jueves, 22 de agosto de 2013

Carta Iª de Zorrilla a Velarde

A Dávila
I

Barcelona, 19 febrero 1881

Mi querido Velarde: su carta de V. me ha hecho llorar, pero ¿qué menos podría yo hacer que dar a V. las gracias públicamente por la pública defensa que de mí hizo en su primer articulo?

Tengo el convencimiento, y lo creo en conciencia desde la primera poesía que de V. leí, de que es V. el primer poeta de la segunda mitad del siglo XIX.

Tiene V. la belleza de la forma, la corrección, de la palabra, la armonía de la versificación, y el lujo meridional de ideas de los mejores tiempos de su tierra.

Yo, que tengo sobre todos mis contemporáneos la ventaja de no tener envidia, ni soberbia, ni pesar del bien ajeno, tres vicios de nuestra época, le vi a V. surgir con el placer más sincero; y si hay alguno al que pueda llamarle regosijo de las musas es a V. que rebosa poesía por todos los poros. Sus versos de V. trascienden al azahar y las magnolias de las riberas del Wad-al-kebir: tiene la tendencia a cuajarse en forma clásica sin dejar de ondular y flotar vaporosos en el vago ambiente del indeterminado romanticismo; están llenos de pensamientos profundos y trascendentales, servidos en la salvilla de trasparente y valioso cristal de roca de una amenidad y franqueza de[dicción] que se bebe sin sentir como la ambrosía; no tiene V. aún género determinado, vacila V. aún entre el entusiasmo que se deja arrastrar libre, valiente y espontáneo por la propia inspiración y el vulgar instinto de seguir la corriente de lo que da dinero, bajo la forma en [que] el vulgo lo acepta. Hoy hace V. doloras, mañana dice V. «poemas»… Ni las doloras son dignas de V., que pica más alto, ni los poemas lo son, en la acepción clásica de la palabra. Poema es una voz griega que significa una composición que consta de todas las partes de que debe constar: un epigrama, un epitafio, un madrigal es un poema en este sentido; los que han introducido esta palabra como título de las modernas composiciones lo han hecho furtivamente, porque el vulgo crea que rayan en la altura del poema, que es el épico no más y que no es lo que hoy se hace; poema es toda composición, pero no se aplica más que al poema épico, a la gran narración de un hecho en cuya acción luchan los dos opuestos intereses de dos razas, de dos religiones, de dos banderas, de las cuales la vencedora crea una raza, una fe y una enseña nueva que tremola sobre la ruina, la gloria y la memoria de la raza vencida. Esto es un poema, es decir epopeya, y nosotros no tenemos más que Granada y Méjico: yo no supe hacer la primera, y García Gutiérrez no es ya hombre para la segunda.
Dispénseme V. que le diga todo esto, y rompa este papel en que se lo digo después de leerlo. Yo soy tan viejo y he hecho tantos versos que puedo juzgar a nuestros contemporáneos, es decir a los que hacen versos.

El bombo, el arte de medrar, el sauvoir faire para que la poesía sirva de escalón a la política, y conduzca a una embajada, a un ministerio, no es poesía esa [que] se acepta por un partido, se aplaude y se vende y produce dos, diez veinte años; pero sobre esa flota y sobrevive la verdadera poesía popular, no vulgar y populachera, sino la que expresa, reasume y vivifica la poesía del pueblo, patria del poeta que da con ella.

Yo no le tacharé a V. por seguir corriente y echar la red de su poesía a un buen destino que lo conduzca a V. a una buena fortuna, no; pero déjese V. llevar de su propio genio: sea V. usted. Yo le quiero y le admiro tal como es, y si algo valgo y mi reputación de algo sirve para elevarle de V. no tiene más que indicarme cómo le puedo servir, y suyo soy a muerte y a vida; y por Cristo que no hago más que pagarle a V.

Guárdese V. para V. solo mi opinión o cuéntesela quien se le antoje; yo estoy dispuesto a sostenerla, y por esto y por gratitud le he dedicado a V. mi librejo: siento que llegue a ser libro

Yo no sé lo que podrá servirme a mí el cariño que V. me tiene en el afán con que me defiende; por el pronto puede V. hablar al Sr. Moreno Nieto para que permita que mi libro se venda en el ateneo y lo mismo en la redacción del Imparcial. En este momento está probablemente expirando en esa mi padre político, acontecimiento que trastorna mi casa, la enluta y agota fondo pecuniario. No le digo a V. más. Yo no creo, no espero ya de ningún gobierno vote mi pensión para evitarme morir en el hospital o en el manicomio; pero su carta de V., expresión leal de la amistad verdadera y del filial cariño que V. me profesa, me compensa todas las amarguras de mi vida, la estrechez de mi posición y el abandono de los tantos años ha que con el producto de mis obras viven.

No puedo más: tengo que consolar y cuidar a mi infeliz mujer, que hoy se queda huérfana y sola conmigo sobre la tierra.

V. puede escribirme y escribir de mí lo que le dé la gana; y en vez de llamarme protector y padre, puede V. considerarme como amparado por V. que tiene la fe, la juventud y el porvenir, de los cuales no me queda a mí ya un átomo; pero me queda un corazón sin envidia y si soberbia para no considerarme humillado porque pase delante de mí la juventud que tras de mí viene; y espero que crea V. siempre en la gratitud de su amigo y admirador

José Zorrilla

S/c. Pasaje de la Paz, 12, 2º
Mis corresponsales en esa Tepidó y Parera, Pizarro 9, tienen un ejemplar firmado para V.

Boletín de la Real Academia Española Tomo LXXXVIII Cuaderno CCXVIII Julio-Diciembre de 2008
Cartas de José Zorrilla al poeta José Velarde (1881-1891).
Marta Palenque

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