viernes, 20 de diciembre de 2013

Carta 21ª de Zorrilla a Velarde

Arco de la Villa (Juan Pedro Narvaez)
21

Valladolid 12 Dic[iem]bre, [18]86

Mi querido nieto en Apolo y en la gratitud que le debo por tanto empeño como por mí ha puesto siempre por escrito y de palabras: le agradezco a V. infinito el artículo q[u]e no ha habido necesidad de poner en el imparcial, que me vuelve la espalda porque no quise darle los versos del Cantar del Romero la noche de su lectura, esto es todo. No pensemos más en él y buenas noches.

Lo de la tauromaquia [se] me ocurrió por haber encontrado el ejemplar de la de Pepe Hillo al arreglar mis papeles, pero no teniendo ya novedad no hablemos tampoco más de ello y discurriremos otra cosa.

Lo que más me aflige es el comienzo de su carta en que mienta disgustos, enfermedades y escaseces que le atormentan y por los cuales ha tenido que retrasarme noticias suyas. Yo estoy también rodeado de pesadumbre, y tan hastiado de la vida como de las letras, y muy próximo ha buscarme un agujero por donde tirarme de cabeza a la eternidad. A mí no me salva ni la bula de Meco, porque yo llevo el infierno dentro de mí mismo, y como yo me tengo [sic] la culpa, según el mundo vulgar, no tengo ni el derecho de quejarme, ni el consuelo de contar mis miserables desventuras.

Mi pena es hoy mayor al no poder ofrecer a V., no consuelos banales de palabras, sino unos cuantos puñados de pesetas con que compartir les escaseces de ambos, porque las mías en el fin de diciembre con las dos estafas que me hacen en Barcelona, [Conque] de mis obras completas ni del cantar del romero, que me le han vendido solo con 50% de rebaja, me han reducido a 25 ejemplares del cantar del romero y a mil duros que dicen que le debo, y que me demandan si me niego a seguir la publicación, bajo la base de que yo sigo dando notas y ellos sigan comiendo de el [sic] producto. ¡Vea V. qué porvenir para el 87! Pero maldita sea mi suerte, como dijo el bruto de Ducazcal, y me cago en mi alma, como yo digo. Si para el mas de enero no arrebaño, no importa cómo ni dónde, unos cantos duros que enviar a V., que a eso y más están obligados los abuelos con los nietos, y si puedo irme ahí y poner un [casucho], ya daré con uno o varios librejos que escribamos juntos y le den a V. al menos la mitad de un pan y el pico de mi discutida y trabajosamente arrancada pensión. Y basta de esto porque obras son amores, que no buenas razones.

Mi sobrino Esteban Escobar, a quien V. conoce, irá a ver a V. a su casa y le buscará en el Ateneo para que le ayude a V. a enviar el ejemplar de los Gnomos a la duquesa a Lisboa, porque el apoderado de su palacio no ha querido ni recibir a Esteban, ni encargarse de enviarle el libro. Ya sabe V. que la soberbia de los señores suelen encargarse de tenerla por ellos sus criados, y yo debo a la duquesa el 1er ejemplar, que si queda en su casa hasta que vuelva puede que le reciba en el valle de Josafat. V. por sí mismo o por alguno de sus íntimos puede averiguar su dirección en Lisboa y Esteban se lo certificará. Ya que yo tengo la pensión del Gobierno, más que nunca quiero ser cortés con la duquesa, no vaya a pensar nadie que lo era mientras ella me pensionaba y ahora hago con ella lo que Ortega Munilla con nosotros. No hay más papel. Adiós cariños, besos, abrazos, y suyo

Zorrilla

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008

Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891)

Marta Palenque

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