lo que quiera y no se quede corto.
“Yo conté quince monedas de cinco duros, me las guardé y alargándole la llave del cajón le dije:
“-Le advierto que no son para mí.
“-Sobra la advertencia —me contestó-. Ya sabe usted que puede disponer de todo sin explicaciones.
“-Es que cuando yo le diga el nombre de quien los recibirá dentro de media hora, sin sospechar el paso que doy en este momento, tendrá usted seguro dos satisfacciones: una por mí y otro por él.
“-Eso ya me pica la curiosidad. ¿De quién se trata?
“-De un pájaro que no es de cuenta porque nunca ha sabido ajustar las suyas; pero que en cambio canta mejor que los encerrados en esa jaula.
“Y le referí el caso.
“Gasset quería duplicar la cantidad, pero ante mi negativa, cedió, diciéndome al despedirme:
“-Diga usted a Zorrilla que mi bolsillo y mi periódico están a su disposición.
“Y así fue como Zorrilla, sin haber pensando en tal cosa, empezó a publicar en El Imparcial susRecuerdos del tiempo viejo.”
Esta jugosa e inestimable estampa histórica de Federico Balart ilumina con extraordinaria claridad la última etapa literaria —tan escasamente investigada y valorada- de José Zorrilla, una última etapa cuya referencia central son precisamente las memorias contenidas enRecuerdos del tiempo viejo, afortunadamente rescatadas ahora bajo el impulso de la Fundación Dos de Mayo, Nación y Libertad, presidida por Esperanza Aguirre y dirigida por el historiador Fernando García de Cortázar. El Imparcial, donde se publicaron por primera vez, además de ser un diario de principios liberales propiedad de la familia Gasset, había puesto en marcha el famoso suplemento cultural Los Lunes de El Imparcial, que semanalmente daba cabida a colaboraciones —sin prejuicios de partidismo político-, de las más variadas opiniones y estilos literarios, debidas, entre otros, a Pardo Bazán, Leopoldo Alas “Clarín”, Juan Valera, Rosalía de Castro, José Echegaray…
Cuando Eduardo Gasset abrió las puertas del periódico a la colaboración de José Zorrilla, dirigía Los Lunes de El Imparcial Ortega Munilla -padre del futuro José Ortega y Gasset-, quien tuvo la inteligencia de percibir una nueva faceta en el poeta que pedía auxilio. José Zorilla era, por entonces, una gloria nacional que había sobrevivido a su época tanto como se había sobrevivido a sí mismo, contemplando atónito la inmensa notoriedad que todavía le otorgaban dramas románticos que él mismo, como autor, juzgaba con dureza y consideraba trasnochados. De haber seguido la inercia que señalaba su popularidad, habríamos reencontrado en Los Lunes de El Imparcial al dramaturgo a deshora o al poeta anacrónico que el propio Zorrilla sentía ser en su fuero interno. Tras unas colaboraciones preliminares, el poeta José Velarde publicó en Los Lunes una “Carta abierta” en septiembre de 1879 protestando por la situación en que se hallaba el ilustre poeta, y Zorrilla le respondió en octubre, en las mismas páginas deLos Lunes, agradeciéndoselo y explicando la difícil circunstancia que atravesaba y los avatares que lo habían conducido al mismo tiempo a la fama y a la ruina. Aquella epístola de respuesta se convirtió en el Primer capítulo de Recuerdos del tiempo viejo y en un auténtico estallido literario donde tomaba carta de naturaleza una nueva faceta inédita de Zorrilla: no el dramaturgo, no el poeta, sino el excelente prosista y gran narrador escéptico que sería a partir de ese instante.
