jueves, 21 de septiembre de 2023

Carta Joco-Seria

AL INMINENTE POETA EGREGIO NOVELADOR Y ACADÉMICO PRECLARO
PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN
Aranjuez, corriendo el día   
De tu santo y tu patrón,     
Año ochenta y tres del siglo
De las luces y el vapor   

Aunque este romance afrente
A los que al Cid Campeador
Hizo la homérica musa
Del noble pueblo español;

Convencido de que en prosa
Escribiría peor,
En versos y a vuela pluma
Voy a escribirte, Alarcón.

Y por no causarte enfado
Con el obligado << Dios
Te dé cien días cual éste, >>
Haré de fe profesión.


Te abrazo de pensamiento;
No cual la hiedra, traidor,
Para robarte la savia
Y alcanzar tu elevación;

Que no ambiciono más gloria
En mis ensueños de autor,
Que espejo ser de la tuya
Cual lo es la fuente del sol

Y esto al decir, ni te adulo
Ni en ti busco adulador;
Que es humo, al cabo, el incienso
Que causa sofocación,

Y la miel de la lisonja,
La baba de caracol,
Que, al querer lustrar, marchita
Los pétalos de la flor.

Tú eres en el arte un astro
De vívida luz, y yo,
Luciérnaga que en la noche
Lanza tenue resplandor.

Cada huella de tu paso
Es inmortal inscripción,
Mientras que borra el olvido
Las huellas que dejo en pos.

Las cien trompas de la Fama
Tienen ya ronca la voz
De ir pregonando tu nombre
Del mundo por la extensión;

Mi nombre oscuro, hasta ahora
Otro eco no repitió
Que el de algún clarinetillo
Cascado y difamador.

Tú marchas sobre la tierra
Con paso seguro; yo,
Inquieto como el azogue,
Voy de salto en tropezón.

Para combatir me faltan
Fuerza, constancia y valor;
Tú, en cambio, más rejo tienes
Y más puños que Sansón.

Yo soy avecilla muda;
Tú, canoro ruiseñor;
Sólo en no tener dinero
Nos parecemos los dos;

Mas ni en eso, ¡vive Cristo!
Que tan miserable estoy,
Que por muy poco que tengas,
Has de tener más que yo.

Mas no queriendo que digas
Que me pongo en lo peor,
Te haré de mis buenas prendas
Minuciosa relación.

Soy poeta; mas no ahueco,
Como otros muchos, la voz,
Queriendo pasar por cisne,
Siendo pobre moscardón;

Ni soy de aquellos que quitan
Al vuelo todo valor,
Y se arrastra por el fango
Para hallar la inspiración.

No busco prestado brillo
Para dar más resplandor,
Ni igualar pretendo al genio
Traspasando la razón.

No quito al hombre consuelos
Para aumentar su dolor,
Ni por mirar al enigma
Le vuelvo la espalda a Dios.

No soy de aquellos que atacan
A su patria y religión,
Hijos viles que golpean
El pecho que les nutrió;

Ni de mis versos trasciende
El punzante mal olor
De aquellos que llevan muerto
En el pecho el corazón

En más tengo al gusanillo
Que, echando de flor a flor
Tenues hebrillas de plata,
Se mece tranquilo al sol,

Que al animal sanguinario,
Ya reine como el león,
Ya tenga el vuelo incansable
Del águila o del condor.

De cuanto existe, tan sólo
Del musgo envidioso estoy,
Y es porque tiene bastante
Para saciar su ambición,

Con un asiento en la peña,
Un soplo de aire al albor,
Una gota de rocío
Y una mirada del sol.

Son amar y ser amado
Mi ventura y mi ilusión;
Todo, amando, lo resuelvo,
Que las almas sin amor,

Aunque se precien de grandes
Y de levantadas, son
Como cielos sin estrellas,
O como altares sin Dios.

Con Él te queda, y Él haga,
Amigo del corazón,
Que en la Fama vivas tanto
Como en el olvido yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario