TOROS Y CHIBORAZOS
_________
CARTAS DIRIGIDAS AL SR. D. JOSÉ NAVARRETE
IMPUGNADOR DE LAS CORRIDAS DE TOROS
POR
D. JOSÉ VELARDE
I
Sr. D. José Navarrete:
QUERIDO AMIGO: ¿Es posible que quien nació en la tierra de la alegría; quien se crió entre montones de sal, bebiendo manzanilla y comiendo cañaillas y bocas; quien se divirtió de muchacho corriendo toros de cuerda; quien se juntó de mozo con gente de rumbo y sandunga; quien visitó, por último , religiosamente, como monumentos en Jueves Santo,
Las tiendas más famosas de montañés de Cádiz. La Isla, Jerez y los Puertos, se nos venga ahora haciendo remilgos monjiles ó ascos filosóficos, que da lo mismo, a nuestra fiesta nacional?
¡Impugnar las corridas de toros un andaluz de buena cepa! ¿Está V. empecatado? Deje V. empresa tan mentecata para los ingleses humanitarios, alemanes sabiondos y españoles vergonzantes.
Usted tan apuesto, tan despreocupado, tan hombre de mundo, no es á propósito para hermano de ninguna cofradía, ni para protector de bichos y hierbas. ¡Bueno fuera que, á imitación de muchos de éstos se rizase V. el pelo, estrenase botas, se enfundase en frac alcanforado y se colgase al pescuezo, á guisa de cencerro, una medalla el día de procesión ó junta!
Vuelva V. en sí, y retráctese de lo dicho en su folleto. Pero no es preciso; el folletico, á los ojos de la gente de buen gusto, resulta apologético más bien que impugnador. ¿Dice V. que no? Pues vuelva a leer desapasionadamente los párrafos encaminados a denostar las fiestas de toros y a enaltecer las ventajas del tráfico, el ahorro y el sistema Froebel, y verá cómo los encuentra fríos, aparatosos y llenos de los lugares comunes de que tanto abusaron los progresistas en sus peroratas y artículos de fondo. No parecen escritos por un poeta, sino improvisados en un meeting por un ingenio librecambista. En una palabra, huelen á almacén de frutos coloniales y extranjeros, olor grato á Mercurio, insoportable a las Musas, de quienes hasta ahora estuvo V. perdidamente enamorado.
Relea V. después los periodos en que pinta (aunque los ha escrito con mala idea) la animación de la fiesta, el aspecto de las tiendas de montañés antes de la corrida, el regocijo y bulla de los que a ella se encaminan, y verá cómo se encuentra otro hombre. Si, amigo mío, entonces es usted el escritor incomparable de Marías de los Ángeles y de Los Montes de la Mancha, el dibujante y colorista excelentísimo, el hijo privilegiado de la tierra de María Santísima, el castizo, el elegante, el resalado poeta Pepe Navarrete.
También tuve yo en un tiempo mis pujos de filósofo, filántropo y redentorista, que me inclinaron a abominar de toros y de toreros; pero Dios me habló al alma gritándome: ¡¡No seas cursi¡¡ y volví al buen camino, es decir, a la plaza, donde al par que me encanto con las maravillas del arte de los Romeros y Cándidos, me río hasta desternillarme de filósofos hueros y filántropos sensibles.
_________
CARTAS DIRIGIDAS AL SR. D. JOSÉ NAVARRETE
IMPUGNADOR DE LAS CORRIDAS DE TOROS
POR
D. JOSÉ VELARDE
I
Sr. D. José Navarrete:
QUERIDO AMIGO: ¿Es posible que quien nació en la tierra de la alegría; quien se crió entre montones de sal, bebiendo manzanilla y comiendo cañaillas y bocas; quien se divirtió de muchacho corriendo toros de cuerda; quien se juntó de mozo con gente de rumbo y sandunga; quien visitó, por último , religiosamente, como monumentos en Jueves Santo,
Las tiendas más famosas de montañés de Cádiz. La Isla, Jerez y los Puertos, se nos venga ahora haciendo remilgos monjiles ó ascos filosóficos, que da lo mismo, a nuestra fiesta nacional?
¡Impugnar las corridas de toros un andaluz de buena cepa! ¿Está V. empecatado? Deje V. empresa tan mentecata para los ingleses humanitarios, alemanes sabiondos y españoles vergonzantes.
Usted tan apuesto, tan despreocupado, tan hombre de mundo, no es á propósito para hermano de ninguna cofradía, ni para protector de bichos y hierbas. ¡Bueno fuera que, á imitación de muchos de éstos se rizase V. el pelo, estrenase botas, se enfundase en frac alcanforado y se colgase al pescuezo, á guisa de cencerro, una medalla el día de procesión ó junta!
Vuelva V. en sí, y retráctese de lo dicho en su folleto. Pero no es preciso; el folletico, á los ojos de la gente de buen gusto, resulta apologético más bien que impugnador. ¿Dice V. que no? Pues vuelva a leer desapasionadamente los párrafos encaminados a denostar las fiestas de toros y a enaltecer las ventajas del tráfico, el ahorro y el sistema Froebel, y verá cómo los encuentra fríos, aparatosos y llenos de los lugares comunes de que tanto abusaron los progresistas en sus peroratas y artículos de fondo. No parecen escritos por un poeta, sino improvisados en un meeting por un ingenio librecambista. En una palabra, huelen á almacén de frutos coloniales y extranjeros, olor grato á Mercurio, insoportable a las Musas, de quienes hasta ahora estuvo V. perdidamente enamorado.
Relea V. después los periodos en que pinta (aunque los ha escrito con mala idea) la animación de la fiesta, el aspecto de las tiendas de montañés antes de la corrida, el regocijo y bulla de los que a ella se encaminan, y verá cómo se encuentra otro hombre. Si, amigo mío, entonces es usted el escritor incomparable de Marías de los Ángeles y de Los Montes de la Mancha, el dibujante y colorista excelentísimo, el hijo privilegiado de la tierra de María Santísima, el castizo, el elegante, el resalado poeta Pepe Navarrete.
También tuve yo en un tiempo mis pujos de filósofo, filántropo y redentorista, que me inclinaron a abominar de toros y de toreros; pero Dios me habló al alma gritándome: ¡¡No seas cursi¡¡ y volví al buen camino, es decir, a la plaza, donde al par que me encanto con las maravillas del arte de los Romeros y Cándidos, me río hasta desternillarme de filósofos hueros y filántropos sensibles.