La primera carta de réplica a Velarde —y por lo tanto el primer capítulo- contenía, además, un material ya mítico en nuestra historia literaria. Se contaba en ella el entierro de Mariano José de Larra, ante cuyo cadáver Zorrilla había balbuceado, ante un selecto e influyente auditorio de los más notables escritores de la época hondamente impresionados, un borroso poema que le catapultó a la celebridad. No era solo el hecho en sí —ya cargado de altísimos alicientes para exacerbar la fantasía incluso del lector con la imaginación más mortecina- sino el modo de relatarlo, que estrenaba algo novedoso en el viejo dramaturgo. En ese episodio ocurrido en el viejo cementerio de Fuencarral, el autor de El puñal del godo analizaba las taimadas intenciones que le condujeron a la sepultura de Larra, explicaba de qué modo aprovechó al vuelo las oportunidades que el azar le ofrecía tan inesperadamente y pedía perdón por todo ello sin romper la tensión del relato ni desviar la atención del hilo narrativo. Había ahí una mixtura que caracterizaría el conjunto de todos los Recuerdos…, en la que se recreaba el tono legendario de sus antiguos poemas, aunque ahora mediante una prosa mucho más natural que se acercaba a un patrón conversacional, mezclándolo con una indudable perspicacia hacia la exploración psicológica, un descargo de conciencia amargo y desencantado, así como una extraordinaria habilidad para la descripción y narración unida a una sonoridad que preludiaba la mejor estética modernista aún por venir. En definitiva, un sorprendente giro que anunciaba —y en ocasiones, ya inauguraba- un estilo de narración único que sedujo instantánea y poderosamente el gusto de los lectores del “tiempo nuevo”.
Semana tras semana, en las páginas de Los Lunes…, esa combinación de ingredientes sabiamente urdida por Zorrilla mantuvo atenta la atención pública en el transcurso de años. No era para menos. José Zorrilla se desmitificaba a sí mismo arrancándose el antifaz legendario que durante tanto tiempo había ocultado su verdadero rostro, a la vez que indagaba en la personalidad psíquica, el carácter y las costumbres de innumerables personajes, tanto célebres como caídos en el anonimato, de la política, el arte y la literatura anteriores a la revolución septembrina de 1868, recreando una época romántica que adquiría unos perfiles insólitos dentro de su realismo. Sus Recuerdos… narraban episodios totalmente ignorados u olvidados que iluminaban así con una luz distinta acontecimientos de nuestra vida colectiva y entreabrían un fondo inesperado, torturado, y en más de una ocasión enloquecido, de la personalidad del propio Zorrilla, todo ello expresado con un estilo de una sobriedad musical que no podía— que no puede- más que cautivar, ayer y hoy, al lector.
Siendo un autor cuya memoria ya desde entonces estaba estrechamente vinculada al éxito de su Don Juan Tenorio, cabría haber esperado unos Recuerdos… eminentemente “teatrales”, en todas las múltiples acepciones de este término. Lo cierto es que no es así. Por el contrario, sus noveladas memorias se asentaban sobre un profundo y oculto conflicto personal. Ya desde el celebérrimo episodio del sepelio de Larra, sus Recuerdos del tiempo viejo se enhebran en torno al doloroso propósito íntimo de conciliar su espíritu liberal con las exigencias ultracatólicas de su inflexible padre, jurisconsulto, jefe de la policía de Fernando VII en Madrid — con expeditivos y crueles métodos de ejecución en las obligaciones de su cargo-, y finalmente exiliado junto a la Corte carlista que encendió la hoguera de la guerra civil. Esa guerra civil fue revivida trágicamente por José Zorrilla en su intimidad psicológica, de modo que el conflicto implacable y la lucha con su padre, junto a las estrategias de reconciliación con él, reproducían a pequeña escala, en su mundo privado y personal, la gran contiendaguerracivilista que enfrentó tan brutalmente a liberales contra carlistas en la vida pública española.
De hecho, los Recuerdos… engrandecen este litigio con los principios paternos silenciando otros muchos episodios de su vida sentimental. No existe, por ejemplo, mención alguna a su primera esposa, la viuda irlandesa Florentina O’Reilly bastante mayor que él, tampoco a los altercados con el hijo de ésta, las querellas de su esposa con su madre. Desaparece de las memorias su amante francesa Leila, excepto su despedida en la estación de trenes de París con una mujer que lleva en brazos a un “hijo del pecado”. José Zorrilla no menciona, asimismo, su matrimonio con la veinteañera Juana Pacheco ni los hijos que tuvo con ella. De su ámbito familiar únicamente queda subrayada la gran discordia con el padre, convertida en un leitmotivque reaparece una y otra vez en el transcurso de la obra. Cristianismo liberal frente a catolicismo absolutista, intentando siempre una transacción que no le traicionase a sí mismo. La poesía legendaria del joven Zorrilla fue, en este sentido, un producto de esa infructuosa voluntad de entendimiento, cuya fama no sació los objetivos últimos del autor.
