domingo, 14 de abril de 2024

A un niño dormido

La niña de la fuente (Cubiles)
A un niño dormido

Te has dormido al blando arrullo
De dulcísimos cantares,
Y el sueño pone en tus labios
Una sonrisa inefable.

¿Qué sueñas, que así sonríes
Y así agitas en el aire
Los jazmines sonrosados
De tus manecitas suaves?

¿Qué sueñas, si en tu memoria
No hay la huella de una imagen,
Ni han conmovido tu pecho
Alegrías ni pesares?

¿Adónde los brazos débiles
Tiendes, niño, si aún no saben
Abrirse a Dios en la súplica,
Ni al ser amado enlazarse?


Tu alma quizá, en dulce arrobo,
Extática se complace
En retratar lo infinito
Como el cristal de los mares.

Y a un beso de luz tus labios
A la sonrisa se abren,
Como al beso de la aurora
Despliega la flor su cáliz.

Quizás de tu cuna en torno
Aletean bellos ángeles,
Sobre ti un dosel formando
Con sus alas impalpables,

Y con ellos volar quieres,
Y ellos te aduermen amantes
Con caricias aún más dulces
Que los besos de tu madre.

Mas ¿qué tienes? ¡No sonríes,
Ni alegre las manos bates,
Y apenas percibir puedo
Tu respiración suave!

¿Abandonaron tu cuna,
Volando al cielo, los ángeles,
Y tu espíritu ha seguido
Su vuelo fugaz? ¡Quién sabe!

Alas tiene el alma virgen,
Y al tenderlas en el aire
A los cielos se remonta
Cantando como las aves;

Y, mariposa invisible,
Luz va bebiendo en los cálices
De las flores de los cielos,
Las estrellas palpitasen.

Goza, que cuando se quiebren,
De la vida en los combates,
Las alas de tu inocencia,
Tan hermosas como frágiles,

En lloros aún más amargos
Que la olas de los mares,
Y en insomnios intranquilos,
Y en sobresaltos y afanes,

Se trocarán los arrobos,
Las sonrisas inefables,
Y los sueños que disfrutas
En los brazos de tu madre.

J.Velarde

Se publicó en La Ilustración Española y Americana en marzo de 1980

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