miércoles, 24 de noviembre de 2010

Conferencia de José Luis Rubio sobre José Velarde

Manolo Iglesia, Jose Luis Rubio y Pepe Gil
Buenas noches.

Las raíces de un pueblo son el pasado que ha forjado el presente y que se proyecta hacia el futuro.

Queremos acercaros y acercarnos al siglo XIX, concretamente a los años de gracia de 1848 a 1892. Por aquellos años Conil era un pequeño pueblecito blanco dedicado a la labor diaria y cansada del campo y de la pesca y posiblemente poco conocido por los españoles. La enseñanza y la cultura estaban al alcance de muy pocos de sus habitantes. Sólo las familias pudientes tenían la posibilidad de enviar a sus hijos a la escuela y a la universidad. El grado de analfabetismo era altísimo. Para el hijo de un campesino o un pescador no quedaba otro camino que el trabajo muy duro y mal pagado. Posiblemente esta clase pudiente conileña recibía de la capital, ciudad de casas luminosas y blancas, llenas de torres con azulejos brillantes, que vigilaban el mar, del que le llegaba, en aquellos años, la riqueza y el poder, los reflejos dorados del romanticismo literario ya en su última fase.

Y aquí, precisamente aquí, el 10 de Diciembre de 1848, Mª Dolores Yusti, esposa del médico de la Villa, Agustín Velarde, dio a luz a un hijo, al que llamaron José, que fue bautizado, según reza en su partida de bautismo, 13 días después en su propia casa por encontrarse en peligro de muerte, por el Vicario y ecónomo Miguel Cifuentes Moreno.


Afortunadamente para la literatura, José Velarde superó su enfermedad y llenó sus ojos del brillante azul del mar conileño, del relumbrante blanco de sus casas y del alegre y esperanzador verde de sus campos y pinares. Rodeado de estos colores José Velarde no podía ser otra cosa que poeta, aunque antes, quizá por presión paterna se doctorase en Medicina en la Facultad de Medicina de Cádiz en octubre de 1870. Previamente había cursado sus estudios de bachillerato en Jerez.

En 1875 encontramos a nuestro poeta en la ciudad de la Giralda donde ha conseguido por oposición una plaza en el Cuerpo de Beneficencia Municipal. Conil, Cádiz, Sevilla, tres lugares con una luminosidad, un duende, una belleza que contribuyeron a que José Velarde se encontrarse más a gusto escribiendo versos que curando enfermos. Por un lado el mar de Conil y Cádiz con su misterio, su leyenda, su frescor, su belleza. Por otro el Guadalquivir de aguas transparentes, Triana con su duende, el Barrio de Santa Cruz con su callejones estrechos llenos de soledades e historias. Vivir en Sevilla es vivir oliendo azahares, es vivir embrujado. Seguramente el poeta en los dos años que vivió en esta ciudad se consolidó. Por eso en 1877 decide abandonarlo todo y marcharse a la capital.

Políticamente España en aquellos años había atravesado situaciones muy difíciles: Amadeo de Saboya, La Primera República, Alfonso XII. José Velarde, de ideas radicales, ingresa en el partido liberal al subir al trono Alfonso XII pues confía que el joven monarca devolverá a España su esplendor.

En aquellos años la literatura, las cosas no han cambiado tanto en este aspecto, no da para comer y José y su familia pasan muchas penalidades. Rehúsa la ayuda de sus amigos entre los que se encuentra el propio rey, al que le encanta recitar sus poemas, pero al final acepta un puesto en el Ministerio de Hacienda con cuyo sueldo consigue al menos sobrevivir.

Con casi 43 años, el 22 de febrero de 1892, Velarde muere, dejando a sus hijos y viuda, Lucía de Castro, por patrimonio gloria y pobreza, algo bastante habitual. A su entierro asistieron muchos escritores, entre ellos Zorrilla y Núñez de Arce.

Y como también es frecuente después de su muerte es homenajeado en el Ateneo de Madrid y el Marqués de Comillas se hace cargo del hijo mayor y le envía a la viuda cinco mil pesetas. También el Ateneo gaditano, presidido por Adolfo de Castro, le rinde honores, en un acto donde son leídos sus poemas y poemas a él dedicados. Todo esto pone de manifiesto que el poeta conileño era bastante conocido en los ambientes literarios de la época pese a que recibiese críticas de superficialidad y escasa calidad.

En su obra apreciamos rasgos de un romanticismos que finaliza, caracteres descriptivos y cotidianos propios de la corriente realista y también hay en sus poemas elementos que recuerdan a la futura corriente modernista. Velarde bebe en todas las fuentes y quizás por eso sus críticos le tachasen de superficial y carente de originalidad pero esto no quita para que contribuyese a la formación y el enriquecimiento de la historia literaria española a la que dedicó y sacrificó su vida.

José Velarde es uno más de los que luchan por la cultura y del que la gente apenas si se acuerda. Al menos él tuvo la suerte de publicar sus obras y de estar en las enciclopedias y antologías. Otros no tienen tanta suerte.

En la biblioteca municipal de Conil y en Raíces Conileñas existen dos tomos de su obra, regalo, de Tomás Iglesias Pérez. Evidentemente también está en la Biblioteca Nacional. Ojalá éste sea un punto de partida para que las viejas y nuevas generaciones de conileños conozcamos y estudiemos su obra.

En Febrero de 1993, 101 año después de su muerte, la Revista Poética Azahar le dedicó un homenaje y publicó fragmentos de sus poemas y poemas a él dedicados.

De los dos volúmenes anteriormente citados, copias de una edición francesa de 1900, Raíces Conileñas con la colaboración de Ayuntamiento y de la Obra Social de Cajasol ha editado dos volúmenes titulados Poesía Lírica y Leyendas. El primero apareció en Octubre de 2005 y el segundo en junio de 2008. Aún queda un tercero para el que se está buscando financiación y que se titula Poemas. En 2008 la editorial Extramuros publicó las obras completas en dos tomos.

Con todo este trabajo parece que la figura de José Velarde, nombre que también se le ha puesto a nuestra biblioteca municipal, se va haciendo más habitual entre los jóvenes conileños y todo gracias al esfuerzo de unas cuantas personas q ue siempre creyeron que la poesía de Velarde tenía que ser patrimonio del pueblo de Conil.

Hoy estamos aquí para presentar los dos volúmenes editados por Extramuros, en los que se recogen la obra poética de nuestro paisano, dentro de su colección Andalucía y en su serie clásicos andaluces. La obra original fue editada en 1886 por la Editorial Álvarez y Villaverde.

JOSÉ LUIS RUBIO
jueves 1 de julio de 2010, Patio del Ayuntamiento de Conil

Publicado por Revista Azahar

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