Lo mismo sucedió con su pintoresca entrada en el mundo teatral, tras escalar la fachada de la casa de García Gutiérrez —su adorado artífice de El trovador- para pedirle prestado dinero, pero acabando, por el contrario, por apostar con él escribir en tiempo récord la mitad del dramaJuan Dandolo, que siguió desde este momento ese misma línea extravagante, de fulgurantes aciertos y desatinos, que le valieron conquistar un apoteósico favor del público. Los Recuerdos del tiempo viejo nos proporcionan, en este sentido, una inestimable documentación sobre los autores, las compañías teatrales, actores y actrices, métodos de puesta en escena y gustos escénicos de los espectadores de la época auténticamente privilegiada e insustituible. Aunque, en contra de lo que se pudiera prever, esa información ocupa un relativo pequeño espacio en sus memorias. La muerte del padre, la imposibilidad definitiva de reconciliación, la venta de la casa solariega heredada, le impulsaron a abandonar por completo el arte dramático, a exiliarse y llevar una existencia errante radicalmente desencantada, abierta a otros horizontes imprevisibles.
Aquí, más que en ninguna otra sección de los Recuerdos…, se revela el narrador magistral que José Zorrilla demostró ser en los últimos años de su vida. La bohemia parisina en la época de Eugenia de Montijo, el México guerracivilista, pujante y cruel, hasta la entrada del emperador Maximiliano que da a Zorrilla el mando del teatro nacional mexicano o los singulares hábitos coloniales de Cuba ofrecen un testimonio de ese extraordinario arte de narrar que el antiguo dramaturgo había adquirido y del que hacía gala sin que sirviese para destruir el tenaz estereotipo poético que él mismo había creado en su juventud y donde el público lo encasilló férreamente. Solo la narración del viaje y naufragio desde Inglaterra a México es un prodigio narrativo donde el relato engarza, con una prosa sobria pero sugerente, los sucesos novelescos con la introspección de los caracteres de los viajeros y la exploración de inauditos brotes de demencia. Todo un excepcional despliegue del arte de narrar al que es difícil encontrarle parangón en la novela española del momento. Sin duda, una vez muerta en él su “locura poética”, se hallaba fabulosamente preparado para adentrarse en el género de madurez por excelencia: la novela, siguiendo así un ciclo análogo al cervantino que, desafortunadamente, no llegó a completar. Zorrilla solo nos dejó este formidable atisbo. Por ello, Eduardo Torrilla, a cargo de esta cuidada edición, acierta plenamente al recuperar la valoración de Pere Gimferrer, que sitúa los Recuerdos… a la cabeza de la producción del viejo poeta.
La colección de obras rescatadas por la Fundación Dos de Mayo se proponen, en su conjunto, hacer que la emoción de los textos literarios arrojen una luz conmovida sobre el devenir histórico de la España del siglo XIX, algo que consiguen estas extraordinarias memorias arrancadas de las antiguas páginas periodísticas de Los Lunes de El Imparcial para servirlas al público en un moderno y atractivo volumen. La Historia se llena de pasión y sensibilidad, de impresiones y afectos ante las ambiciones, fracasos e impulsos de resurgimiento, pues como afirma García de Cortázar en su Prólogo: “Desde la atalaya de la vejez de una vida apasionada, Zorrilla resucita las habitaciones estancadas del recuerdo, sabiendo que los lugares no son materia, sino sensaciones perfiladas en muchos paisajes, emociones que miden su fuerza en un siglo irrevocable, ámbitos imaginarios custodiados por la perpetuidad de la naturaleza y la arquitectura soberbia y temerosa de los hombres. De ahí la trascendencia deRecuerdos del tiempo viejo, obra en la que Zorrilla escribe como habla.”
Por Rafael Fuentes